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El Jardín Botánico de Barcelona: allá donde van a dar todos los mediterráneos del mundo

Establecido en Montjuïc en 1930, sus colecciones de plantas representan a las comunidades vegetales que crecen en climas similares a los del mar que baña la capital catalana, como los de California, Chile, África del Sur o la Australia meridional

Jardin botanico Barcelona
Una Salvia lanceolata rojiza en el entorno sudafricano del Jardín Botánico de Barcelona.Ángel Hernansáez
Eduardo Barba

Fue en 1781 cuando Antoni de Meca i de Cardona, marqués de Ciutadilla, se dirigió al Ayuntamiento barcelonés con una resolución personal: “Que considerando la mucha falta (que) hace a este público el no haber en esta capital un Huerto donde se cultiven las hierbas medicinales, necesarias para la salud de sus individuos y donde puedan suministrarse de balde a todos los pobres, tiene resuelto disponer un Huerto Botánico, dotándolo de los correspondientes réditos, para que tenga el Público esta memoria de su persona”. Puede verse así cómo los jardines botánicos eran un bien social, más allá del ornamental y recreativo que se les puede otorgar hoy en día a nivel popular.

Los avatares para establecer un jardín botánico en la capital catalana fueron múltiples, unido a que también pasó por distintos emplazamientos desde finales del siglo XVI hasta su instauración definitiva en las canteras de piedra de la montaña de Montjuïc, gracias al insigne botánico Pius Font i Quer en 1930. Nació así uno de los rincones ajardinados más bellos y evocadores que se pueden descubrir en esta ciudad: el Jardín Botánico Histórico de Barcelona, apelativo que recibe hoy en día. Ese apellido de “histórico” se debe a que fue reemplazado (aunque sin desaparecer) por otro proyecto botánico moderno que vino aparejado a la revolución que generó las Olimpiadas de Barcelona de 1992. Ladera arriba del Montjuïc, al pie del Estadio Olímpico Lluís Companys, se diseñó el actual y moderno Jardín Botánico de Barcelona, que se inauguraría en el año 1999. La ordenación de sus colecciones de plantas se realizó en torno a una idea principal: representar las comunidades vegetales que crecen en el clima mediterráneo. Como bien es sabido, este clima no está exclusivamente circunscrito al mar Mediterráneo, sino que también se encuentra en California, Chile, África del Sur o la Australia meridional.

Así, en este botánico localizamos ocho zonas de cultivo ligadas a regiones geográficas, dentro de las cuales se hallan más de 70 comunidades vegetales distintas, más apropiadamente llamadas fitoepisodios. En estos fitoepisodios del jardín se cultivan plantas estructurales, normalmente árboles, junto a sus plantas acompañantes, como arbustivas o herbáceas. De esta forma, pasear por las sendas del botánico barcelonés nos lleva a visitar regiones florísticas tan apasionantes como el fynbos sudafricano, la frigana griega o el chaparral californiano. Este clima mediterráneo, aun a pesar de ocupar tan solo el 1,7% de la superficie de la tierra emergida, engloba en sus dominios hasta un 20% de la diversidad vegetal del planeta, con multitud de endemismos, como nos aclara el mismo folleto de este jardín.

Hinojo en flor y un 'Juniperus oxycedrus' del matorral basófilo.
Hinojo en flor y un 'Juniperus oxycedrus' del matorral basófilo.Ángel Hernansáez

Esta riqueza es debida al esfuerzo que han de realizar las plantas para resistir unos veranos extremadamente cálidos y secos, junto a la concentración de la etapa lluviosa entre el otoño y la primavera. Todo ello hace que solo las especies mejor adaptadas puedan salir adelante. Esta peculiaridad ha generado estrategias maravillosas que bien merecen un capítulo aparte para hablar de ellas. “En la mayoría de los casos, el objetivo de estas plantas en el verano es tan solo sobrevivir”, cuenta Ángel Hernansáez, jardinero y experto de las colecciones de este jardín botánico. Este entusiasta cultivador, que conoce hasta la más mínima planta de este espacio, destaca cómo en primavera “las plantas se apresuran a florecer. Las praderas naturalizadas se llenan de borrajas, caléndulas, lechetreznas, amapolas, cerrajas, lamios, malvas, viboreras, cardos… sobre un mar de gramíneas”, recalca, lo que hace de estos entornos toda una explosión de flora y de biodiversidad apabullante. En esta apreciación de la abundancia de plantas anuales en el mundo mediterráneo coincide David Bertran, técnico de colecciones del jardín: “Hay una cantidad increíble de este tipo de plantas que en un solo año realizan todos sus procesos, desde que nacen hasta que mueren, por disponer de muy poco tiempo para hacerlo. Son especies realmente muy vigorosas”.

Jaume Pàmies, técnico de gestión del Jardín Botánico de Barcelona, destaca que en esta institución “se busca la conservación y protección de las especies de este clima mediterráneo”, como si de un arca de Noé se tratara. “También cultivamos plantas de las Canarias”, aclara Pàmies, “unas islas poseedoras de un clima que está entre el subtropical y el mediterráneo. Como se considera que la flora mediterránea, evolutivamente hablando, parte de la laurisilva, se consideró que era interesante incluir esta región florística en el plan del jardín”.

'Euphorbia lambi' y 'Echium candicans' en el 'fitoepisodio' del bosque termófilo de Canarias.
'Euphorbia lambi' y 'Echium candicans' en el 'fitoepisodio' del bosque termófilo de Canarias.Ángel Hernansáez

Asistir a una conversación entre Pàmies y Bertran deja clara su vocación y pasión por cuidar de este entorno botánico privilegiado, un banco de pruebas donde aprender de la vegetación mediterránea, un paraíso soñado por cualquier amante de las plantas. Bertran apunta a dos de sus zonas preferidas del botánico: “Me encanta cómo se han desarrollado dos fitoepisodios en el jardín: la sabana sudafricana y el tabaibal canario, dominado por Euphorbia balsamifera. Tenemos un deseo de representar lo que en la naturaleza se ve y compone en cada fitoepisodio”. Ante la pregunta simplista de especies a destacar, Pàmies se decanta por “géneros como Banksia, Encephalartos y Xanthorrhoea”: “Pero también me gusta mucho la vegetación de la frigana del mediterráneo oriental, por ejemplo”.

Ángel Hernansáez recomienda, de nuevo, prestar atención a la primavera, “una breve ventana de oportunidad en la que hay que reproducirse a toda velocidad. Es en los meses entre marzo a mediados de mayo cuando en un jardín mediterráneo se produce una auténtica explosión de vida, de color y de luz”. La belleza del Jardín Botánico de Barcelona espera para aprender y deleitarse. Merece la pena acudir volando, como lo hacen esos miles de polinizadores para cumplir su función vital para todas estas plantas.

'Xanthorrhoea glauca' en plena floración.
'Xanthorrhoea glauca' en plena floración.Ángel Hernansáez

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Sobre la firma

Eduardo Barba
Es jardinero, paisajista, profesor de Jardinería e investigador botánico en obras de arte. Ha escrito varios libros, así como artículos en catálogos para instituciones como el Museo del Prado. También habla de jardinería en su sección 'Meterse en un jardín' de la Cadena SER.

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