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¿Cómo comeremos con el PP?

Rajoy, sirviendo comida en un centro de acogida de Madrid en 2009. / EFE
Rajoy, sirviendo comida en un centro de acogida de Madrid en 2009. / EFE
Mikel López Iturriaga

Supernotición: el PP ha ganado las elecciones. Lo que toda España sabía que iba a pasar ha pasado, y Mariano Rajoy será el próximo presidente del Gobierno. Mis felicitaciones a los triunfadores y mis condolencias a los perdedores, que van a necesitar más que agua en su travesía del Sáhara, el Gobi y Los Monegros juntos.

¿Cómo va a influir en la comida el fin de la etapa zapateril y el advenimiento del ciclo rajoydiano? Es lo que me preguntaba yo ayer mientras veía en la tele las clásicas imágenes de los candidatos, los abuelitos y las monjitas votando. Pues bien, el pan nuestro de cada día no parece que vaya a sufrir una revolución, puesto que más allá de alguna bronca suelta por la crisis del pepino, la política alimentaria no ha generado grandes debates entre el PP y los anteriores gobernantes. Hay matices, eso sí.

El programa de los populares no concreta demasiado qué van a hacer en este terreno, más allá de una declaración de intenciones que firmaría cualquier persona sensata: "Promoveremos hábitos de vida saludables y pautas de consumo responsable, velando por los derechos de los consumidores". Vale. Confío en que así sea, y que la vida saludable y los derechos de los consumidores estén siempre por encima de los intereses de ciertos grupos de presión del sector. Soy así de ingenuo.

Mirando al pasado para intentar ver el futuro, he buscado cuál fue la postura del PP en uno de los pocos asuntos alimentarios que han generado algo de polémica en España en los últimos tiempos: la prohibición de la venta de refrescos y bollería en los centros escolares. Leyendo los diarios de sesiones del Congreso -cada cual tiene sus perversiones- compruebo que nuestros futuros gobernantes se opusieron a la medida. "No podemos estar de acuerdo con una nueva prohibición que nos impone este Gobierno, entendiendo que no existen alimentos buenos o malos per se, sino que son las dietas las que pueden ser equilibradas o desequilibradas", dijo la diputada Belén Do Campo Piñeiro.

Los populares aseguraron que, al limitar el consumo de azúcar, la ley supondría un perjuicio económico para el sector azucarero en un momento de crisis, y que no frenaría el galopante aumento de la obesidad infantil. "La solución [a este problema] pasa por una buena educación en los hábitos nutricionales y por el fomento de la actividad física, y no por la prohibición de alimentos individuales".

En resumen, podemos prever que el PP derogará esta medida y que los bollycaos y las fantas volverán a las escuelas, hecho ante el que tengo el corazón partío: por un lado me horrorizo ante esos niños que están todo el santo día comiendo porquerías como yonquis del azúcar y la grasa, pero por otro lado pienso que es responsabilidad de los padres enseñarles que hay otra manera de alimentarse, y que gracias a esa educación a mí no me pasó nada por zamparme unos cuantos bonys y donuts en el colegio cuando era un crío.

Lo que sí me gusta sin ningún reparo del discurso de la diputada popular es su apuesta por promover la enseñanza de la nutrición y la alimentación en los centros escolares. Confío de nuevo en que no se les olvide y que tomen medidas efectivas para concienciar a los chavales de la importancia de la comida, porque si no, el futuro se presenta obeso, precocinado e ignorante en lo culinario.

Otra ley que afecta a la jamada y que quizá cambie el PP será la que prohíbe fumar en bares y restaurantes. Digo "quizá" porque tras leer las declaraciones de Rajoy al respecto en las últimas entrevistas no me he enterado de qué va a hacer. Debo de ser corto, lo sé. En fin, mi postura ya la dejé clara en anteriores episodios, y no voy a incidir más en ella: me parece que una derogación sería un despropósito y un paso atrás.

Aunque se trata de una competencia autonómica, es de suponer que la presencia de los populares en el gobierno central y en casi todos los regionales favorecerá una mayor liberalización de los horarios comerciales. La parte buena: habrá más horas para hacer la compra. La parte mala: el posible efecto negativo sobre el pequeño comercio en beneficio de las grandes superficies. El PP también se ha comprometido a reducir la carga administrativa en la implantación de nuevos negocios; si lo logra, los emprendedores del ramo alimentario y hostelero lo tendrán más fácil a la hora de impulsar propuestas frescas.

Ya en un plano más frívolo, aunque no por ello menos interesante, queda por ver si Rajoy o su esposa, Elvira Fernández, marcarán un nuevo estilo gastronómico, un poco en la línea de los Obama en EEUU. El futuro presidente luce como un firme defensor de la cocina tradicional, los cocidos y otros platos de cuchara. Hay que reconocer que ha dado una lección dietética bajando unos cuantos kilos en los últimos tiempos, hazaña lograda a base de cenar fruta y yogur. Veremos si en su mandato simpatiza con la alta cocina -un reclamo que atrae turismo de calidad a España- o si continúa discreto y frugal. En cuanto a la, ejem, primera dama, muy poco se sabe de ella y sus gustos. Quién sabe, igual nos sorprende montando un huerto ecológico en la Moncloa en plan Michelle...

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Sobre la firma

Mikel López Iturriaga
Director de El Comidista, web gastronómica en la que publica artículos, recetas y vídeos desde 2010. Ha trabajado como periodista en EL PAÍS, Ya.com o ADN y colaborado en programas de radio como 'Hoy por hoy' (Cadena Ser), 'Las tardes de RNE' y 'Gente despierta'. En televisión presentó programas como El Comidista TV (laSexta) o Banana split (La 2).
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