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El ‘ciberbullying’ se extiende a los cursos universitarios

Los expertos reclaman mayor sensibilización e intervención para prevenirlo ya que, en muchos casos, provoca el abandono de los estudios superiores

Extra Formación II 18/09/22
Ridofranz (Getty Images/iStockphoto)

Según los datos del informe La opinión de los estudiantes, realizado por la Fundación ANAR con el apoyo de Mutua Madrileña, casi uno de cada cuatro alumnos en España (24%) asegura conocer a alguien en su entorno educativo (colegio o instituto) que ha sido víctima de ciberacoso. La sociedad parece estar acostumbrada a recibir este tipo de datos estadísticos que, poco a poco, han ido generando conciencia sobre los riesgos que entraña el acoso, tradicionalmente llevado a cabo en las aulas y actualmente trasladado al entorno digital. En este sentido, el Departamento de Educación del Gobierno vasco señalaba este mismo año que uno de cada tres casos de acoso escolar se produce ya en internet.

Pero la sociedad no está tan acostumbrada a asociar la práctica del ciberbullying con el entorno universitario. “Es una realidad y sin embargo su existencia se ha venido cuestionando, pues a los estudiantes universitarios se les presupone una madurez psicosocial que hace pensar que los problemas de acoso o ciberacoso en las relaciones con los iguales se minimizarían al abandonar la educación secundaria. Nada más lejos de la realidad”, sostiene María Jesús Caurcel, profesora del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Granada.

Según los resultados de un estudio llevado a cabo con casi 600 estudiantes por la propia Caurcel, el 16,2% de los participantes señaló sufrir o haber sufrido cibervictimización, un 6,7% se reconoció como ciberacosador y el 8,4% del alumnado declaró haber sido tanto víctima como agresor. “Estudios previos desarrollados en el contexto español sitúan el porcentaje de ciber­acoso entre el 20% y el 50%. En nuestro estudio solo evaluamos el porcentaje de ciberacoso producido a través del móvil, ya que podemos decir que es un apéndice de nuestros adolescentes y jóvenes, y una herramienta imprescindible en su vida diaria”, argumenta la investigadora, que añade que el perfil tipo de víctima de ci­ber­aco­so que trazaron en la investigación —mujer, con poca presencia de afectos positivos respecto a las relaciones con los iguales y con una edad menor de 19 años— “coincide” con el que se encuentra en etapas educativas previas como la ESO o bachillerato. “No en vano, estudios previos revelan que haber sido víctima de ciberbullying en educación secundaria es un factor de riesgo significativo para seguir siendo acosado en la universidad”, subraya.

El impacto del hostigamiento

Las víctimas del ciberacoso sufren múltiples consecuencias negativas derivadas de dicho hostigamiento que, en última instancia, según datos de un informe realizado por la Organización Mundial de la Salud, organismo de la ONU, lleva al suicidio a 200.000 jóvenes de entre 14 y 28 años en todo el mundo cada año. “Ser víctima de ciberbullying acarrea pésimas consecuencias: la víctima ve afectada negativamente su salud mental (puede desarrollar trastornos como ansiedad, estrés o depresión), su desarrollo social y académico, su futuro”, enumera Ana Belén Bernardo Gutiérrez, profesora titular del Departamento de Psicología de la Universidad de Oviedo y miembro del grupo de investigación Aprendizaje Escolar, Dificultades y Rendimiento Académico (Adir), que lleva años investigando las variables que se esconden tras la decisión de abandonar los estudios superiores.

“El abandono definitivo de la universidad en España se sitúa en el 20,8%, siendo esta cifra más alta que en otros países europeos. Una de las variables que influyen es la motivación, el sentimiento de pertenencia al grupo. La relación que el estudiante tiene con sus compañeros influye en la probabilidad del abandono de los estudios. Es aquí donde entra en juego el ciberbullying, ya que ser víctima también lleva a muchos estudiantes a la decisión de abandonar definitivamente la institución”, explica Bernardo Gutiérrez.

Los datos así lo corroboran. Según un estudio llevado a cabo desde Adir, con una muestra de 1.600 alumnos y publicado en la revista Higher Education Research & Development, el fenómeno del ciberacoso no solo afectaría a un importante porcentaje de estudiantes universitarios, sino que además sería una variable de influencia que incrementa “notablemente” la probabilidad de abandonar los estudios. “Aproximadamente un 30% de la muestra analizada reconocía haber sufrido difusión sin su consentimiento de fotografías o grabaciones en actitud sexualmente sugerente. El 93% de ellos toma la decisión de abandonar sus estudios”, alerta la investigadora, que, más allá de este llamativo dato, añade que otras prácticas de acoso y ciberacoso, como sentirse ignorado o excluido del grupo-clase o ser víctima de usurpación de identidad de forma reiterada, “también disparan la intención de abandonar los estudios”.

Una ley de convivencia para atajar el problema

“Se necesita más concienciación e intervención para prevenir el fenómeno del ciberbullying y, sin duda, se necesita trabajar más a fondo en este tema y en cómo afecta a los estudiantes universitarios, ya que más allá de porcentajes, el ciberbullying deja tras de sí víctimas que sufren sus consecuencias en el ámbito personal, familiar, social y que optan, en muchos casos, por abandonar su sueño universitario y ven truncados sus planes de futuro como vía de escape a esta situación de ser víctimas”, reflexiona Ana Belén Bernardo Gutiérrez.
En noviembre de 2021 el Congreso de los Diputados aprobó la Ley de Convivencia Universitaria. Casi un año después, ¿en qué se ha traducido? “En el caso concreto de la Universidad de Granada hay un compromiso por proporcionar un ambiente de aprendizaje, de trabajo y de vida donde se respeten los derechos y la dignidad de todos los miembros de la comunidad universitaria”, sostiene María Jesús Caurcel. Bernardo Gutiérrez, por su parte, considera que hay que trabajar “lo antes posible y en profundidad” en la implementación de mecanismos de sensibilización y acompañamiento de las víctimas de cualquier tipo de acoso. “No podemos seguir tolerando que nuestros estudiantes universitarios abandonen sus estudios por ser víctimas de ciber­bullying”, concluye.

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