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La paradoja y el estilo
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Quién es Caperucita?

Si Campanario y Bárcenas quieren ahora Justicia, que sepamos toda su verdad, resulta estimulante

Belén Esteban, en Madrid en 2019.
Belén Esteban, en Madrid en 2019.Daniel Gonzalez (GTRES)
Boris Izaguirre

El hecho de que estalle de nuevo una guerra mediática y judicial entre María José Campanario y Belén Esteban, ambas madres de hijos del torero Jesulín de Ubrique, me ha hecho recuperar la esperanza de que estamos llegando al final de lo peor de la pandemia.

Y es porque durante estos largos meses este tipo de tramas y de batallas se habían focalizado en esa otra zarzuela que es la familia de Isabel Pantoja. Cantora era un surtidor de contenidos que ya daba señales no de agotamiento pero sí de fatiga. Y entonces, va María José Campanario, una mujer de 41 años y con lo que llevamos de siglo formando parte de la gran familia de la prensa del corazón y publica en su Facebook una carta incendiaria contra Belén Esteban, que aparte de llevar más tiempo que ella bajo ese foco ostenta el incontestable título de Princesa del pueblo. En su encendida misiva milenial, Campanario sugiere que Esteban no ha dicho toda la verdad, que en su pasado hay ”esa trastienda de la tienda de bolsos (el emprendedor Jesulín le puso a su entonces pareja, Belén, una tienda de marroquinería)… hay que ver lo que cuenta y lo que calla”; lo que sin duda constituye una pasión epistolar similar a los papeles de Bárcenas acerca de la caja B del Partido Popular. Si Campanario y Bárcenas quieren ahora Justicia, que sepamos toda su verdad, eso, que duda cabe, resulta estimulante. Campanario amenaza incluso con demandar a Esteban y mientras lo lees no puedes dejar de imaginar ese juzgado y los estilismos de cada una de ellas. Como en Dinastía. Algo que también sucede con las apariciones de Bárcenas en su propio caso, una especie de editorial de moda sobre cómo afecta la corrupción al vestuario .

Esteban, que también es copresentadora del programa más influyente de televisión, Sálvame, ha calificado este nuevo melón como “la tercera guerra mundial”. Puede llamar la atención, al menos en cuanto a sonoridad frente a pandemias, campañas electorales, luchas desiguales por la igualdad de derechos, noticias falsas, teorías conspiratorias y chistosos rótulos antimonárquicos, todas esas cosas que acompañan estos meses de un largo confinamiento estresante. La Tercera Guerra de Ubrique, surge como un acontecimiento intenso, lleno de insultos (“lerda y princesita barata”, le ha llamado Campanario a Esteban) pero también con expectativas de hacernos reír un rato. En esa dinámica, de ataque, carcajada, lágrima y aplauso, Belén Esteban no es que sea una experta, sino que merecería la medalla por haberlo inventado. Por ejemplo, el que ahora se refiera a María José solamente con Jose, es genial. “Jose, sé por donde vas¨, titula Diez Minutos y, piensas, el problema de todos los que se enfrentan a Esteban es que suelen olvidar su fortaleza, que sumada a su capacidad dialéctica, han hecho de ella la respetada Princesa del pueblo que es.

Es cierto que María José Campanario se ha puesto farruca, pero no cae tan bien como Belén. Tiene un gesto antipático un tanto acomplejado, y participó junto con su madre en una bochornosa estafa a la Seguridad Social. Son ese tipo de avales y méritos que puede compartir con The Bárcenas, como cariñosamente algunos se refieren a Luis y Rosalía y que, por qué no, podría ser el título para una serie de Netflix sobre ellos. Esa misma altivez, la ostentación de un éxito que apenas rascas, genera escozores y suspicacias. Pero debemos reconocerles, a Campanario y a Bárcenas, ese defendible afán por airear su verdad, aunque se lleven por delante a un ex presidente del Gobierno o una estrella de televisión. Quizás por eso Campanario sintetizó esta lucha con un mensaje en sus redes sociales que destapó el conflicto: “El lobo siempre será el malo si Caperucita es quien cuenta la historia”.

Muy bien, Jose pero, ¿quién es Caperucita?

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