La luz se encomienda a las renovables
Acelerar el papel de las energías limpias en la generación eléctrica es clave para reducir la volatilidad del mercado mayorista y la dependencia exterior de los combustibles fósiles
Primero, la mala noticia: no es previsible que la factura de la luz baje ni en 2022 ni en 2023. “En 2022 estamos viendo una estabilización de los precios, pero en los niveles actuales”, es decir disparados, según avanza Íñigo Amorebieta, consejero delegado (CEO) de Otovo en España. La demanda ha aumentado tras el parón por la covid-19, y el gas y los derechos de emisión de CO2, por las nubes, encarecen el mercado mayorista de la energía (y con él la tarifa regulada, PVPC), que ha llegado a experimentar picos por encima de los 300 y 400 euros el megavatio hora. La buena nueva es que, conforme las renovables, más baratas de producir, vayan copando el mix eléctrico en detrimento de los combustibles fósiles, los precios irán bajando, o eso al menos dicta la lógica. “La bola roja es que los precios bajarán, y esa bola saldrá en algún momento, pero no sabemos cuándo”, reconoce Eloy Sanz, investigador y profesor de Tecnologías Energéticas y Energías Renovables en la Universidad Rey Juan Carlos (URJC).
El mercado mayorista español (como el del resto de la Unión Europea) es marginalista, lo que significa que toda la energía se paga al precio más caro, el del último productor (gas natural) que entra al mix para cubrir la demanda. Ya en agosto de 2021, el Banco de España abordaba en un informe el papel del coste de los derechos de emisión de CO2 y del encarecimiento del gas en la evolución reciente de los precios minoristas de la electricidad en España, constatando que estos casi se habían duplicado entre diciembre de 2020 y junio de 2021, y que “la mayor parte del incremento –aproximadamente la mitad– provendría del aumento de los precios del gas, materia prima empleada por las centrales de ciclo combinado”. El estudio concluía que “la evolución de los precios mayoristas de la electricidad en otros mercados europeos ha sido similar a la del caso español”.
Desplazamiento de las fuentes
“Las renovables irán desplazando del sistema a las ofertas más caras”, incide Francisco Valverde, responsable de Renovables de Menta Energía. Logrando, ya de paso, que la coyuntura geopolítica (léase conflicto en Ucrania o China haciendo acopio de gas natural licuado) no marque tan dramáticamente lo que pagamos en España por la electricidad que consumimos. “Pero, según y cómo”, matiza Valverde. “Estadísticamente estamos quemando un 40% menos de combustible fósil que hace cinco años, lo que no quiere decir que un día no nos levantemos sin viento ni sol, y con un frío de narices, y nos pongamos a quemar gas como si no hubiera un mañana”, describe. El gasto, sobra decirlo, acusará el repunte.
Sanz afirma que el precio de la electricidad siempre ha fluctuado, “lo que pasa es que no éramos conscientes porque no salía a diario en las noticias”. Aunque sí admite que, muy probablemente, la volatilidad irá a más en el futuro. Amorebieta coincide. Las renovables, que proceden de la naturaleza, son, por definición, variables. Y los combustibles fósiles que las acompañarán todavía unos años van a tener, también, vaivenes de costes a medida que avance la transición energética, según ha avisado la Agencia Internacional de la Energía. “Nunca había habido tanta diferencia de precios entre las tecnologías más y menos baratas del mix”, recuerda Jorge Morales, director de Próxima Energía. Ni tanta fluctuación, ni tan acusada, dentro de un mismo día.
El principio, tradicionalmente válido, de que la luz cuesta más en invierno y menos en verano y en las primaveras de mucha lluvia (que no es el caso de 2022; es más, la escasa reserva hidráulica actual es otra de las razones que alejan la posibilidad de que la electricidad baje este año) tiene los días contados, a juicio de Amorebieta. En Europa se están construyendo interconexiones de redes –entre Noruega y Reino Unido y Alemania, de norte a sur en Alemania, entre Francia y España, del sur de Escandinavia a Polonia–, lo que significa que los países se trasvasarán energía unos a otros y no dependerán tanto de su propio clima o condiciones meteorológicas”, precisa. “España es una isla energética; cuanto más interconectados estemos, mejor, más salida para los excedentes, los nuestros y los de nuestros vecinos”, remacha Sanz.
Se desdibujan, por tanto, las diferencias de costes entre las estaciones, y puede que también lo hagan entre el día, actualmente más caro porque sube la demanda, y la noche, más barata, porque baja. “¿Qué ocurrirá cuando tengamos vehículo eléctrico y decidamos cargarlo, todos a la vez, de noche?”, plantea Amorebieta. O cuando fábricas completamente automatizadas pongan a sus máquinas a trabajar de madrugada, buscando el ahorro. Por no hablar de los cobros por congestión, que cada vez estarán más a la orden del día según apuntan varios expertos, como mecanismo para impulsar el consumo en las horas valles y penalizarlo en las pico. De hecho, ése era el propósito de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) cuando lanzó una nueva factura de la luz en España con tres tramos horarios. Fue el 1 de junio de 2021, con tan mala suerte que enseguida quedó solapada y desdibujada por la escalada de precios de la energía.
A Valverde le parece muy bien que el consumidor tome consciencia de cómo funcionan las bambalinas de la energía por la que paga. “¿Qué prefieres, estar informado o desinformado?”, pregunta. “Hemos de adaptarnos, pero sin verlo desde un punto de vista negativo, sino de oportunidad, como algo bueno”, tercia Pedro Fresco, director general de Transición Ecológica de la Generalitat Valenciana. Como cuando encontramos una oferta en el supermercado, y la aprovechamos. “En el futuro tendremos muchas horas de electricidad al año con precios baratos, y la tecnología nos ayudará a aprovecharlas; no nos asustemos porque no vamos a necesitar un control manual. Las Siris y las Alexas nos van a ir informando”, vaticina Fresco. Calentadores, calefacciones o electrodomésticos con un programador, vehículos eléctricos que se cargan automáticamente en horas de tarifa baja.
La meteorología manda
La lógica que regirá el largo plazo, cuando la energía fósil sea sustituida por soluciones de almacenamiento de las renovables, es que será más barato poner una lavadora en horas de sol o viento que cuando haya que tirar de baterías (que tampoco debería ser mucho más caro). “Mucha gente se escandaliza, ‘¿cómo vamos a depender de la meteorología en pleno siglo XXI?’ Pues así es, ¡bienvenido al siglo XXI”, enfatiza Valverde. Es esa apuesta por la meteorología, si se quiere expresar así, la que puede hacer de España uno de los países con la electricidad más baja de Europa a partir de 2024, según avanza el mercado de futuros, donde se negocia la energía que se entregará físicamente en los próximos años; también dice que no volveremos a los precios de los que veníamos hasta 2025. Pero los propios expertos conceden escasa credibilidad a esta suerte de bola de cristal que marca los designios del sector.
“¿Ves todos estos datos?”, pregunta Valverde después de un rato explicándolos, con paciencia de santo, sobre un cuadro de mercado de futuros de OMIP (Operador del Mercado Ibérico – Polo Portugués). “Pues no sirven para nada”. A tenor de las circunstancias que se dan hoy, para 2023, el mercado mayorista de la electricidad estará en 123,5 euros MW/h en España, en 151,88 euros MW/h en Francia o en 136,5 MW/h en Alemania; y para 2025 se situará en 62,15 euros MW/h en España, en 100,25 MW/h en Francia, en 96 MW/h en Alemania. Pero dentro de unas semanas, Putin, Biden o China toman una decisión, y el panorama muda drásticamente. O llega otro temporal Filomena que deja los pantanos rebosantes y listos para generar kW de hidráulica.
O cambia la manera en la que se fijan los precios de la electricidad en el mercado mayorista, lo que supondría una decisión de mucho calado que compete a la Unión Europea, que desde el sector de las renovables llevan años reclamando..., y que es muy poco probable que se tome. “La eólica y la solar pueden convivir, porque tienen un modelo esencialmente igual: inversión alta inicial y costes de combustibles cero; pero las renovables no pueden seguir vinculadas al mercado del transición; lo mismo que la nuclear y las fósiles tampoco deberían estar en el mismo mercado”, defiende Morales. “El sistema marginalista para fijar precios es del siglo pasado, de cuando competían el gas, el petróleo y el carbón, y las renovables no existían; no lo hemos adaptado, de manera que ahora, una pequeña parte de la energía que consumimos fija el precio del total, multiplicando por 10 el coste de las primeras unidades”, remarca Fresco.
Pronóstico arriesgado
“En un escenario lógico, con un mercado no marginalista y más renovables, la energía se abarataría”, asegura José Donoso, director general de UNEF (Unión Española Fotovoltaica) y uno de los pocos expertos que se mojan cuando se le pregunta cómo estarán las cosas dentro de cinco años. Él calcula que el coste medio del mercado mayorista se situará en el entorno de los 30 o 40 euros el megavatio hora. “Los costes medios de las subastas de renovables oscilan entre los 25 y 30 euros; de hecho, antes de esta crisis, nuestra preocupación era que unos precios tan bajos no dieran señales para la inversión”, señala.
“Esto pasará, y los precios bajarán y se estabilizarán, pero no podemos descartar sufrir otra crisis más adelante”, alerta Sanz. Por ejemplo, un año malo en eólica en el que suba la oferta y haya que volver a tirar de gas natural. Frente a coyunturas poco halagüeñas, muchos de cuyos factores geopolíticos escapan al control de un país soberano, “la mejor defensa es intentar depender cada vez menos de los combustibles fósiles, instalando renovables”, receta. España cerrará 2022 con un 50% renovable en la generación eléctrica, que será un 74% para 2030, según establece el PNIEC (Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021- 2030). Y baterías. “Ya tenemos soluciones de almacenamiento a gran escala, los bombeos hidráulicos”, recuerda. Donoso insiste en que la estabilidad de precios en un futuro libre de combustibles fósiles ha de pasar por el almacenamiento y el hidrógeno verde. “Son nuestro principal desafío”, declara.
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