Alcachofas confitadas con huevo y anchoa
Como estamos ya en plena prenavidad, esta semana voy a ir publicando platos que voy a preparar este año para los banquetes familiares. La alcachofa, con la que como sabéis tengo una relación muy intensa, no puede faltar en la mesa, pero esta vez he decidido no liarme con preparaciones demasiado complejas y apostar por una fórmula que pueda tener preparada casi por completo con antelación.
El confitado es una técnica que le va especialmente bien a esta verdura. No se trata de sumergirla en mermelada, sino de cocinarla a temperatura baja durante largo tiempo sumergida en aceite. La única dificultad consiste en controlar el calor, para lo que conviene contar con un termómetro de cocina. Si no lo tenéis, tampoco es tan grave: con vigilar que el aceite no hierva ni burbujee y mantener el fuego al minimísimo es suficiente.
El acompañamiento para estas alcachofas es bastante vasco, como de pintxo de barra de Euskadi, pero un poco catalanizado por la presencia del romesco. Las variantes pueden ser muchas en función de vuestros gustos: en vez de nuez, apostar por otros frutos secos, o quitar la anchoa y poner jamón o cecina con unas gotas de limón. Lo que sí es fundamental es que el aceite no tenga un sabor muy intenso, para no anular los matices de la verdura. Ah, y esta grasa se puede volver a usar en ensaladas, pastas u otros platos, para alegrarlos con el saborcillo a alcachofa.
Dificultad: Para zarrapastros.
Ingredientes
- 12 alcachofas
- 4 huevos grandes
- 12 anchoas de buena calidad
- 6 nueces del país
- 2 piparras (guindillas verdes en conserva)
- 3 cucharadas de perejil picado fino
- 8 cucharadas de salsa romesco, comprada o casera
- Aceite de oliva virgen extra suave
- Sal
Instrucciones
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