Una oportunidad desaprovechada por los grandes de la moda
Chanel sobresale en una alta costura virtual que pierde fuerza con la salida de Valentino y Maison Margiela
Como el paso del teatro al cine. Así ha sido el cambio que han experimentado las semanas de la moda tras la pandemia. Los desfiles clásicos han sido sustituidos por presentaciones virtuales. Y, a juzgar por lo visto en la edición de la alta costura de París que concluye hoy, las marcas aún están muy lejos de dominar este nuevo lenguaje narrativo. Eso las que han hecho acto de presencia, porque Valentino y Maison Margiela –dos pesos pesados del sector- han optado por no participar para organizar sus presentaciones más adelante. Algunos vídeos –como los de Alexis Mabille o Elie Saab, que en realidad era el adelanto de la colección que presentará en septiembre- parecían pensados exclusivamente para cubrir el expediente y no perder su codiciado hueco en el calendario de la pasarela francesa. Una formalidad a la espera de que vuelvan los eventos presenciales, o, lo que es lo mismo, una oportunidad perdida para atraer a audiencias globales a través del formato online y de actualizar la forma de presentar sus colecciones.
Ni siquiera los grandes gigantes como Chanel consiguieron generar una fracción del eco –y la emoción- que suscitaban sus espectaculares desfiles. Y eso que la casa francesa es responsable de algunos de los anuncios televisivos más icónicos de la historia de la moda. Grabada en el subconsciente de todos los mayores de 40 años está la imagen de Vanessa Paradis balanceándose como un ave exótica dentro de una monumental jaula. Saber, saben hacerlo. No hay duda. Pero el vídeo que Chanel desveló el martes era cualquier cosa menos memorable. Tenía ritmo, una factura impecable y un buen gancho viral: la oscarizada Lupita Nyong’o era una de las protagonistas. Pero apenas mostraba cinco vestidos. Lo que, por otra parte, supera con creces la media de lo exhibido por la mayor parte de las marcas. El confinamiento ha dejado poco más de un mes a las enseñas para idear y confeccionar estas complejísimas prendas y eso ha puesto de manifiesto, de una forma aún más contundente, la diferencia entre las firmas con una mayor estructura y músculo económico. El esfuerzo era patente, por ejemplo, en la propuesta de Giambattista Valli, que se recreaba –digitalmemente- en los kilómetros de tul, volantes y fruncidos de sus monumentales vestidos, con primeros planos de detalles y bordados más meritorios que nunca.
Chanel elaboró 30 modelos que pueden contemplarse a través de un catálogo digital y que confirman el mensaje que ya adelantaba su vídeo: Virginie Viard, la directora creativa de la firma, vuelve tímidamente a la senda marcada por Karl Lagerfeld. Durante el año y medio que lleva en el cargo, la francesa se había diferenciado por defender una aproximación más pragmática y contemporánea al armario de la mujer, con siluetas menos rígidas y patrones realistas. Pero en su última colección de alta costura, toma como referencia la mítica discoteca Le Palace, el equivalente parisiense a la neoyorquina Studio 54, y, como ella misma reconoce en la publicación BOF, se “inspira más en el trabajo de Karl Lagerfeld que en el de Gabrielle Chanel”. El resultado, aun así, es mucho menos encorsetado y teatral que el de su predecesor: trajes de tweed y líneas limpias; vestidos de encaje con aplicaciones metalizadas, rasos brillantes y volantes monumentales. Todo complementado con tiaras e importantes piezas de joyería que se superponen como si fuesen bisutería. La contención de la que había hecho gala Viard comienza a diluirse. Este trabajo habla de liberarse, divertirse y abrazar la dosis justa de frivolidad. Si este mensaje está alineado o no con la sensibilidad actual resulta discutible. No lo es que entronca con el discurso que Lagerfeld defendió durante casi 40 años y que tan buenos resultados comerciales dio a la marca.
En estos tres días de desfiles virtuales ha faltado emoción pero no golpes de efecto. El más inquietante de todos, asestado por Maison Margiela y Valentino. La presentación de ambas marcas estaba prevista para este miércoles, pero en vez de mostrar sus colecciones online, la web de la Cámara Sindical de la Alta Costura emitió sendos vídeos en los que las firmas reconvocaban a la audiencia para el día 16 de julio a las seis de la tarde y el 21 de julio a las cuatro de la tarde, respectivamente. Da la casualidad de que detrás de ambos proyectos audiovisuales está el realizador Nick Knight. Pero, más allá de esta coincidencia, resulta especialmente significativo que dos de las marcas más poderosas y relevantes de la alta costura hayan decidido finalmente presentar sus trabajos fuera del paraguas de la Cámara Sindical, la asociación que organiza estos desfiles y que, además, regula y determina qué puede considerarse alta costura. Así, la cita oficial pierda fuerza y dos de sus principales atractivos. Habrá que esperar una semana para saber si esta decisión responde a una estrategia de marketing, a que los plazos para ejecutar la colección han resultado insuficientes o, simplemente, al deseo de reescribir las reglas de juego y el calendario de desfiles, algo que encajaría a la perfección con el carácter indómito de Maison Margiela y de su actual director creativo, John Galliano, y no tanto con el de Valentino.
Viktor & Rolf desplegaron su irónico sentido del humor a través de nueve vestidos que, como explica la voz en off de su vídeo, tratan de dar solución y acompañar a los distintos estados de ánimo que esta convulsa época genera: desde un abrigo cubierto de conos que ayuda a expresar la ira, acompañado por una mascarilla –”el complemento más inteligente de la temporada”- , hasta una escultural bata de plástico rosa que garantiza la distancia de seguridad, pasando por un vestido ilustrado con emoticonos que simbolizan “nuestro conflictivo temperamento y cómo la hipnosis que ejercen las redes sociales pone en riesgo nuestro equilibrio”.
Llevando el concepto de lo digital un paso más allá, la firma Ralph & Russo creó una modelo por animación para mostrar sus prendas. Como si el mundo no fuera ya lo bastante irreal.
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