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Extra Eventos

La colaboración público-privada, un pilar para un mundo que se rearma

Las grandes empresas del ramo coinciden en una visión de unión de capacidades para que el tejido se beneficie al máximo de todas las ayudas que se han desplegado desde Bruselas

Óscar Granados

El dueño de una tienda de equipajes instalada en Marte se asoma a la puerta y mira al cielo. Aquella noche, según cuenta Ray Bradbury en Crónicas marcianas (Planeta, 1955), llegó la noticia de que la guerra iba a estallar en la Tierra. Sí, aquí mismo. Algo incrédulo y ajeno, el vendedor ve al planeta en el cielo nocturno, descendiendo como el sol detrás de las colinas. Es de noche y en el local lo acompaña un sacerdote que cuenta que, en su infancia, decían lo mismo: “Nos decían que había estallado una guerra en China y no lo creíamos. Estaba demasiado lejos. Y moría demasiada gente. No lo creíamos ni al ver las películas”. Esa ilusión de distancia, propia de la ciencia ficción, se da de bruces con la realidad actual.

Y no es que el mundo se prepare para un conflicto armado, pero sí que ha encendido el motor de la industria que le da vida ante las crecientes amenazas geopolíticas. Europa, a la que durante años la guerra le pareció lejana, está echando toda la carne al asador, pues necesita capacidades propias; tecnológicas, sostenibles y, sobre todo, alineadas en un contexto que cambia a una velocidad de vértigo. Las compañías están desarrollando sistemas y tecnologías al tiempo que marcan el futuro de la economía. La Unión Europea ha puesto en marcha una serie de instrumentos para dar un impulso: el Fondo Europeo de Defensa (EDF, según sus siglas en inglés); el Programa para la Industria de Defensa en Europa; el Programa de Apoyo a la Movilidad Militar; el Programa de Fomento de la Producción de Municiones; el Instrumento de Adquisiciones Comunes, y el más conocido, el SAFE (Scaled Agile Framework), que incluye un crédito de 150.000 millones de euros, de los cuales España ha solicitado 1.000 millones, entre otros más.

“Es la primera vez que la Unión Europea pone en marcha herramientas específicas en el ámbito de la defensa y eso es muy importante”, reconoció Ricardo Domínguez, presidente de Navantia. Por ejemplo, en el Fondo Europeo de Defensa, de los 36 proyectos aprobados, 26 cuentan con participación española. “En el caso de Navantia, lideramos cuatro de ellos, con la participación de empresas de hasta 14 países y de más de 23 entidades… Es una herramienta activa que debemos aprovechar para impulsar el I+D y avanzar hacia la soberanía tecnológica que Europa necesita”, resaltó. En el caso de programas como la Corbeta Europea —en el que participan la española Navantia, la francesa Naval Group y la italiana Fincantieri, competidores en otros mercados—, la clave está en la cooperación entre países para abordar proyectos más ambiciosos que cada nación puede desarrollar por separado, mencionó Domínguez.

Paso adelante

“Es fundamental que Europa esté dando un paso adelante en materia de seguridad y defensa, y que financie proyectos industriales en este ámbito”, reclamó Jesús Serrano, consejero delegado de Grupo Mecánica de Vuelo (GMV). España y sus empresas han aprovechado la oportunidad, y su experiencia ha sido positiva en las convocatorias lanzadas. “El país está respondiendo muy bien y tiene una alta participación en los proyectos aprobados”, añadió. El directivo destacó que GMV es una de las dos compañías españolas con mayor actividad en el EDF, figurando de manera consistente entre las 10 firmas comunitarias con más proyectos adjudicados. “La evolución hacia una Europa de la Defensa aún tiene bastante camino por recorrer”, aseguró, aunque existen retos pendientes. Entre ellos, los administrativos —plazos largos, burocracia europea, coordinación entre socios de distintos países—, pero la senda es la correcta, concluyó Serrano.

Los instrumentos financieros europeos son complejos, especialmente para las pymes, advirtió Enrique López, consejero delegado de Grupo Amper. “Por eso, el papel tractor de las grandes compañías, con un protagonismo en Europa, es tan importante”. López explicó que algunos fondos financian I+D; otros el desarrollo de producto, y otros fases intermedias, todos con requisitos distintos. “Para las pymes, estos procesos son largos y costosos. Desde que asumen los primeros gastos hasta que reciben los fondos puede pasar mucho tiempo. Y eso complica su capacidad de financiación, especialmente en un momento como el actual, en el que hay contratos y actividad, pero se requiere liquidez para ejecutarlos”, destacó. Lo que se ha producido en el mercado, según Fernando Fernández, consejero delegado de EM&E Group, es una colaboración entre las compañías para aprovechar los recursos disponibles. “Se ha generado una dinámica muy positiva. Empresas como la nuestra colaboran con más de 100 entidades en Europa, lo que da una idea de su magnitud y del ecosistema que se está construyendo”, celebró Fernández.

Hace falta, eso sí, más ambición. Aunque Fernández aseveró que, a pesar de que esta reactivación se ha dado por el contexto geopolítico, se ha llegado a tiempo. “El pasado importa porque explica de dónde venimos, pero no determina el futuro, que dependerá de lo que hagamos a partir de hoy”, razonó. Y ante ese escenario, aseguró que las empresas nacionales tienen mucho que ganar. “Los que hemos vivido otras épocas, cuando España parecía no tener sitio en el tablero global, sabemos que nada es imposible. Y sí, hay que reconocer lo que hemos logrado: tenemos compañías tractoras, campeonas industriales y muchas pymes que pueden competir si se les da la oportunidad. Tenemos que jugar en la Champions League como un equipo competitivo”, remarcó Fernández. ¿Bajo fusiones, adquisiciones o simplemente colaboraciones? “Dependerá del caso. Lo importante es alcanzar el objetivo: ser competitivos y sentarse en la mesa europea con voz propia”, zanjó.

En la industria de defensa, más que mirar el tamaño por sí solo, se buscan capacidades: industriales, financieras, comerciales, logísticas, de influencia y, por supuesto, tecnológicas. “Y esas no siempre dependen del tamaño”, constató Enrique López, de Grupo Amper. “Lo prioritario es la colaboración entre empresas de distintos tamaños, siempre orientada a mejorar la competitividad”, agregó Serrano, de GMV. Para Domínguez, presidente de Navantia, la clave para tener una mayor fuerza en el sector es apoyar a start-ups y pymes que lideran los proyectos más innovadores del mercado.

Cambio de orientación

Desde 2022, en España y en el resto de los países de la UE —especialmente en los del Este europeo, por su cercanía al conflicto en Ucrania— hemos visto cómo la seguridad y la defensa han dejado de ser intangibles, dijo Adriana Maldonado, diputada del PSOE. “Es la primera guerra desde la Segunda Guerra Mundial que se libra en las fronteras de la Unión Europea. Eso ha cambiado nuestras prioridades y la forma en que orientamos los esfuerzos económicos y los de la industria”, subrayó. La representante mencionó que España y la UE están avanzando hacia una autonomía estratégica en un momento en el que no “nos podemos equivocar”, avisó. “La política española, con los consensos necesarios, y la política europea deben ser capaces de trazar una hoja de ruta hacia 2050”, concluyó Maldonado.

Un presupuesto récord de 33.000 millones de euros

Miguel Ángel García Vega

Al igual que si fuera la princesa Dánae, una lluvia dorada cae sobre la industria de Defensa. Las cifras acompañan a un mundo donde existen 50 conflictos abiertos; la rivalidad estratégica se dirime en el ciberespacio; la ilegal invasión rusa de Ucrania continúa sin dilucidarse; la tornadiza situación en Oriente busca encontrar una paz duradera en Gaza, y sin embargo el Sahel —advierte Amparo Valcarce, secretaria de Estado de Defensa del Gobierno español— continúa siendo un foco de enorme inestabilidad. Detrás de este análisis global se cruzan, como meridianos y paralelos, las cifras y los objetivos.

“La sociedad europea debe entender que no hay prosperidad sin defensa ni seguridad, pero también que resulta imposible la seguridad sin la industria de defensa”, explicó Valcarce. Junto a esta frase de doble uso recae el propósito de crear “un motor de innovación, empleo cualificado y cohesión territorial”, desgranó la política. España será tan fuerte como lo sean sus capacidades propias y las de sus socios.

Resulta incontestable que ni en el mejor de sus mundos la industria española de Defensa esperaba esta lluvia de oro. Los datos dan, primero, el contexto. España es el noveno exportador (2020-2024) mundial de uso dual. Ha ido aumentando su presupuesto en línea con lo que pide la demanda geopolítica circunstancial.

Este año, el gasto militar superará los 33.000 millones de euros. “España tiene un elevado nivel de reconocimiento internacional, no solo por ese esfuerzo económico, sino porque cumple con los objetivos de operaciones asignados por la Alianza”, reconoció Valcarce. Además, es la cuarta nación perteneciente a la OTAN en cuanto a nivel de cumplimiento de dichas atribuciones.

Pero aquí parte la contestación a Donald Trump y su imposición de que todos los actuales socios de la Alianza dediquen el 5% de su PIB a gasto militar: “España es un país soberano para cumplir las obligaciones correspondientes con la OTAN”, defendió la secretaria de Estado. Jugar con dos barajas, dirían algunos; o ya veremos en 2035, pensarán otros. Esa es la fecha en la que se debería alcanzar dicho porcentaje. Quizá nunca lleguemos. Y Trump no ocupe ya la Casa Blanca.

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Sobre la firma

Óscar Granados
Es periodista. Estudió Comunicación y Periodismo en la Facultad de Estudios Superiores Aragón (México) y cursó el Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Colaborador habitual del suplemento Negocios.
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