Jorge Volpi: “España se está beneficiando de la llegada de académicos e intelectuales que huyen de Trump”
El nuevo director del Centro Cultura Conde Duque, nacido en México, forma parte de una generación de intelectuales latinoamericanos que ocupan puestos de responsabilidad en la cultura madrileña


Uno de cada siete habitantes de la Comunidad de Madrid ha nacido en Latinoamérica. La emigración en Madrid se cuela en cocinas, obras, bares… y en la élite de los centros culturales. Por primera vez, cuatro instituciones madrileñas de alto nivel están dirigidas por mexicanos y el último en llegar ha sido el escritor Jorge Volpi, actual Director del Centro Cultural Conde Duque que presentó a mediados de septiembre la programación para esta temporada. Antes de llegar aquí, Volpi (Ciudad de México, 1968) ha escrito algunas de las novelas más impactantes de los últimos años en el universo del español, como Una novela criminal, Premio Alfaguara 2018 o la más reciente La invención de todas las cosas. Paralelamente, ha sido Director del Instituto Cultural de México en París, del Festival Cervantino y coordinador cultural de la UNAM, el departamento cultural más grande y que más presupuesto maneja de México después del ministerio. Su aterrizaje forma parte del Madrid mestizo que gasta casi 500.000 euros en traer a Gloria Estefan y casi cuatro millones de euros en el festival de la Hispanidad al mismo tiempo que apuesta por los más importantes referentes culturales del otro lado del charco.
Pregunta. ¿Por qué un escritor se mete en un fregado como este?
Respuesta. Siempre he dividido mi vida entre ser escritor y ser gestor cultural. No son cosas tan distintas, solo pretendo contar historias. Cuando escribo las cuento solo y cuando estoy metido en la gestión cultural lo hago con mi equipo y con los artistas.
P. ¿Es muy diferente dirigir un centro cultural aquí o hacerlo en México?
R. La primera diferencia es que en México los directores artísticos son también directores administrativos. Es decir, allá a mí me tocaba encargarme tanto de la parte artística como de la gestión de presupuestos o temas laborales. La segunda es que aquí el área de cultura del Ayuntamiento está formada por trabajadores que han hecho una oposición para entrar. En cambio, cuando uno llega a un puesto cultural en México, desembarca con todo su equipo, por lo que ahora aquí puedo trabajar con gente que tiene gran experiencia y que aporta una continuidad y estabilidad al trabajo que en América Latina no tenemos.
P. Carlos Fuentes, Octavio Paz, Sergio Pitol… parece que sigue la tradición mexicana de situar a escritores en puestos de relevancia cultural.
R. Ahora se hace menos, pero es una tradición que viene de Francia y que sostiene la idea de que el intelectual público también debe ocupar cargos públicos.
P. Forma parte de una generación de latinoamericanos que no viene a comprar pisos ni a limpiar casas.
R. Nunca había ocurrido en Madrid que haya cuatro mexicanos en instituciones culturales de tanta importancia: Amanda de la Garza que dirigía el Muac, ahora es subdirectora del museo Reina Sofía. Marcela Díaz, que era de mi equipo en la UNAM, dirige el Festival de Otoño, y Alondra de la Parra está al frente de la orquesta sinfónica de la Comunidad de Madrid.

P.. ¿Madrid es el nuevo Miami?
R. España ya se convirtió en el país número uno de movilidad para estudiantes mexicanos. Hasta ahora Estados Unidos siempre estaba ahí para nosotros, pero ahora domina la incertidumbre sobre si te dejan entrar o no podrás salir, lo que está provocando un flujo de académicos y de estudiantes que llegan a España como no había ocurrido antes y están llegando mucho talento latinoamericano no solo en lo artístico sino también académicos contrarios a Trump. Todo eso beneficiará a España.
P. Mantiene su columna de opinión de El País como en Reforma ¿son comparables políticamente ambos países?
R. Hay una polarización excesiva. Estamos volviendo a una época casi teológica en la que cada uno sigue al líder en el que cree como antes se seguía a un profeta. Y sigues creyendo en él, aunque se compruebe con hechos y con datos que mienten, porque hay una especie de composición teológica en todo ello por el que ni siquiera importa la mentira, porque el objetivo es vencer a los oponentes. Sucede igual con la corrupción. Uno ve solo la corrupción del otro, pero no ve la corrupción del propio lado. Y eso sucede en España, México y en Estados Unidos, que es donde más se nota. Cuando uno vive la realidad de España, te das cuenta de que es uno de los países que, por ejemplo, en términos de migración, ha tenido mayor éxito en la integración. España es uno de los países de Europa que mayor número de población migrante y lo terrible son todos aquellos que dicen que eso es un problema y lo exacerban en las redes sociales o en podcast conservadores cuando, la realidad, es que la economía española es una de las que más crece y España es cada vez más una sociedad más tolerante, más multicultural, más abierta y en Madrid uno lo vive así en la vida cotidiana.
P. ¿La cultura es una de las primeras víctimas en las ansias de control?
R. Yo he podido hacer una programación con libertad absoluta y me parece importante recalcarlo. La vocación de arte no solo es el entretenimiento, la belleza y pasar un rato. El arte es una manera de interpretar la realidad y de hacernos pensar en los grandes problemas Pero estamos en una época donde hay intentos de censura y de limitar el pensamiento artístico de un lado y del otro.
P. ¿Percibe una embestida reaccionaria en su mundo?
R. Desafortunadamente, el populismo de derecha o de izquierda tienen una obsesión con la guerra cultural y, por tanto, están obsesionados con apoderarse del mundo cultural y Trump es su principal emblema. Trata de eliminar todo aquello que culturalmente no se parezca a la norma que quieren imponer.
P. La semana pasada, Vox pidió que se prohibiera cualquier expresión de cercanía a Palestina en actos culturales.
R. Es un intento terrible por limitar la libertad de expresión.
P. ¿Madrid y Ciudad de México son comparables?
R. La ciudad de México es una de esas pocas capitales globales del mundo. Por el tamaño tiene más de 20 millones de habitantes y es una capital vibrante al mismo tiempo que está llena de conflictos. Pero esa energía se nota como pasa con pocas ciudades. La gran ciudad global era Nueva York pero con todo lo que está pasando en Estados Unidos esta energía está disminuyendo de forma drástica. Madrid tiene una vida cultural realmente amplia y rica, y algo que me sorprende es ver como todo lo que se programa en Madrid sobre música o artes escénicas se llena. Eso es algo que en México cuesta muchísimo trabajo.

P. ¿Cuáles son esos temas sobre los que quiere hacernos pensar?
R. He querido abordar temas relacionados con la sensación de ausencia de futuro: las amenazas climáticas, los nuevos autoritarismos, la guerra... y la sensación de que las utopías han sido sustituidas por las distopías. La emigración y el exilio también juegan un papel importante en el programa, precisamente porque si alguien conserva la idea de futuro son los migrantes que siguen creyendo que si se van dejando todo atrás pueden tener un futuro mejor.
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