Los apoyos a Sánchez menguan en el Congreso en un clima bronco
El presidente logra el tercer respaldo al estado de alarma pero sus socios suben el tono
Más tensión y cada vez menos apoyos. El Gobierno ha logrado este miércoles aprobar la tercera prórroga del estado de alarma en un Congreso marcado por la bronca política y con sus apoyos menguando por momentos. En un pleno que se eternizó durante 11 horas, el presidente Pedro Sánchez recibió duros reproches desde las bancadas de la oposición y volvió a reclamar unidad política, con unos Pactos de la Carrera de San Jerónimo que no terminan de cuajar y una posición española en Bruselas que tampoco convence al 100% al Parlamento. Si hay una cuarta prórroga, los votos de los nacionalistas están en el aire.
Un nuevo plazo para mantener el estado de alarma se ha aprobado en el Congreso con los votos contrarios de Vox y la CUP, como ya ocurrió con el anterior, pero esta vez se les unió Junts per Catalunya, en tanto que ERC se mantuvo en su posición abstencionista. El resto de los grupos votó a favor aunque el tono de la mayoría fue muy crítico, con una fuerte y creciente exigencia al Gobierno. A ninguno de los portavoces se le olvidó citar el número de fallecidos y contagiados —21.717 y 208.389 con datos del mediodía— y, en medio de la cascada de reproches, el PP volvió a recriminar al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que no declare luto nacional. El Ejecutivo tiene previsto un homenaje a los fallecidos, aunque prefiere esperar a que la epidemia remita.
El pleno del Congreso de los Diputados, con un orden del día más cargado que nunca —desde la política europea hasta la prórroga del estado de alarma— dejó una estela de desencuentros. Sánchez intentó arrancar con un golpe de efecto. Cuando aún no ha echado a andar ni se ha creado la comisión parlamentaria para los pactos de reconstrucción social y económica, el presidente lanzó la idea de negociar pactos similares en todas las comunidades autónomas,“gobierne quien gobierne”. El líder del PP no respondió a este requerimiento en su primera réplica, ni tampoco en la segunda, a pesar de que Sánchez se lo pidió expresamente. Antes, el presidente se había comprometido a que esos pactos serían colectivos y nadie se los apropiaría políticamente. Ante la negativa de Casado a improvisar una respuesta, el jefe del Ejecutivo se dirigió al portavoz de Ciudadanos, Edmundo Bal, para que, como socios de Gobierno del PP en varias comunidades autónomas, le transmita esa propuesta. Horas después, dirigentes territoriales socialistas recogieron la idea, empezando por el líder madrileño, Ángel Gabilondo, que tendió la mano para pactar a la presidenta regional, la popular Isabel Díaz Ayuso.
Pero los representantes de la oposición no estaban ayer por profundizar en una línea de entendimiento. Sánchez volvió a expolicar que desde hace tres semanas el Gobierno diseña un plan de desconfinamiento, aunque su puesta en práctica no será en breve, avisó. Todos los portavoces le recriminaron el confuso episodio del día anterior, cuando el Ejecutivo tuvo que retractarse, ante una oleada de críticas a derecha e izquierda, de su anuncio inicial de que los niños solo podrían salir con sus padres a hacer recados en locales como el supermercado, la farmacia o el banco. Sánchez llegó a admitir que esta rectificación no será la última ya que, alegó, la situación es muy fluctuante. “Pecamos de prudencia”, se justificó Sánchez para explicar la medida que fue corregida solo cinco horas después de ser anunciada oficialmente. “No ha habido prudencia, sino incompetencia”, le replicó Casado en su intervención.
El presidente informó de que el Ministerio de Sanidad ha aumentado sus poderes sobre las medidas que podrá “modificar, ampliar o restringir en función de los territorios”. Para la desescalada “gradual y prudente”, el Gobierno tendrá en cuenta las opiniones de comunidades autónomas y ayuntamientos, aunque siempre dentro, destacó el jefe del Ejecutivo, de un criterio nacional homogéneo
Tanto PP como Vox le reprocharon que no haya pedido “perdón” por la gestión de la crisis. Sánchez, en tono conciliador, defendió que su Gabinete ha actuado con “humildad”. Pero no admitió que el Ejecutivo español haya hecho frente a la emergencia con menos eficacia que los de otros países. “El confinamiento general no se levantará hasta que estemos preparados”, subrayó, y “las reglas variarán” con el paso del tiempo hasta alcanzar eso que Sánchez denomina “nueva normalidad”.
El presidente también comparecía para dar cuenta de la última cumbre europea y anunciar su estrategia ante el nuevo y decisivo Consejo de la UE que se celebra hoy. Su objetivo es conseguir un marco financiero para siete años, con el fin de paliar las devastadoras consecuencias económicas de la crisis. Ese nuevo Plan Marshall por el que claman países como España e Italia.
El presidente ofreció cifras para enfatizar que los recursos que España ha destinado ya en el combate contra la pandemia son de una magnitud desconocida. Ya están comprometidos un total de 134.496 millones de euros en medidas para distintos sectores como parte del plan de 200.000 millones anunciado hace semanas por el Gobierno: 124.867 corresponden a actuaciones económicas, 4.624 a sanitarias, 1.183 a sociales y 3.816 en medidas laborales.
Al margen de los portavoces de los dos grupos que forman parte del Gobierno, el presidente apenas encontró voces de aliento. El PNV tuvo una intervención exigente, aunque sobria y sin aspavientos. Sin duda, Pablo Casado, presiente del PP, y mucho más, Santiago Abascal, tuvieron intervenciones de gran dureza; mucho más la segunda que la primera en el caso de Casado. Las expectativas sobre la comisión parlamentaria para la reconstrucción social y económica fue saludada por Edmundo Bal, de Ciudadanos, que recordó que su grupo fue pionero en proponer un pacto así.
Feroces críticas
La réplica de Casado sorprendió a parte de la Cámara, ya que pudiera esperarse que, tras haber acordado con Sánchez la creación de esa comisión, el tono sería diferente. No fue así. “La unidad no puede ser callar a la oposición, a los medios de comunicación, y al Parlamento”, proclamó. “Usted es el Titanic y nosotros no seremos la orquesta”. “No ha pedido perdón por la mala gestión, cuando se podían haber impedido muchos fallecimientos solo con haber implantado una semana antes el estado de alarma”, aseguró Casado. Más descarnado fue el líder de Vox, Santiago Abascal, quien llegó a espetarle: “España es una gigantesca cárcel chavista con cartillas de racionamiento”.
En un tono mucho más comedido se mostraron los demás grupos, aunque ninguno de ellos dejó de plantear exigencias al Gobierno. Algunos, como Joan Baldoví, de Compromís, se mostró dolido por la ferocidad de los ataques de la derecha. Gabriel Rufián, de Esquerra Republicana, reprochó el “perverso equilibrio que se persigue entre salud y economía”.
Tanto ERC como Junts per Catalunya, nuevo al engrosar las filas de los votos negativos, pidieron que las comunidades autónomas gestionen sus propios plazos de salida del confinamiento, una solicitud a la que se sumaron EH Bildu, el PNV, Coalición Canaria y Nueva Canarias, Isidro Martínez Oblanca, de Foro Asturias, criticó lo que considera mala gestión de la crisis. José María Mazón, del Partido Regionalita de Cantabria, pidió unidad. Y Tomás Guitarte, de Teruel Existe, se unió a los que reclaman medidas diferenciadas por territorios. “En muchos pueblos se puede llevar una vida normal sin poner en peligro la vida de los demás, dada la baja densidad. Es difícil encontrar “a alguien por la calle”, proclamó el habitual portavoz en la Cámara de las demandas de la España rural.
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