100 años de Rayo Vallecano con un estadio lleno de problemas
La Comunidad de Madrid invertirá otros dos millones de euros para reparar un deteriorado estadio cuya afición se niega a dejar Vallecas y teme un pelotazo urbanístico
En una casa de ladrillo y cemento en la calle Puerto del Monasterio 8 (antigua calle Nuestra Señora del Carmen 28) hay una pequeña placa bajo el aire acondicionado que recuerda que ahí, Doña Prudencia y sus hijos fundaron hace cien años el Rayo Vallecano. Madrid estaba por entonces separada de La Villa de Vallecas, en la que se mantenía en pie el portazgo del puente en el que antaño se hacían los pagos por llevar mercancías a Madrid. Los jóvenes del barrio empezaron a jugar de blanco hasta que años después “incorporaron la franja roja que le cruza el pecho para diferenciarlo del Real Madrid”, dice el socio despechado. A un costado de la casa de Doña Prudencia se levantó primero un estadio, después otro y finalmente otro más en 1974, que ahora se cae a pedazos.
La Comunidad de Madrid aprobó la semana pasada una inversión de dos millones de euros para reformas urgentes en un estadio de su propiedad que ni siquiera pasó la última Inspección de edificios (ITE), la ITV para las construcciones. Aquel informe de marzo señalaba una larga lista de deficiencias en una construcción con casi medio siglo a la que no se le mete un euro desde hace décadas: “Fisuras, grietas, armadura expuesta, desprendimiento de material, grietas en el muro inferior de la grada, mal estado general de las barandillas, desconchones, oxidación y corrosión generalizada y humedades”, decía el informe. Y por dentro: “Baños en mal estado, mala evacuación de aguas o cableado suelto colgando, falta de salubridad generalizada y una cocina con restos de alimentos, aunque llevaba cuatro años inutilizada”. Al rosario de problemas se añadían deficiencias en seguridad e incendios como salidas de emergencia bloqueadas o indicaciones confusas. A La falta de inversión del casero se une la dejadez del inquilino.
Pasada la escoba y despejadas las salidas de emergencia, este sábado el estadio lució espectacular ante el Real Madrid (3-3) porque bukaneros como Richar y Pako llevaban desde el jueves poniendo banderines y organizando los mosaicos de la grada, pero entre la afición ronda el temor a que esta pueda ser una de las últimas temporadas del equipo en su actual ubicación. “Vallecas arde si tenemos que irnos de aquí”, dicen los aficionados. El presidente Raúl Martín Presa alega que hace falta un estadio moderno, con buenos accesos, aparcamiento o zonas dignas para los operadores de televisión en las que no caiga la lluvia sobre las cámaras de televisión. El caso es que un partido más, en el minuto 13 la grada comenzó a cantar el sábado “Presa vete ya”.
El dinero de la Comunidad de Madrid, según la nota de prensa difundida, se centrará en “los aspectos más urgentes”, como la reparación de grietas, el saneado de muros o eliminación de las humedades. Además, se sustituirán los falsos techos y grietas de la fachada de la zona de las federaciones, se pintarán las escaleras de las gradas y se arreglarán algunos baños. En la cubierta de la avenida de la Albufera se instalarán paneles de chapa galvanizada.
La Comunidad, como propietaria, tiene la obligación de mantener el lugar en buenas condiciones estructurales y dice haber invertido cuatro millones de euros en los últimos años y otros dos millones más anunciados esta semana. Por su parte, era un clamor entre los aficionados, la escasa inversión, la suciedad, los baños rotos o los cables colgando en un estadio del que aspira a ser desalojado y por el que paga un alquiler de casi 90.000 euros anuales. El dilema que unos y otros tienen delante es si seguir metiendo dinero a un campo que necesita una reforma completa y pasar de los 14.000 espectadores actuales a los 30.000 que se necesitan, o construir un nuevo estadio en otro lado.
Inicialmente, esa era la postura tanto de la Comunidad de Madrid como del presidente Martín Presa y ahí es donde entran en acción los ‘hijos’ de Doña Prudencia, que llevan varios meses agitando la grada y las redes para impedirlo. La señal de que el equipo de Ayuso ha cambiado de opinión hay que encontrarla en el cuarto párrafo de la nota de prensa. En ella se señala que en paralelo a las obras, la Comunidad de Madrid “va a diseñar el proyecto de reforma integral del recinto con el objetivo de convertirlo en unas instalaciones a la altura de la historia del Rayo Vallecano, que este año celebra su centenario”.
Un club para un barrio
Las paredes del estadio de Vallecas hablan de una forma de ver la vida. Frente al estadio hay un gran mural de un padre y su hijo y en las paredes del estadio varios carteles que anuncian una reunión de la CNT, unas jornadas del libro anarquista o una campaña de recaudación para Valencia, hablan de un barrio y unos colores que caminan juntos, desde los tiempos en que los aficionados del Rayo eran fácilmente reconocibles porque eran los únicos que llegaban con barro en los zapatos, cuenta Ignacio Pato en el libro No es fiera para domar. Una historia centenaria del Rayo y Vallecas (Edit. Altamarea). Según el autor, el maltratado estadio es “el territorio físico y emocional de un deporte concebido de forma diferente”.
-Y encima, sin la franja de lado a lado en la camiseta, recuerda el socio crítico, sobre un cambio en el diseño de la camiseta que le tiene indignado.
-No se olvide ponerlo.
En este contexto, el divorcio entre la grada y la presidencia de Raúl Martín Presa es total. La afición tiene la sospecha de que Presa, dueño del 96% de las acciones es un hombre de paja de la familia Ruiz Mateos desde que el antiguo abogado de la familia, Joaquín Ibancos, reveló detalles de la compraventa del Rayo Vallecano por 600 euros y 60 millones de euros de deuda, a través del abogado García-Gallardo, el padre del exconsejero en Castilla y León. Presa, empresario de artes gráficas, comenzó a partir de ahí un coqueteo con Vox que no gusta en Puente de Vallecas, donde la ultraderecha no pasa de los 7.000 votos. Una imagen de Santiago Abascal y Rocío Monasterio o más recientemente de Javier Ortega Smith en el palco incomodó a un sector de la afición que ha visto cómo el club obrero y antiracista suma al Opus Dei el aterrizaje de Vox en su grada.
La afición levanta la ceja ante una posible jugada inmobiliaria con la excusa de una nueva ubicación. “La mayoría de la deuda es con Hacienda y con los jugadores. Gracias a algunas sentencias favorables esa deuda se ha reducido notablemente y si encima consiguen un nuevo estadio pagado por la CAM el pelotazo es perfecto para ser vendido”, dice Ángel Domínguez, que representa al 4% de los accionistas que se oponen a Presa, dueño del 96% restante.
“Ni se nos pasa por la cabeza dejar Vallecas”, dice. “La Comunidad de Madrid ya cambió de opinión y el único interesado en moverse es el presidente que quiere que se lo regalen”. “Es indignante”, añade Domínguez. “Y sin la franja en la camiseta. Póngalo, no se olvide”.
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