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Whitney Wolfe, la empresaria que empoderó a las mujeres con su ‘app’ de citas

La emprendedora demandó a Tinder por acoso y fundó Bumble, donde solo ellas inician la conversación. Su salida a bolsa la ha convertido en millonaria a los 31 años

Whitney Wolfe, fundadora de Bumble.
Whitney Wolfe, fundadora de Bumble.CAITLIN OCHS (Reuters)
Isabel Rubio

A mediados de febrero Whitney Wolfe Herd firmaba con su hijo en brazos la salida a bolsa de Bumble. Con solo 31 años, la fundadora y consejera delegada de esta app de citas se ha convertido en una auténtica referente del feminismo y en una de las jóvenes con más dinero del mundo. De hecho, Forbes la incluye entre “las 100 mujeres más ricas hechas a sí mismas”. Wolfe posee un 11,6% de las acciones de Bumble y, con el debut en bolsa de la empresa, su fortuna se ha disparado hasta los 1.600 millones de dólares. Pero antes de crear esta aplicación en la que las mujeres tienen que dar el primer paso, ya había puesto en marcha otras organizaciones para salvar el océano, reivindicar el comercio justo o ayudar a cualquier usuario a encontrar el amor.

Wolfe nació y se crio en Salt Lake City, la capital del Estado de Utah (Estados Unidos). Con 11 años, se mudó junto a su familia a París y más tarde regresaría a EE UU para terminar secundaria e ir a la universidad, según el periódico The Washington Post. Por aquel entonces esta joven ya era una mujer emprendedora. Mientras estudiaba Relaciones Internacionales en la Universidad Metodista del Sur, en el Estado de Texas, puso en marcha dos proyectos.

Tras el derrame de petróleo de BP en el Golfo de México, fundó una organización sin ánimo de lucro que vendía bolsas de bambú orgánico para apoyar a la Ocean Futures Society. Sus bolsos llamaron la atención de celebridades como la estilista Rachel Zoe o las actrices Kate Bosworth y Denise Richards, según recogió entonces el diario The Daily Campus de la Universidad Metodista del Sur.

Unos meses más tarde, la joven puso en marcha una línea de ropa llamada Tender Heart. Las prendas se hacían en Nepal y su intención era crear conciencia sobre la trata de personas y el comercio justo. Para Wolfe, según The Daily Campus, este proyecto nació como “un experimento”. “Queríamos empezar con siete prendas porque no queríamos gastar dinero si no iba a responder bien“, afirmó sobre la colección.

Esos dos primeros proyectos fueron la antesala de lo que estaba por venir. Antes de crear Bumble, Wolfe fue cofundadora de otra de las aplicaciones de citas más populares del mundo: Tinder. Fue su vicepresidenta de marketing durante dos años. Pero su experiencia con esta compañía tuvo un final amargo. En junio de 2014 demandó a Tinder por acoso sexual. Alegó que su exjefe y expareja, Justin Mateen, la llamó “puta” y “cazafortunas” y la bombardeó con mensajes de texto amenazantes y despectivos, que adjuntó a su denuncia, según Forbes. La empresa negó haber actuado mal, pero Mateen fue suspendido y más tarde renunció. La demanda se saldó con el pago de una indemnización de un millón de dólares.

En lugar de abandonar el sector, Wolfe creó en 2014 con el multimillonario ruso Andrey Andreev una aplicación que competiría contra Tinder y que, más tarde, le llevaría a ser una de las mujeres más ricas del mundo. Se había dado cuenta de que muchas de las mujeres inteligentes que la rodeaban todavía esperaban a que los hombres les invitaran a salir, les pidieran sus números de teléfono o iniciaran la conversación en una app de citas. “A pesar de todos los avances que las mujeres habían conseguido en los lugares de trabajo y las esferas del poder, la dinámica de género de las citas y el romance todavía parecía demasiado desactualizada”, afirma Wolfe en una carta publicada en la web de Bumble.

Fue entonces cuando se planteó darle la vuelta a la situación: “¿Y si las mujeres dieran el primer paso y enviaran el primer mensaje?”. Así nació Bumble. Si por algo se caracteriza la aplicación, es porque en las conexiones heterosexuales solo las chicas pueden comenzar a hablar. Tienen 24 horas para dar el primer paso. Si no lo hacen, el chat caduca y solo es posible volver a hablar a esa persona si se paga una suscripción. Tariq Shaukat, presidente de Bumble, explicó en una entrevista a este periódico que a Wolfe “le gusta mucho decir que la forma en que comienza una relación es la forma en la que va a terminar”. “Si comienza con respeto, seguirá habiendo respeto. Esto no es solo para las mujeres, también es para los hombres que quieren estar en ese tipo de relación y sentir que eso es lo que importa”, explicó. Si hay algo de lo que Wolfe está convencida, es de que “cuando las relaciones son mejores para las mujeres, son mejores para todos”.

Aquellas causas sociales que Wolfe defendía en la universidad, las sigue reivindicando en la actualidad. “Estoy más dedicada que nunca a ayudar a promover la igualdad de género y a poner fin a la misoginia que todavía afecta a la sociedad”, afirma. Además Bumble ha apoyado con donaciones el movimiento Black Lives Matter “para desmantelar la supremacía blanca y acabar con el racismo sistémico que azota a Estados Unidos”.

Aunque en un principio Bumble nació para ser un espacio de citas cómodo para las mujeres, en la actualidad es mucho más que eso. Además de buscar pareja, la aplicación también tiene un espacio para encontrar nuevos amigos e incluso hacer networking. Los usuarios pueden conectar con profesionales de distintos sectores. Tras la salida a bolsa de la compañía, Wolfe compartió en Instagram una imagen del momento con la que animaba a sus seguidores a no aceptar nunca un no por respuesta: “Para cualquiera que esté pasando por un revés, un punto bajo o una mala racha. Para cualquiera que se sienta sin poder en sus relaciones, o que haya tenido el coraje de dar el primer paso hacia otras más saludables. Hoy es para ti. Este es el resultado de empezar de nuevo cuando se siente como el final. Es un testimonio de nuevos comienzos, nuevos paradigmas y nuevas normas. El día de hoy ha demostrado que las barreras se pueden romper cuando creemos de una mejor manera”.

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Sobre la firma

Isabel Rubio
Es colaboradora de las secciones de Tecnología, Ciencia y Salud de EL PAÍS. Además de seguir de cerca a Apple, Samsung y otros gigantes, prueba dispositivos y analiza el impacto de los avances tecnológicos en la sociedad. También verifica contenidos científicos en la fundación Maldita.es.

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