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Más manuscritos en un mundo de pantallas

La digitalización escolar genera dudas en la comunidad educativa y consenso en que tecnología y medios analógicos deben coexistir

Extra Formación 12/05/24
Maskot (GETTY IMAGES)

Tenemos una crisis de lectura en las escuelas suecas. El Gobierno quiere ver más libros de texto y menos tiempo de pantalla en las clases”. Hace ahora un año, la ministra de Educación de Suecia, Lotta Edholm, anunció la suspensión de la estrategia de digitalización escolar del país nórdico ante la caída de la comprensión lectora de sus alumnos. “Los libros tienen ventajas que ninguna tableta puede sustituir”, afirmó entonces. Y alertó del peligro de crear “una generación de analfabetos funcionales”. Para evitarlo, Suecia destinará hasta 150 millones de euros para recuperar estos materiales educativos en papel en los colegios. Una decisión inaudita en un país pionero en digitalizar las aulas.

Según Edholm, los 544 puntos obtenidos por los alumnos suecos en el IX Informe de Comprensión Lectora PIRLS —en 2016 fueron 555 puntos— reflejan una caída que es consecuencia directa de la exposición de los menores a dispositivos móviles. Esta afirmación genera, sin embargo, enormes dudas entre los expertos. “No hay ningún estudio que sostenga esa correlación y sí existen múltiples recursos digitales para mejorar la competencia lectoescritora”, sostiene la especialista en Tecnología Educativa y directora del Instituto de Ciencias de la Educación de la Universidad de Santiago de Compostela (USC), Carmen Fernández. Ningún otro país ha seguido por el momento los pasos de Suecia. Tampoco España, donde el Consejo Escolar del Estado sí ha prohibido el uso de móviles en los colegios y ciertas limitaciones en los institutos, aunque esa es otra cuestión.

Por sí mismas, razona Fernández Morante, las herramientas digitales no mejoran los procesos de enseñanza, solo tienen sentido dentro de un proyecto pedagógico y su uso debe estar siempre supeditado a ese propósito educativo. Pero el debate debe ser más profundo e ir más allá de aprender (o no) con determinados elementos tecnológicos en la escuela. “Es urgente que los niños y las niñas sean conscientes de que las tecnologías forman parte de su entorno, comportan nuevos lenguajes que deben conocer, implican riesgos y sesgos, generan oportunidades y pueden conllevar brechas sociales”, apunta. Por eso, es imprescindible que se incorporen de forma gradual en el sistema educativo, según las posibilidades didácticas y las necesidades de alfabetización, para un uso seguro por parte del alumnado.

El investigador Alfredo Hernando insiste en la idea de que ahora mismo, “para ser un ciudadano pleno”, es preciso disponer de competencias digitales. “Es algo que hay que trabajar desde segundo ciclo de primaria”, prosigue. Es decir, a partir de los ocho años. Hernando es el fundador del proyecto Escuela21, un laboratorio de innovación educativa que identifica y replica las mejores prácticas internacionales en las escuelas más innovadoras. En su opinión, la alfabetización digital debe comenzar desde la infancia para, entre otras cosas, aprender a combatir una de las mayores amenazas que se ciernen sobre las sociedades occidentales: la desinformación. Es a través de las pantallas, incide el experto, como se debe enseñar a los menores a acceder a fuentes fiables de información para que lleguen a ser ciudadanos críticos, con plenas competencias y conocimientos digitales.

Dibujos en un papel

Que se empleen estas herramientas tech en las clases no implica que métodos tradicionales como escribir a mano o dibujar en papel tengan los días contados. “Una parte muy importante del proceso de aprendizaje tiene que ver con la organización del conocimiento a través de la creación del lenguaje y la estructuración de la escritura manual”, razona Alfredo Hernando. En este punto, Carmen Fernández, de la USC, desliza una advertencia: escribir con lápiz y bolígrafo activa múltiples procesos beneficiosos y necesarios, “pero la tendencia a priorizar la escritura con los teclados lamentablemente sí está afectando a nuestras habilidades”, por lo que debe de invertirse dicho hábito. El aprendizaje escolar requiere del desarrollo de todos los aspectos de la persona (cognitivos, emocionales, éticos, físicos, psicomotores), y trabajar con materiales analógicos y manipulativos como lápices, tizas, cartulinas, libros, tijeras o pegamento contribuye a adquirir habilidades indispensables que las tecnologías digitales no proporcionan.

En cualquier caso, propuestas radicales como la adoptada por Suecia no ayudan a solucionar una cuestión compleja y repleta de aristas. “Existen muchísimas experiencias de buenas prácticas educativas gracias a la tecnología. Pero también las hay mediante el uso manipulativo con cerámica o con lápiz y papel. Lo importante es cómo se utilizan las herramientas y los soportes”, señala Luis Lizasoain, profesor de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación de la Universidad del País Vasco. O lo que es lo mismo: tecnologías digitales y formatos analógicos e impresos deben ser complementarios.

Comprensión lectora en caída

Los estudiantes españoles de 15 años han empeorado su rendimiento en matemáticas y lectura, y están estancados en ciencias. Los datos del último informe PISA 2022, que elabora y publica cada tres años la OCDE, revela una caída generalizada de estos indicadores en casi toda Europa.“Las dificultades de comprensión lectora son comunes en países como el nuestro y pueden deberse a múltiples factores, no solamente a la dependencia o al excesivo uso de materiales digitales”, reitera la profesora de la USC Carmen Fernández Morante. Entre ellos, el efecto del confinamiento y del cierre de centros escolares durante los peores meses de la pandemia.

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