Menú semanal de El Comidista (27 de junio al 3 de julio)

Lo que mola de esta ensalada es que la mozzarella y las brevas se deshagan en la boca y las nueces sean lo único en ella que ofrece resistencia.

La manera chiquicientosmil de sacarle brillo al cuscús en una receta simple, sana y de temporada.

¿Cómo saber si está maduro? Fácil: debe oler a melón, y la base -la punta opuesta a la del tallo- ha de estar un poco blanda.

Lo mejor de la huerta y lo mejor del mar se unen para ofrecer un aperitivo, primer plato o cena ligeros y con todo el sabor del verano.

El plato es una adaptación de Jamie Oliver, y si te da cosica el conejo, lo puedes preparar con pollo sin grandes dramas.

Suben los termómetros, y nada mejor para pecar que una tarta de queso fresca, con fruta de temporada y cero sudores.

¿Tus gazpachos son una birria? ¿Están bien, pero te gustaría mejorarlos? Mira nuestro cursillo acelerado para convertirse en líder gazpachero.

Un verano no es verano sin anchoas rebozadas, rellenas de aceitunas verdes, ajo, queso y pan rallado. Más mediterráneas, imposible. 

Recuerda: la buena ciruela tiene que estar madura, pero firme: ni rebotante cual pelota de ping pong ni blanda como un globo lleno de agua. 

Un aperitivo, comida, merienda o cena vegetariano –o no, tú decides– que te hará triunfar con muy poco esfuerzo y todavía menos presupuesto.

Son perfectas para picnics montañeros o playeros, aunque en este caso habrá que cambiar la salsa por una sin lácteos, por ejemplo un pico de gallo.

¿Harto de los que presumen de sus helados caseros? Tú también puedes hacerlo y encima sin necesidad de comprar máquina ni de tener mil cacharros.

Una versión frutal, fresca, colorida y de temporada de una de las cremas más sabrosas del recetario tradicional español.

Usando lacón ya hecho, el bocata no tiene más complicación que la de hacer la salsa, montar y calentar.

Junto con los melocotones de agua y sus primas las nectarinas, están en su mejor momento. Suena raro, pero en los gazpachos quedan genial. 

Puedes cambiar la patata por garbanzos, arroz o judías, y el bacalao por anchoas o bonito, y la esencia es más o menos la misma.

Una versión un poco exótica del clásico estofado con vino, tomate y cebolla. El sabor es atómico, y la salsa casi no pica.

De aspecto parece carne, pero el ingrediente principal es el tomate. Encima lleva lomos de sardinas, perfectas para contrastar con la intensidad del tomate.

No nos engañemos: es un pollo para vagos, de esos que haces cuando estás de vacaciones y no tienes demasiadas ganas de complicarte la existencia.

Sabe a una fantástica mezcla de albahaca, cítricos y licor. Y lo mejor: no empalaga  y es muy fresco, gracias los botánicos de la ginebra y a la limonada.