Seis planes de comida para el día del fin del mundo
Vaya, otro que se apunta a la bromita del fin del mundo. Pues sí. Siempre me han gustado las profecías apocalípticas y los cataclismos, y esta vez creo que la humanidad se merece más que nunca la extinción. ¿Algún problema? Ninguno, salvo que no eres muy original. Bueno, ¿qué podemos hacer? Traigo varias propuestas. En general son cosas que ni nos plantearíamos en un fin de semana normal, pero que hoy podemos practicar sin ningún reparo. Es un poco lo que dice el refrán, ¿no? "Pa' lo que me queda en el convento, me cago dentro". Exacto.
Vamos entonces con la primera. Propongo probar la hamburguesa de donuts de Paula Deen. Es el prototipo de comida cerda, hipercalórica y rebosante de grasas saturadas a la que nos tenemos que entregar en un día como hoy. ¿Qué importan nuestras arterias si vamos a morir? No sé, tiene una pinta un poco asquerosa. Ya, pero algo me dice que la mezcla de donuts, carnaza y huevo frito debe de funcionar. Y si a una diosa del guarrete como a Paula le gusta, es por algo. ¿Quién es esta señora? Paula Deen es una superestrella de la televisión culinaria en Estados Unidos, y su cocina es todo menos sana. El chef Anthony Bourdain la definió como "la peor persona de América, y la más peligrosa", y fue capaz de anunciar públicamente que tenía diabetes justo después de firmar un contrato promocional con una farmacéutica que fabrica un tratamiento para la enfermedad. Toda una inspiración en un día como hoy.
Muy bien. Segundo plan. Comprar todos los cacharros de cocina que puedas en la teletienda. ¿Qué? ¿Pero para qué vas a comprar si se acaba el mundo? Por el mero placer de hacerlo. Yo llevo décadas reprimiéndome cada vez que veo cosas ABSOLUTAMENTE INDISPENSABLES a la venta en la televisión, como el Super Slicer, el Slap Chop o el Flavour Wave Turbo. ¿Imaginas el placer de llamar sin ninguna clase de control y quemar la tarjeta de crédito comprando esos maravillosos artilugios? ¡¡¡Mejor que 10 orgasmos múltiples seguidos!!!
Madre mía cómo estamos... A ver, tercer plan. Comprar angulas y comértelas con salteaditas con ajo, aceite de oliva y guindilla. Algo que yo no he hecho desde principios de los ochenta, y que echo mucho, mucho, mucho de menos. Necesitas mucho dinero para eso. Sí. Unos 900 euros por kilo. Pero yo con 300 gramos ya me quedaría satisfecho. ¿Y si no tienes la pasta? Vendes cualquier cosa mínimamente valiosa que tengas en casa o pides prestado a algún pariente o amigo. Total, no vas a tener que devolverlo.
Esto último me ha gustado. Venga, el cuarto plan. Emprender una pelea de comida en casa. ¿Quién no ha soñado con liarse a tartazos, a platos de espaguetis o a cualquier cosa que chorree y que manche mucho, como en las películas? Suena un poco infantil. Ésa es justamente la gracia, el volver a ser crío por un día sin preocuparte de que todo quede hecho una pena. Esto lo puedes hacer cualquier día. No creas. Si te lias a platazos en un restaurante, es posible que acabes en comisaría. Y si lo haces en casa, arruinarías las paredes y las alfombras de casa, y luego encima tendrías que limpiar. El apocalipsis es fantástico porque permite una guerra de comida sin ninguna clase de remordimiento o de miedo a una sanción. Vaya chorrada. Michael Jackson y Macaulay Culkin eran fanses de las peleas de comida, y mira lo bien que acabaron.
Todos estos planes están muy bien si la Gran Destrucción llega por la tarde o por la noche. ¿Pero y si ocurre a mediodía? Tengo un plan mañanero perfecto para los más precavidos. Se llama Desayuno brutal. ¿En qué consiste? Básicamente en hacer el bestia con el desayuno como lo hacen en Swedish Meal Time, un canal de YouTube de comida gore sueca para hombres primitivos aficionados al metal. No entiendo nada. Lo mejor es ver el vídeo e imitar.
¿Alguna propuesta más? Sí, tengo un plan específico para vegetarianos y veganos, para que luego digan que me meto con ellos. ¿En qué consiste? En darse una jartá de jamón y de chorizo ibéricos. Muy gracioso. ¿Y por qué iban a hacer tal cosa si no comen carne? A ver, si el mundo se acaba, su acción ya no tiene ninguna consecuencia. El animal en cuestión del que comerán está muerto desde hace tiempo, y la compra no implica que vayan a sufrir y a morir más porque el ser humano desaparecerá. Así que se pueden dar el gustazo de meterse un plato de la mejor charcutería sin conflictos morales. Visto así, hasta Paul McCartney lo haría. Me apostaría un brazo a que ahora mismo se está zampando un filete.
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