Más de 400 vecinos de Torrejón de la Calzada y Cubas de la Sagra piden detener una planta de biogás: “El sur es el residuo de Madrid”
La infraestructura, que ya tramita la autorización ambiental de la comunidad, se planea al lado de un colegio y a 300 metros de un grupo de viviendas
Desde hace una semana, la intranquilidad y el desconcierto vagan por dos pueblos del sur de la Comunidad de Madrid. Cubas de la Sagra, de más de 6.000 habitantes, y Torrejón de la Calzada, más grande, que supera los 8.500. En territorio del primero se pretende construir una planta de biogás pero, según los planos, estará ubicada a unos 300 metros del colegio Abad y Harija y de un grupo de viviendas del segundo. Los vecinos de ambos municipios se oponen y han creado una plataforma con los lemas No a la planta de biogás y Con la salud no se juega para detener esta iniciativa privada que parte de la empresa Acciona y que ha cogido carrerilla. La Consejería de Medio Ambiente de la región ya tramita la autorización ambiental para dar luz verde al proyecto.
Este jueves, más de 400 personas se han reunido en la Casa de la Cultura de Torrejón de la Calzada y han aprobado la iniciativa ciudadana. Todas las manos que hay en el teatro se han alzado para ello, no ha habido ningún voto en contra. La plataforma vecinal se registrará este mismo viernes en el Ayuntamiento de la localidad con la intención de paralizar definitivamente la llegada de la planta, que está prevista para 2026 y que generará 70.000 toneladas de residuos al año.
De casualidad. Así se enteró de la noticia Eduardo Adán, vecino de Torrejón de la Calzada y portavoz de la plataforma. Adán leyó en el medio local El Iceberg que se pretende levantar una planta de biogás en Cubas de la Sagra, colindante a su pueblo. Fue a comprobarlo al portal de transparencia del Consistorio y, efectivamente, ahí estaba el proyecto Bio Methane 2.
Pero, ¿qué es una planta de biogás? Según Luís Ferreirim, portavoz de agricultura ecológica de Greenpeace, en ella se tratan los residuos orgánicos que generamos de tal forma que se obtiene un gas metano que, a su vez, genera energía eléctrica. “Estas plantas producen remanentes perjudiciales para el medio ambiente y la salud de las personas, por ejemplo, digestatos. Son sobrantes líquidos tóxicos, usados como fertilizantes agrícolas, pero que dañan el suelo y, especialmente, los acuíferos”, explica este experto. Además, una edificación así también emite dióxido de carbono y otros gases “muy olorosos”.
Una vez el proyecto Bio methane 2 se publique en el BOCM, se abrirá un plazo de 30 días para presentar alegaciones. El alcalde de Cubas de la Sagra, Antonio Naranjo (PP) señala en conversación telefónica, que si la Comunidad aprueba la Autorización Ambiental Integrada (AII), presentará las “reclamaciones que hagan falta” para que en ningún caso la planta se construya. Sin embargo, los vecinos han manifestado en la reunión del jueves, a la que Naranjo no ha asistido, su descontento con la actitud del regidor de Cubas.
“Ha trabajado bajo el ocultismo”, reflexiona Adán, mientras el patio de butacas lo aplaude. Este vecino alega que “una vez más”, la zona sur de Madrid es el “residuo de la Comunidad”. “¡Esto no lo ponen en Pozuelo! ¿Por qué el sur tiene que sufrir esto y encima cerca de población?”, se pregunta, indignado.
Nadie sabía nada de este plan urbanístico. Ni siquiera David Blázquez, el alcalde de Torrejón de la Calzada, el otro pueblo afectado. “La sensación es de preocupación y sorpresa”, afirma Blázquez. Este regidor, perteneciente a un grupo político local e independiente, se ha posicionado en contra de la planta de biogás. “Queremos buscar otras opciones, al menos para que la infraestructura no esté cerca del casco urbano”, explica por teléfono a EL PAÍS. También, asegura que Torrejón no está adaptado para el trasiego de camiones de alto voltaje, “hasta 5.000 al año circularían por las carreteras de esos municipios si el plan se ejecuta finalmente”.
Evelia López, vecina de Cubas de la Sagra, comenta que vive en una población dormitorio. “Es muy tranquilo, la gente huye de la ciudad en busca de la paz que te da vivir en un entorno más rural como este y esto nos va a destrozar”. Ferreirim, de Greenpeace, asegura que, por el tipo de combustible que una planta de biogás necesita, su construcción provocaría un “efecto llamada” para que otras industrias, en especial la ganadera, se empezaran a instalar en el área.
“Esta infraestructura se alimenta de morralla de ganadería, restos de mataderos, lodos depuradores o fracciones orgánicas de las ciudades, entre otros. Cuanto más cerca de la planta estén sus fuentes de combustible, más rentable va a ser”, sostiene. La solución que propone esta organización es “la reducción de la ganadería intensiva al 50% para 2030″. “Necesitamos disminuir los residuos urbanos y sobre todo que se haga un buen compostaje de estos desechos porque pueden ser muy valiosos para fertilizar directamente a los suelos”, afirma Ferreirim.
Pedro Alcaide es psicólogo, profesor en la UNED y vive en Torrejón de la Calzada. Alcaide entiende que la alarma social que ha creado la posible presencia de una planta de biogás en el pueblo ya está teniendo consecuencias en la salud mental de las personas. “Los vecinos ya muestran problemas de sueño, ansiedad o estrés. Son las primeras sintomatologías que vienen por la imposición de un cambio de vida, que amenaza tu bienestar y en definitiva, a tu salud”. Según él, si el plan se ejecuta, la lucha vecinal se incrementará, aumentando así la fatiga por el miedo a lo desconocido.
El movimiento vecinal se ha organizado a través de redes sociales y grupos de Whatsapp, alguno ha llegado a superar los 1.500 participantes. Desde hace varios días algunos voluntarios salen a pegar carteles por las calles de ambos municipios con la intención de dar a conocer la noticia. Otras localidades de la zona como Parla, Torrejón de Velasco, Serranillos del Valle, Casarrubuelos o Griñón también se han hecho eco del proyecto y ya han mostrado su rechazo a la planta.
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