Troppo, la historia de dos hermanos que empezaron cosiendo un forro polar en casa hace cuatro años y hoy facturan 700.000 euros
Pablo y Andrea Cotero, hermanos de 23 y 21 años, lideran desde el hogar familiar un negocio que comenzó de casualidad y que buscan expandir con nuevas líneas. Su éxito ha sido tal que se vieron obligados a cancelar pedidos por no poder responder ante la alta demanda
Los hermanos Cotero no tienen que salir de su casa para dirigir Troppo. La marca de ropa que fundaron de casualidad hace cuatro años nació de la manera más artesanal posible. “Nos juntamos unos amigos porque necesitábamos un forro polar. Al final decidimos hacérnoslos nosotros mismos. A la gente le gustó y en el primer fin de semana vendimos unos 30 polares. Luego diseñamos una camiseta, una sudadera... y hasta ahora”, explica Pablo Cotero (Santander, 23 años) a EL PAÍS en, precisamente, una oficina que han montado en esa misma casa de una urbanización de San Sebastián de los Reyes, al norte de la capital, donde viven él y su hermana Nela con sus padres y su gran perro, Pepe.
Poco a poco, aquellos amigos con los que Pablo empezó a gestar la empresa se fueron desvinculando de ella, momento en el que Andrea, llamada por todos Nela (Santander, 21 años), entró a formar parte del proyecto. Desde entonces, ambos —e incluso su familia— se han involucrado por completo en el proceso de creación, desde el diseño hasta la planificación. “Las iniciales las bordaba Pablo con una máquina que tuvimos que comprar, las banderas [que llevaban algunos polares] las cosía mi madre... todo quedaba en casa. Hasta nuestros amigos y primos nos ayudaban”, enfatiza Nela.
A pesar del crecimiento de la marca, mantienen esa esencia familiar y algo casera de los inicios, tanto que han convertido una parte de su vivienda en el centro logístico del negocio. Una firma creada por y para gente joven que ya tiene en mente más ideas para expandirse con nuevas líneas de negocio y que sueña con vestir a su misma generación de pies a cabeza.
Tal fue el éxito de Troppo que los dos hermanos decidieron aparcar sus estudios universitarios e intentarlo con nuevas enseñanzas. En el caso de Pablo, inició el grado de Finanzas, Banca y Seguros, pero terminó dejándolo por el de Administración de Empresas —en el que se encuentra actualmente—. Nela empezó Emprendimiento y ahora está estudiando Marketing. “Al final estamos haciendo cosas que nos sirven para el negocio”, subraya la joven, vestida, cómo no, con una sudadera ancha de su propia firma. A medida que fue creciendo Troppo fueron contratando a expertos que se encargaban de las tareas de las que ellos no tenían conocimiento. “Ahora tenemos una persona que viaja todas las semanas a Portugal a controlar la producción; tenemos quien nos edita los vídeos y quien nos diseña las prendas”, especifica su hermano mayor, que no para, y va señalando a los encargados de cada una de las patas del negocio, que continúan con su trabajo durante la entrevista.
Las redes sociales y la venta online han sido esenciales para un negocio que no cuenta con tienda física, pero que solo en 2021 facturó 700.000 euros. En el mundo actual, en el que todo se da a conocer gracias a campañas de publicidad o de marketing con los rostros más seguidos de las redes sociales, ellos prefieren crecer por su cuenta. “El tema de las influencers es complicado... Si te ven como una marca pequeña, te toman el pelo. No todo vale. Detrás de una sudadera hay un esfuerzo enorme y mucha gente”, reconoce Nela. Hasta el momento, todo lo que han conseguido ha sido gracias a su cuenta de Instagram —en la que acumulan más de 37.000 seguidores—, pero están en busca de un nuevo público que no les conoce todavía: el de TikTok. “Llevamos muy poco tiempo... Se nos complicó muchísimo. Es un algoritmo difícil, pero ahora mismo es lo que más consume la gente y hay que estar”, explica la joven.
La visión de Troppo ha cambiado mucho desde sus inicios, en los que se centraban en producir ropa que simplemente les gustaba. Ahora, buscan que cada producto tenga una historia y un mensaje que inspire a vivir aventuras. Aunque la producción la comenzaron desde casa, la han centralizado en Portugal, desde donde se exportan todas las prendas hasta España. “Aquí no hay muchas fábricas y Portugal es el sitio más cercano”, afirma Pablo, a lo que sentencia Nela: “Y con mejor calidad”. Reconocen que enviar la producción a Turquía o Asia abarataría los costes, pero la cercanía es clave en su proyecto.
Pero no todo ha sido bonito. A veces el éxito ahoga. El peor recuerdo de sus cuatro años de andadura es cuando la demanda de productos superó todas sus expectativas y no pudieron hacer frente a todo. “Tuvimos que cancelar muchos pedidos. Al final conseguir una venta cuesta muchísimo y había días que teníamos que cancelar 100 o 150. Teníamos más encargos que capacidad para entregarlos”, recuerda Pablo, que añade: “Hacíamos turnos para personalizar los productos durante las 24 horas. Uno se iba a la cama, el otro se despertaba, venían amigos a casa a bordar, mi madre nos ayudaba... era un no parar. Teníamos la casa llena de polares”.
A pesar de que todavía no tienen local físico, Troppo ya ha expuesto su ropa en dos tiendas efímeras o pop-up —una en Madrid y otra en Santander—. “Siempre se puede vender más y nunca vas a estar satisfecho con lo que vendes. Pero abrir una tienda física es un hito importante, porque es un nuevo reto, cambia mucho el tipo de venta. Puedes mejorar mucho la experiencia Troppo para que la gente conecte de verdad con lo que significa la marca. Ahora mismo, hacerlo online es muy complicado”, explica Pablo. “A la gente le gusta mucho ver lo que hay detrás, conocer los productos en persona... Con las pop-up hemos tenido una pequeña experiencia de lo que es tener una tienda”, recalca su hermana. El objetivo de futuro es contar con su propio espacio donde los compradores puedan conocer de cerca los productos, pero hasta que ese momento llegue continuarán con las pop-up. Este mismo año pretenden hacer cinco o seis. Otro de los objetivos es expandir sus productos y crear nuevas líneas textiles: bañadores, vestidos, pantalones... hasta llegar a las colecciones para niños. “Tenemos un concepto sobre el que queremos trabajar y no solo centrarnos en lanzar sudaderas y camisetas. Soñamos con que la gente pueda vestirse completamente de Troppo”, subraya el joven emprendedor.
Durante estos años, han conseguido cifras a las que no pensaban llegar, aunque siempre hay margen de mejora, tal y como defiende Pablo: “Desde dentro no valoras los números porque siempre quieres más. La clave ha sido reinvertir todo de nuevo en el negocio y dedicar todo el tiempo a hacerlo lo mejor posible”. Echan la vista atrás con nostalgia, por todo lo vivido juntos, pero también pensando en los proyectos que vienen y con los que esperan seguir creciendo. “Queremos inspirar a la gente con nuestra ropa”, defiende Pablo. “Que salgan de la monotonía de las redes sociales y animarles a vivir sus propias historias. Que no se queden solo con lo que ven a través de ellas”.
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