Anatomía vegetal sobre fondo negro: trucos para hacer las mejores fotos de flores con el móvil

La primera planta que Gerardo Torres fotografió con su teléfono móvil fue un híbrido de anémona. Le siguieron narcisos, droseras, azaleas, tillandsias, onagras, flores de loto, helechos, bignonias… Jardinero de profesión, Torres trabaja desde hace 12 años en el Real Jardín Botánico de Madrid como encargado de las colecciones de orquídeas, bromelias, plantas epifitas y carnívoras. Y, en sus ratos libres, hace fotos con el móvil.

“Cuando comencé a trabajar como jardinero en la región andina de Trujillo, en mi Venezuela natal, siempre me interesó poder saber qué plantas estaba cultivando. Recurría a los libros, pero la mayoría de las veces las imágenes no mostraban lo que yo quería ver. Entonces me prestaron una cámara y comencé a fotografiar plantas ya identificadas”, explica. Esta afición, en origen documental y como archivo de trabajo, fue despertando poco a poco una sensibilidad artística en la mirada del jardinero. Comenzó a ver las plantas de otra manera.

Los jardines le proporcionaban un muestrario infinito de motivos que fotografiar, diferentes cada día, inagotables. Pasó a controlar tanto de apertura del diafragma y de velocidad de obturación como de pinzar una planta o enmendar un suelo arcilloso: “Superé la idea de hacer fotos realistas para esmerarme en captar solo lo que yo deseaba y necesitaba ver”. Y un buen día cambió la réflex por el móvil.

La cámara del teléfono que hoy todos llevamos en el bolsillo ha dado a las imágenes vegetales de Gerardo Torres una dimensión asombrosamente poética. Incluso habiendo cambiado del modo manual de la cámara al automático del móvil, ha logrado un interesante estilo personal, minimalista y despojado de todo lo anecdótico. Un estilo que por la profusión de detalles recuerda a la macrofotografía, pulcro y a la vez efectista, donde el único ornamento es la planta en sí misma. Emular su técnica es posible siguiendo algunas reglas muy básicas.

1. Elegir un motivo seductor

A la hora de elegir la planta, flor o fruto que se va a fotografiar, la pauta es dejarse llevar por la atracción a primera vista. Un flechazo puede ser el mejor criterio de selección. “Formas, texturas, colores… Siempre tengo en mente cuál es la fotografía que deseo y, digamos, fuerzo que lo que imagino y lo que veo se acaben dando la mano”, dice Torres.

2. Utilizar un fondo negro puro

“Para resaltar la figura, recurro a un fondo negro. Utilizo una mantita sujeta a un palo que he tuneado para dicho fin”, desvela el artista. El textil es un material de fondo perfecto porque no genera reflejos ni provoca que la luz rebote. También podría valer una cartulina no satinada o un papel afelpado.

3. Seguir la regla de los tercios

“Al encuadrar, trato de mantener una proporcionalidad entre el objeto y el contorno que lo rodea. Me guío por la regla de los tercios”, explica el fotógrafo. Esta pauta de composición está basada en la proporción áurea. Hay que trazar mentalmente en el espacio de la fotografía dos líneas paralelas horizontales y otras dos verticales, y colocar el motivo que se quiere destacar —la corola de la flor, el pétalo más luminoso o la hoja que tenga una estructura más bonita— en los puntos donde se cruzan estas líneas imaginarias.

4. Dejar que el formato se ajuste a la planta, no al contrario

“La composición la dicta lo que quiero fotografiar. No hay que forzar el motivo para encajarlo en el plano. Por ejemplo, una rosa siempre pide un formato vertical para que se vea no solo la flor, sino también las hojas y tallo”, razona. Colocar las plantas alargadas en diagonal es un gesto que siempre funciona. Si se va a retratar más de un ejemplar en una misma instantánea, hay que elegir siempre una pauta impar (3, 5, 7…), pues los impares transmiten subliminalmente connotaciones orgánicas, como la naturaleza, frente a la artificialidad de los pares. Así el resultado es más armónico.

5. Enfocar y disparar

“La aplicación que yo utilizo es Snapseed, de Google, que se puede descargar gratis. Esta herramienta tiene un funcionamiento muy sencillo e intuitivo. Siempre trabajo en automático, ajustando el enfoque y la exposición, dando un toque con el dedo en la pantalla del móvil justo antes de disparar”, recomienda.

6. Elegir una luz suave

“Uso siempre luz natural”, recalca. El resultado es mucho más uniforme y las texturas más plásticas y definidas. “Lo mejor es la luz de la mañana y del atardecer, que son más suaves y no generan sombras duras. La diferencia entre una y otra es la temperatura, más fría al amanecer y más cálida a la caída de la tarde”, explica el jardinero.

7. Ajustar la exposición, el tono y la saturación

Una vez hecha la foto hay que ajustar parámetros para conseguir el acabado deseado. En el retoque siempre menos es más. “Hay que ser muy cauto, porque manipular en exceso parámetros como el contraste puede jugar una mala pasada”, advierte. “Después de editar con Snapseed, si es necesario, hago un retoque final con el editor nativo del teléfono. En la edición final ajusto la exposición, el tono, el factor de saturación y los negros”.

8. Abrazar lo singular

“Perseguir la utópica imagen perfecta puede dar resultados muy plásticos, pero vacíos de relato. La perfección de una planta reside en su imperfección misma, en lo que tenga de particular”, dice Gerardo Torres. Un escorzo del tallo, una hoja ligeramente enroscada o las sutiles gradaciones de color dentro de un mismo pétalo. El teléfono que todos llevamos en el bolsillo es capaz de captarlo todo.

9. Todos los días puede haber una foto memorable

Para el fotógrafo, cada estación tienen su encanto. “En primavera hay una explosión de floraciones, colores y formas. En verano hay nuevas floraciones espectaculares, además de plantas en etapa vegetativa muy fotogénicas. El otoño es perfecto para retratar los colores cálidos, térreos y luces más difusas. En invierno, las estructuras de los árboles desnudos permiten jugar con los contrastes de llenos y vacíos y sugerir figuras sinuosas y ambiguas”.

Cuando busca inspiración, a Torres le funciona meterse en Instagram y mirar la etiqueta #shadowhunter; es decir, buscador de sombras. Contraluces, sombras proyectadas y formas recortadas entre la claridad y los negros más puros nutren su mirada de referencias sobre las que explorar nuevos acercamientos al reino vegetal a través de la cámara del móvil. “Mi oficio de jardinero me pone cada día frente a retos importantes, como lograr la supervivencia de plantas catalogadas como especies en peligro crítico de extinción”, dice. “Es lo más altruista que sé hacer”. Entonces apaga el teléfono y vuelve con las manos a la tierra. Para que el prodigio de una snowdonia, una Venus atrapamoscas, una rhizanthella o un zapatito de dama no queden para la posteridad únicamente en el carrete de su móvil y en su muro de Instagram.