Almeida plantará un depósito de basura en la puerta del centro comercial más grande de la ciudad
El Ayuntamiento de Madrid planea una instalación para aparcar camiones y separar residuos a 50 metros del acceso a Islazul, al que no había avisado del proyecto ya en obras
Durante dos décadas, los vecinos del Ensanche de Carabanchel han visto cómo su nuevo barrio iba mejorando con la llegada de un colegio, un polideportivo, una iglesia, un gigantesco y moderno centro comercial… pero hace dos semanas, sin previo aviso, comenzó una obra en uno de los últimos solares que aún quedaban libres, una parcela del Ayuntamiento de Madrid. Lo normal en Madrid es que antes de que aparezcan los obreros, las autoridades instalen una valla informativa anunciando el futuro equipamiento, más si cabe cuando se acercan las elecciones. Pero en este caso no había nada.
Intrigados, algunos vecinos preguntaron a los trabajadores que removían la tierra y estos les respondieron que estaban levantando un almacén de Inditex. Finalmente, la semana pasada, después de muchas preguntas, a alguien le confesaron la verdad. Lo que preparan es un cantón de limpieza de 2.710 metros cuadrados que es una base para los trabajadores de limpieza. Contendrá depósitos para separar la basura que luego se envía al vertedero y aparcamientos para camiones. Cantón es una palabra maldita en los barrios del sur de la ciudad. Es sinónimo de ruidos, malos olores, tráfico de camiones, y devaluación de sus viviendas. Lo más desconcertante de este caso es que el Ayuntamiento de José Luis Martínez-Almeida se lo va a plantar en la misma puerta a uno de los centros comerciales más populares de la ciudad, Islazul, el mayor por superficie de la capital.
“Pufff”, reaccionó un vecino en un grupo de WhatsApp. “Pues toca salir a protestar”.
Fueron los vecinos, que tienen el cantón a 250 metros, los que la semana pasada le dieron la mala noticia al gerente del centro comercial, que está a solo 50 metros de la obra y no tenía ni idea de qué iba la cosa, según cuentan ellos y ha podido confirmar EL PAÍS por fuentes de la gran superficie. El propietario de Islazul, que ocupa 256.000 metros cuadrados (48 campos de fútbol) es un fondo estadounidense, Nuveen, que en 2014 pagó 230 millones de euros y el año pasado lo volvió a poner en venta por 320 millones. El fondo no ha querido hacer declaraciones para este reportaje, pero según saben los vecinos de primera mano, solicitaron de inmediato al Ayuntamiento una reunión, que tuvo lugar este lunes.
Los comerciantes de Islazul aún no se habían enterado este martes. Un par de vecinos iban informando a los encargados de los negocios del área de restauración, un patio de comida donde se encuentran firmas conocidas como Burger King, La Tagliatella, VIPS o Taco Bell. El cantón está siendo construido justo enfrente del acceso a Islazul donde están estos restaurantes.
Sergio, el encargado de Aziz Istambul, había oído que el proyecto para ese solar de tierra iba a ser otro.
—Yo pensaba que ahí iban a poner un parque para los niños bien bonito y grande. Incluso pensaba que gracias a ese parque íbamos a tener más trabajo y más familias aquí.
—¿Y cuándo te has enterado de que era un cantón?
—Ahora mismo. Madre mía.
Otro negocio que colinda con el cantón es Windobona, una de esas atracciones que se han popularizado en los últimos años, una columna de viento donde los clientes pueden experimentar una sensación parecida a volar. Su gerente, Paloma Granero, tiene un disgusto enorme y no sabe cómo darle la “catastrófica noticia” a los dueños, unos inversores austriacos que arriesgaron siete millones de euros en el negocio. “Hace seis años hicimos una apuesta por la revalorización de esta zona. Cuando llegamos aún no habían abierto Norauto, McDonald’s, Burger King... y estábamos supercontentos, pero no puede ser que estemos todos invirtiendo tiempo y dinero para que ahora nos pongan un basurero”.
Cuatro contenedores
El Ayuntamiento contrató a seis concesionarias en 2021 para entregarles la limpieza viaria de calles y papeleras, exceptuando contenedores para residuos domésticos y de comercios. Pretendía solucionar el malestar por la limpieza, la principal queja ciudadana, un malestar que puede decantar votos en mayo.
FCC ganó el lote seis que corresponde a los distritos de Carabanchel, Usera y Villaverde (550.151 habitantes). Una obligación de la empresa era construir tres cantones de limpieza, entre ellos uno en la calle Treseta 39, justo enfrente del centro comercial Islazul. Según la documentación colgada en la Plataforma de la Contratación, este tipo de instalaciones son llamadas alternativamente “cantón de maquinaria” y “cantón de limpieza”. ¿Qué significa esto? Una portavoz del área de Medio Ambiente, dirigida por el concejal Borja Carabante, resta peso a la protesta. Afirma que ese cantón será “auxiliar” y será clave para dar servicio al distrito de Carabanchel.
“La instalación es muy pequeña: tiene 426,8 metros cuadrados construidos, 418,7 de vestuarios bajo rasante y 8,1 de caseta de vigilancia. Hay tres silos de sal, una planta de salmuera, y muelles de descarga para hacer transferencia de residuos en un máximo de cuatro contenedores de 30 metros cúbicos que, en ningún caso, pasarán más de 12 horas con residuos (cartón y voluminosos) en el recinto”, afirma esta portavoz. “Dispondrá de un aparcamiento cubierto para 25 vehículos y la entrada se realizará por la calle Treseta, es decir, justo en la parte más alejada del centro comercial”.
Sobre la campaña vecinal, responde que este nuevo cantón está situado más lejos de las viviendas que en otros casos donde aseguran que no hay quejas. Lo cierto es que Carabanchel se ha levantado a menudo contra estas instalaciones. Los vecinos de la calle María Odiaga llevan años quejándose de que un cantón de limpieza ha convertido sus vidas en un infierno. En la calle Morales, 27, la protesta consiguió en octubre paralizar otro de los cantones que debía construir FCC. Y en el cercano distrito de Latina, también en el sur de la ciudad, hay una campaña contra otro proyecto similar.
Según han sabido los vecinos cercanos a Islazul, en la reunión del lunes el Ayuntamiento trató de tranquilizar a los responsables del centro comercial. Les dijeron que no iba a haber tratamiento de residuos orgánicos que puedan generar malos olores. A los vecinos no les convence ese argumento porque el contrato, accesible para cualquiera en internet, obliga a FCC y las otras concesionarias a recoger todo tipo de desperdicios que encuentren en la calle. FCC ha declinado hacer declaraciones, explicando que por instrucciones del Ayuntamiento, esas consultas deben ser dirigidas al área de Medio Ambiente.
Otra preocupación es el colapso de tráfico que los camiones podrían generar en una zona muy saturada, en especial en épocas como Navidades o Black Friday. Islazul, que abrió en 2008, tiene más de 180 locales y da trabajo a unas 3.000 personas, según cifras del centro comercial.
“Con nocturnidad”
Los vecinos de los bloques más cercanos tienen pesadillas pensando en lo que les viene encima. Reclaman un instituto para el barrio desde hace tiempo y en su lugar las autoridades les sorprenden con un centro para camiones de basura iniciado “con nocturnidad”. La falta de información contrasta con la práctica de las autoridades madrileñas en otro tipo de obras. Hace poco aparecieron por parcelas vacías de todo Madrid carteles anunciando centros de salud cuyas obras ni siquiera han sido adjudicadas por el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso.
La zona del Ensanche de Carabanchel está poblada por muchas familias jóvenes que llegaron al barrio de nueva construcción en las últimas dos décadas, buscando vivienda espaciosa y asequible. Ahora, pisos de dos habitaciones con garaje cuestan más de 300.000 euros.
Uno de los líderes de la protesta, Borja Cacho, critica que el Ayuntamiento podía haber llevado el cantón a un polígono industrial en lugar de a un espacio de residencias, ocio y compras. “Van a hundir a Islazul y a nosotros nos van a joder nuestras casas”, pronostica con pesimismo. “Creo que han cogido un mapa y han dicho ‘aquí mismo’ y no han pensado en las repercusiones que va a tener”.
Este martes, Cacho dejaba ver su malestar delante de los obreros. Uno de ellos le trataba de apaciguar diciendo que no era para tanto.
—Al final te va a gustar. Verás que sí.
—Sí, hombre. La gente va a venir aquí a hacer turismo, en lugar de al Reina Sofía.
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