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Beatriz Rico desvela la faceta menos conocida de Ana Obregón tras la muerte de su hijo Álex

La actriz cuenta la amistad que las une después de trabajar juntas en ‘Ellas y el sexo débil', y cómo siempre la ha ayudado con su generosidad, alegría y falta de ego

Ana Obregón saluda a los periodistas congregados ante su casa el 15 de mayo de 2020, tras la muerte de su hijo Álex Lequio.
Ana Obregón saluda a los periodistas congregados ante su casa el 15 de mayo de 2020, tras la muerte de su hijo Álex Lequio.GEN (GTRES)
El País

“Ya ha pasado una semana, y ahora me siento con ganas y fuerzas para contaros quién es Ana Obregón. Me faltarían cuentas en Twitter, así que voy a dar unas pinceladas, las suficientes para que sepáis quién es Ana”. Con esa frase arrancaba la intérprete Beatriz Rico una sucesión de tuits en los que quería contar cómo es realmente Ana García Obregón, su querida amiga, que el pasado miércoles 13 de mayo perdía a causa de un cáncer a su único hijo, Álex Lequio, de tan solo 27 años.

A lo largo de 17 tuits, varios de ellos acompañados de fotografías de ambas de finales de los años noventa y de la primera década de los 2000, Rico cuenta su historia con Obregón y desvela detalles de su generosidad, su cariño y su amabilidad con ella, no siempre merecida, como la propia intérprete reconoce. "En mi web le dedico una frase 'amiga, eres todo un misterio”, continúa Rico, para empezar a contar su historia.

"La conocí en A las 11 en casa”, explica sobre la exitosa serie emitida en La1 de Televisión Española entre 1998 y 2000, protagonizada por ambas y también por Antonio Resines, Carmen Maura y Lidia San José “y pronto me di cuenta de que Ana estaba siempre de buen humor. La vi rodar con lesiones, dolores fuertes, incluso un día vino con fiebre muy alta y jamás se quejó ni puso mala cara”.

“Ana era un cascabel”, continúa Rico, “por donde pasaba, el cachondeo estaba asegurado. Y si la estaban maquillando y llegabas tú porque tenías una escena antes que la suya, se levantaba para que te sentaras y te maquillaran a ti sin que nadie le dijera nada. Esto puede parecer una chorrada, pero en nuestro mundo en el que hay ‘muy famosos’ que hacen cosas de ‘muy famosos’, no es habitual que hagan cosas normales que denotan compañerismo. Ana nunca necesitó alimentar ego con chorradas de ese tipo".

Esa amistad durante el rodaje salió fuera de la pantalla, sigue contando la actriz. “Pasó el tiempo y, como somos casi vecinas, compartimos gimnasio, así que nos manteníamos al día una de la otra. Y en el gimnasio Ana seguía siendo ese cascabel, siempre risas y buen rollo con todo el mundo. A veces me mosqueaba tanta alegría, sobre todo cuando yo tenía un mal día y ladraba a tutiplén”, reconoce. “Recuerdo una noche navideña en su casa, hizo una fiesta. Si según los budistas el observar sin juzgar es la máxima expresión de la inteligencia, Ana demostró ser Buda, algo que le agradecí siempre (los motivos no vienen a cuento)”.

Rico pasa a contar la experiencia que más las unió y donde aprendió más de Obregón. "A continuación llegó Ellas y el sexo débil: era SU serie. Escrita por ella y en la que se había volcado poniendo una ilusión que arrasaba con todo. María Barranco, Isabel Gaudí y Teté Delgado completaban el grupo de mosqueteras. Ana seguía siendo la misma que conocí años atrás: una niña de ojos llenos de chispitas y enormes ganas de divertirse en el cuerpo de una mujer. Se preocupaba por todo: “¿Han comido los técnicos el bocata? Igual hay que cortar”, “¿Estáis cansados? ¿Paramos?”. Por eso la gente la quería tanto. Y porque nos hacía reír, mucho. A día de hoy, me sigo preguntando cómo es posible no haberla visto nunca quejarse ni poner una mala cara después de tantos años.

Imagen promocional de 'Ellas y el sexo débil', con María Barranco, Beatriz Rico, Ana Obregón, Isabel Gaudí y Teté Delgado
Imagen promocional de 'Ellas y el sexo débil', con María Barranco, Beatriz Rico, Ana Obregón, Isabel Gaudí y Teté Delgado

“Y llegó el cataclismo: la serie fue un desastre de audiencia y nos comunicaron que se cortaba el rodaje en el capítulo ocho”, retoma Rico. Aquella mala noticia la impactó y pensó que a Obregón le afectaría de un modo similar. “Yo, como buena pisciana con tendencia al drama, llegué a plató acongojada y pensando cómo estaría Ana de destrozada. ¡Era SU serie, la que tantos años le costó sacar adelante! Llegué en plan Lady Macbeth y me la encontré con el buen humor de siempre. ¡Era ella la que estaba levantando ánimos a la gente! Cuando me vio (yo estaba casi llorando), me dijo: “¿Tú estás bien? ¿Tu familia está bien? Entonces, todo está bien”. Seguía riendo y haciendo bromas para mantener el ánimo en el equipo. Ahí recuerdo que me di cuenta de que esa mujer, tan delgadita ella, era un tanque. Pero un tanque de los irreductibles. En ese cuerpo pequeño cabían una fuerza, una inteligencia, un tesón y una bondad que parecían imposibles de concebir en una sola persona", rememora Beatriz Rico en su emocionante relato.

“Ella se portó muy bien conmigo. Yo no puedo decir lo mismo, y me avergüenzo por ello”, confiesa después. “Por razones que no vienen al caso, un día me porté fatal. Fui injusta con ella y le dije algo muy feo que no se merecía y de lo que me arrepentí enseguida. Le hice pagar en ese momento por mis problemas. ¡Maldito genio el mío! Sentí tanta vergüenza de lo que hice, que no le pedí perdón a tiempo. Cuando pasó el tiempo y por fin dejé la cobardía de lado y le dije: ‘Perdóname’. Ella me contestó: ‘¡Anda, mujer! Si ya ni me acordaba... todos tenemos malos momentos’. Y volvió a ser la amiga de siempre. Sin reproches, sin rencores”.

“Esa es Ana”, resume. “¿Habéis visto la foto de la semana pasada en la que baja la ventanilla del coche para dar las gracias a los fotógrafos con una sonrisa llena de dolor después de llegar de Barcelona y de lo que había sucedido?”, le pregunta a sus 58.000 seguidores. “En esa sonrisa dolorida se condensa la esencia de Ana. Esa es ella. Por todo esto nunca nadie habla mal de ella. ¡Qué vamos a decir, si los que la conocemos solo tenemos motivos para darle las gracias!”.

“En esta semana he pensado tanto en ella y he rezado tanto por ella”, desvela, “que necesitaba contaros todo lo que mi cabeza ha macerado. He visto cómo la gente siempre quiere estar con ella, porque todos nos sentimos mejor cuando Ana está cerca. Mejora nuestras vidas. Creo que a eso se le llama tener ángel. Y ella lo tiene. Y ahora, más que nunca”.

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