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La historia de amor imposible de Maria Callas y Pasolini

Se conocieron cuando ambos se reponían de relaciones fallidas, ella con Onassis, él con el actor Nonetto Davoli. Su historia nunca fue completa, como ella hubiera querido en ocasiones, pero sí intensa, profunda y plena

Maria Callas y Pier Paolo Pasolini, en París en 1970.
Maria Callas y Pier Paolo Pasolini, en París en 1970.Rue des Archives (EL PAÍS)

Cuando Pier Paolo Pasolini y María Callas se conocieron, en 1969, ella estaba pasando por uno de los baches más dolorosos de su vida: su gran amor, el armador griego Aristóteles Onassis, con quien salía desde hacía casi una década, la había abandonado recientemente para casarse con Jacqueline Kennedy. En aquella época, la diva sabía poco del director italiano, lo consideraba un intelectual provocador y comunista y había oído que sus películas estaban rodeadas de escándalo.

Él, también en medio de un tropiezo sentimental por su pasión obsesiva por el actor Ninetto Davoli, tenía a la cantante por una diva altiva y caprichosa, pero la quería para protagonizar su próxima película, Medea. Conservaba grabadas en su mente las imágenes de la magnífica actuación de la Callas en la ópera de Cherubini sobre la sacerdotisa griega. “Será una Medea poderosa, mágica”, pensó después de entrevistarse con ella en París.

Para la cantante de ópera más famosa de la historia iba a ser su primera y única aventura en el mundo del cine. Hasta el momento había rechazado todas las ofertas cinematográficas que le habían llegado. Ese fue también el comienzo de una intensa amistad llena de afecto y confidencias y de un amor imposible entre dos almas frágiles y a la vez dos fuerzas de la naturaleza.

Este lunes se cumplieron 45 años de la muerte del cineasta italiano, que falleció asesinado en la playa de Ostia. A día de hoy, en Italia aún circulan diversas teorías al respecto y aunque Pino Pelosi fue considerado oficialmente su homicida, la verdad sobre lo que sucedió la noche de la muerte del cineasta y escritor sigue siendo una incógnita.

Pasolini junto a su amiga Maria Callas, en 1971, en Grecia.
Pasolini junto a su amiga Maria Callas, en 1971, en Grecia.

Pasolini confesó en numerosas ocasiones la adoración que sentía por la diva. “Eres como una piedra preciosa que se rompe violentamente en mil pedazos y luego se reconstruye a partir de un material más duradero que el de la vida, el material de la poesía”, le escribió en una ocasión. “Estamos muy unidos espiritualmente, como raramente se nos permite estarlo”, detalló ella. La diva siempre mantuvo la esperanza de que el cineasta pudiera llegar a enamorarse de una mujer. Los dos se intercambiaban cartas, secretos, poesías, consejos. “Querida Maria, esta noche, tan pronto como terminé el trabajo, en ese camino de polvo rosa, sentí con mis antenas en ti la misma angustia que tú sentiste con tus antenas en mí ayer”, le escribió él en una de sus misivas. El suyo nunca fue un amor completo, como ella hubiera querido en ocasiones, pero sí fue intenso, profundo y pleno.

Maria Callas hizo todo lo posible por estar cerca de él, lo siguió en los viajes más incómodos y una Navidad lo acompañó a África en busca de localizaciones para la cinta Apuntes para una Orestiada africana. Con ellos fueron también el escritor Alberto Moravia y la escritora Dacia Maraini. “En Malí, hacíamos castings en cabañas, no era cómodo, pero Maria estaba enamorada de Pier Paolo y se engañó a sí misma para convertirlo a la heterosexualidad. En el escenario era un dragón, pero en la vida era una niña de una ingenuidad sin límites”, señaló Maraini a la revista Io Donna, suplemento de Il Corriere Della Sera. “Pasolini la amaba, pero como un amor platónico”, añadió.

En una ocasión, los paparazi los sorprendieron besándose en los labios en un aeropuerto y la foto causó sensación en la prensa internacional. Piera Degli Esposti, actriz que coincidió con ambos en el rodaje de Medea desveló en una ocasión que fue testigo de cómo su amor fue un paso más allá. “Yo tenía un papel de criada, sin frases, pero Pasolini me hacía hacer de doble de Maria, no quería que ella se cansara demasiado. Él también la amaba”, señaló la intérprete a la revista Sette. Y confesó también que sorprendió a la pareja besándose y abrazándose en la sala de vestuario. “Recuerdo la dulzura con la que él exclamaba: ‘Eres espléndida, Maria’. La madre de Pier Paolo, Susanna, quería que se comprometieran. Cuando estábamos en Grado o en Pisa, la señora Pasolini venía todos los sábados y tenía largas charlas con Maria, que estaba de un humor espléndido, estaba alegre, y en la mesa se reía, con rulos en la cabeza, porque estaba enamorada”, relató Degli Esposti. Y agregó otra anécdota del rodaje que demuestra que el director se desvivía por la diva: “Un día, un cobertizo de la playa se quemó, estábamos todos allí y también Callas, Pier Paolo llegó corriendo y gritando ‘Maria’. Para él, el resto de nosotros podría haber muerto, todo lo que le importaba era Maria”.

Cuando terminó el rodaje, Pasolini le regaló un espectacular anillo que ella interpretó como el preludio de una petición de matrimonio que nunca llegó. Poco después, Ninetto Davoli, que hasta entonces había mantenido una relación intermitente con Pasolini, se enamoró de una mujer y se casó con ella. La Callas volvió a esperanzarse entonces, pero la ruptura destrozó al cineasta, que no logró recomponerse. “Te apegaste a un sueño que tú solo creaste”, le dijo ella en una carta. Él le escribió una poesía: “Pero dirás lo que dicen las chicas salvajes, en ese humilde muelle, habitado solo dos cuerpos, palabras que no tienen resonancia en la realidad”.

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