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El último tabú de la comida


Lo importante es la materia prima. /
Lo importante es la materia prima. /
Mikel López Iturriaga

Estoy preocupado con los foodies. Foodies, por si alguien aún no se ha enterado, son esas personas siempre preocupadas por comer lo mejor, por decir que han probado las cosas más extrañas, por conocer los restaurantes más enrollados y por saber qué mola y qué no en el mundo de la gastronomía. Algunos cocinan bien; otros no saben ni quitarle la tapa a un yogur. Pero lo que los distingue del resto de la humanidad no son sus habilidades culinarias, sino su hiperactividad en blogs, instagrams, twitters, pinterests y cualquier plataforma que permita difundir fotos de ensaladas superfrescas, hamburguesas lujuriosas y postrecitos cuquis.

Yo mismo soy un poco foodie, no lo voy a negar. Y por eso digo que estoy preocupado. Noto que muchos comidillas ya no saben muy bien cómo impresionar al resto de sus congéneres. Detecto en ellos cierta tendencia a la comida extrema, posiblemente alimentada por programas de tele como Gastronomía Insólita o el Sin Reservas de Anthony Bourdain, que les impulsa a catar los alimentos más extravagantes en sus viajes por el mundo o en restaurantes étnicos de su ciudad. Pero para sobresalir de verdad creo que deberían ir más allá. Dejarse de quesos con gusanos, fetos de cabra o anos de facóquero y traspasar la última frontera. El gran Rubicón gastronómico. El de comer caca.

Me explico: no hablo de engullir excrementos así como así, algo que resultaría repugnante. Me refiero a degustar alimentos en los que la susodicha haya tenido algo que ver. Esta brillante idea afloró en mi deteriorado cerebro tras ver un reportaje de la revista Vice sobre un vino coreano que se hace con pupú. Además, entendí que el tema estaba de rabiosa actualidad después de la publicación de un estudio que apunta un futuro entre esperanzador e inquietante: las bacterias de deposiciones de personas delgadas podrían ayudar a adelgazar a las obesas.

Entonces decidí que el mundo foodie / sección aventureros necesitaba una guía para sumergirse en el maravilloso mundo de la escatogastronomía. Que nadie se asuste o se escandalice: hace un porrón de años vi a Ana Rosa Quintana tomándose una taza de café defecado por civetas que le facilitó uno de sus colaboradores de estilo de vida (sic), y ahí sigue tan pancha. Además, peor sería entregarse al canibalismo gourmet en plan Hannibal Lecter, que al fin y al cabo para cocinar con zurullos no hace falta matar a nadie.

Vino Ttongsul

Uno de los motivos que puede llevar al ser humano a consumir cosas en apariencia repugnantes es que sean buenos para la salud (o que alguien te lo haga creer). En la medicina tradicional coreana hay una bebida tradicional que cura “moratones, cortes, huesos rotos e incluso es un remedio eficaz para la epilepsia”, según explicó el doctor Lee Chang Soo. “Menuda novedad”, pensaréis, “mi abuela usaba el agua del Carmen para eso y más”. Ya, pero seguramente lo que tu abuela guardaba en la botellita fluorescente no estaba fermentado con heces de niño, y el Ttongsul, o "vino de heces" coreano, sí. Explicar cómo se hace el vino en cuestión me da un poco de asquillo, y en el vídeo que podéis ver abajo está muy bien explicado. Lo que parece claro después de ver a la reportera Yuka Uchida después de catarlo es que curar, no sé, pero toñar, toña de lo lindo.

Ayudarse de la cacota para hacer bebidas alcohólicas no es nada nuevo: en México se dice que tradicionalmente la “muñeca” de trapo que se depositaba al fondo del barril de pulque para que fermentara en realidad no era una muñeca, sino un muñeco (de barro).

Café kopi luwak

¿Os acordáis de Juan Valdés, ese señor que escogía los mejores granos de café en los alegres ochentas? Pues ha sido sustituido por un animalito indonesio, concretamente una civeta. ¿Y cómo las amaestran? Os preguntaréis. Pues muy fácil: no lo hacen. Como las civetas no son muy de compartir el café que les mola y sí de comerse los granos enteros, los tostadores pensaron que casi era más sencillo sacarlos directamente de su caca. Además, las enzimas del tracto digestivo del animalillo en cuestión modifican el sabor del café, potenciando su excelencia y convirtiéndo el kopi luwak en el café más caro del mundo (unos 1.800 euros el kilo, en occidente puede costar 75 euros una taza). Yo no lo he probado, pero en Directo al Paladar sí, y lo cuentan en este post.

Actualización del 17/9/2013: el diario británico The Guardian ha publicado un artículo en el que se denuncia el maltrato al que se somete a las civetas en la producción industrial de este café. También cuenta que buena parte del que se distribuye en el mundo es directamente falso. Así que ya sabéis...

Civeta
Civeta

Cerveza Un, Kono Kuro

Para ser fieles a lo que cuentan sus creadores, esta cerveza japonesa está hecha con “granos de café cuidadosamente retirados de los procesos sólidos del proceso de digestión”. Otro café cagado, vamos. Pero en ese caso se utilizó para dar sabor a una edición especial de cerveza negra de la marca Sankt Gallen llamada Un, Kono Kuro, que la prensa especializada definió, en pocas palabras, como la hostia en verso. Hay noticias al respecto en webs medio serias de todo el mundo, pero la abundancia de elefantes en Japón (que, por otro lado, también destaca por su producción cafetera) me hace pensar que igual es una tomadura de pelo. Aunque la materia prima que usan puede ser café Marfil tailandés, cuyo precio en el mercado alcanza los 1.100 dólares por kilo.

Hamburguesas de cloaca

El puntero del profesor en forma de mano humana con las uñitas pintadas de rojo me hace pensar que toda esta noticia es una coña, pero un montón de medios más o menos serios como LA Weekly, Fox News, Digital Trends o el Daily Mail se lo creyeron (y otros como Salon o Forbes, no tanto). Los japoneses, gente de orden práctico y siempre a la vanguardia de la investigación, decidieron un buen día intentar hacer algo con la gran cantidad de "barro residual" que se produce en las cloacas de su país. En lugar de usarlo para hacer casas o algo por el estilo, a un grupo de científicos encabezados por el doctor Mitsuyuki Ikeda se les ocurrió intentar reciclar las proteínas que contenía dicho barro, a rebosar de bacterias, para hacer filetes.

Las bacterias mueren en el proceso cuando se las somete a calor, y la proteína de soja y un poco de colorante rojo ayudan a mejorar el sabor y la textura de estos filetes. Además, son muy equilibrados nutricionalmente, así que los japoneses sólo tendrán que vencer una pequeña barrera de escrúpulos para convertirse en el primer país autosuficiente del mundo. Sería bonito que fuera verdad, ¿no?

Tartas de Ikea

La pasada primavera recibimos una noticia que nos dejó sin el aliciente extra de ir a Ikea pasar una tarde de agobio y peleas en pareja. Un par de semanas antes ya se habían descubierto restos de carne de caballo en su comida, pero eso nos pareció una minucia nada comparable a la ilusión de comerse esas pequeñas albondiguillas con mermelada. Lo que realmente nos hundió en la miseria fue descubrir que esa no era la única parte del caballo que usaban cuando unos análisis descubrieron trazas de bacteria coliforme en sus deliciosas tartas Chockladkrokant. Aunque una portavoz de la marca anunció que no se trataba de bacterias de origen intestinal (Escherichia coli), sino "de otro tipo" (sin especificar demasiado) se retiró toda la producción de las tiendas de 23 países "para evitar que se convirtieran en terreno fértil para otras bacterias".

Bonus track nutricional: ¿es sano comer heces?

Venga, reconócelo. Alguna vez en tu vida, ni aunque fuera cuando eras una criatura, te has planteado qué pasaría si tuvieras que comer excrementos en caso de extrema necesidad. De hecho, me extraña que aún no hayas enviado una pregunta al respecto a Aló Comidista. En fin, hace poco Gawker planteó esta importante cuestión a cuatro científicos estadounidenses. La conclusión a la que llegaron fue que comer tu propio cacafú no entraña grandes riesgos para la salud, pero sí el de otras personas si están enfermas. En cuanto al valor nutricional de un truño, los expertos consideran que es bajo, pero no inexistente, ya que el cuerpo humano no es una máquina perfecta y se deja algunas sustancias interesantes en sus excreciones. Ahora bien, el esfuerzo de volver a digerirlo -y el asco de metérselo en la boca- no compensaría, así que mejor seguir tomando ensaladas, tortillas de patatas y filetes empanados.

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Sobre la firma

Mikel López Iturriaga
Director de El Comidista, web gastronómica en la que publica artículos, recetas y vídeos desde 2010. Ha trabajado como periodista en EL PAÍS, Ya.com o ADN y colaborado en programas de radio como 'Hoy por hoy' (Cadena Ser), 'Las tardes de RNE' y 'Gente despierta'. En televisión presentó programas como El Comidista TV (laSexta) o Banana split (La 2).

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