Jimena, la transexual que se enfrentó a PP y Vox en Madrid: “Nos merecemos tener vidas dignas, normales, sin odio”
Cacereña y filóloga, reside en el distrito de Chamberí. El pasado miércoles un portavoz de la formación de Abascal la llamó por su anterior nombre en un pleno, con la connivencia del presidente, del PP
Se llama Jimena González. Tiene 35 años, es cacereña, filóloga, y reside en el distrito de Chamberí de la capital, una de las zonas más ricas de España. Aquí conviven seis barrios que suman 150.000 vecinos. No se encuentran pisos de alquiler por menos de 1.000 euros. La renta más común supera los 26.000 euros, según el INE. Chamberí es un auténtico feudo conservador. Tanto, que su vecina más ilustre es la presidenta Isabel Díaz Ayuso. La líder del PP madrileño cosechó en estos rincones más del 65% de los votos en las últimas elecciones de hace casi dos años. Aquí, en la Junta de Distrito del barrio, en el edificio donde los madrileños del lugar acuden diariamente para hacer sus papeleos, como pagar sus multas o solicitar el empadronamiento, se celebra una vez al mes un pleno donde los representantes en el distrito de los cinco partidos políticos con los que cuenta el Ayuntamiento de Madrid se sientan alrededor de una mesa para abordar, debatir y aprobar los asuntos más cercanos para sus vecinos: ampliaciones de aceras, asfaltados, obras…
Se llama Jimena González. Es transexual. Representa a Más Madrid en el distrito desde hace cuatro años. El pasado miércoles, mientras se debatía una propuesta, el portavoz de Vox, Álvaro José Belda, la llamó por su anterior nombre a sabiendas de que era transfobia. Sucedió casi a las nueve de la noche. “Empiezo por Más Madrid”, dijo Belda, “los que cuestionan el trabajo de Vox, pero mienten más que hablan”. Inmediatamente, con un tono de cierto retintín, lanzó: “Su portavoz, don Jaime, que siempre había traído una proposición...”. El representante de Vox ha presenciado la transición de género de González en los últimos tres años. Nunca, hasta ahora, había dicho “don Jaime” para referirse a ella. La vocal de Más Madrid activó su micrófono de inmediato, con rabia:
―Perdón, pido una cuestión de orden. Es una falta de respeto.
El presidente del pleno es el concejal popular Francisco Javier Ramírez, que se caracteriza por dirigir estos debates con puño de hierro. A Ramírez en sus propias filas le tildan con cierta ironía de ser un infiltrado de Vox en el PP. Él respondió así a la petición de la portavoz de Más Madrid:
―Eso no es cuestión de orden. Muchas gracias.
—¡Claro que es una cuestión de orden!
―No es cuestión de orden. ¡Apréndase el reglamento!
PP y Vox compartían la visión de llamar a una persona trans con su anterior nombre. 30 minutos después, el edil de Vox fue expulsado. Más Madrid ya había abandonado el pleno. El portavoz de la formación de Santiago Abascal aún no ha pedido disculpas. Tampoco ha querido atender a este periódico.
Jimena González vive en Madrid desde hace más de 20 años. Sonriente, recuerda sentada en una cafetería de Madrid que, desde bien pequeña, fantaseaba en su habitación y rodeada de juguetes con haber nacido niña. “Ser mujer para mí no era una opción. No me lo podía plantear como una opción real, ni viable. Yo me sentía hombre porque era un niño, porque me crie como un niño y de adolescente como un hombre. De pequeño no hay manera de imaginar que la opción de ser mujer existe si nadie te la cuenta”.
Ha salido dos veces del armario. La primera, como chico gay, en Cáceres. La segunda, cuando decidió hormonarse hace tres años para ser mujer. “A mis padres les costó adaptarse las dos veces”, dice. A los 16 años se enamoró de su primer chico. Su padre lo llevó peor que su madre: “Mi hermano ha sido la persona que más me ha apoyado. Siempre”.
Hace tres años, en plena pandemia, estaba sola en casa. La idea que había aparecido más veces en su cabeza tomó más fuerza que nunca. Rodeada de espejos, se dijo: “Ahora o nunca”. Decidió ser, al fin, lo que siempre había sentido en su cuerpo de hombre: una mujer. Comenzó a hormonarse. “Tomé la decisión porque pasé mucho tiempo sola. Fueron meses sin que nadie más que yo misma veía mi cuerpo, mi imagen, mi aspecto. Era yo”. Se dijo una cosa que no olvida: “Si tuviera que pasar el resto de mi vida confinada, no quiero verme así. Me estoy viendo para los demás, pero yo quiero verme de otra forma para mí”. Empezó a ser Jimena, el nombre que siempre quiso, como la princesa del medievo castellano a la que tanto había leído y estudiado. Jimena, como la mujer valiente que explicó en su tesis doctoral.
Dice que entró en política por Manuela Carmena, a quien no conoce personalmente. Ahora trabaja como asesora en UGT para temas LGTBI. Cuenta que cuando se aprobó la ley trans hace unas semanas estaba en la tribuna de invitados del Congreso. Sintió una sensación agridulce: “Tengo claro que es un motivo de alegría, que es una victoria, pero qué injusto es el precio que hemos tenido que pagar. ¡Qué injusto! Nos merecemos tener vidas dignas, normales, sin odio”.
También es consciente del debate que divide al feminismo. Dice que apenas se puede debatir en España de ello: “Hay tanta polarización pública y mediática. Es un debate real e interesante, pero yo no puedo hablar sobre el género con gente que me está diciendo todo el rato que yo soy un señor disfrazado”.
En un mundo con muy pocos referentes, el suyo es la actriz Abril Zamora, que hizo visible su transición de género a través de las redes sociales: “Es un personaje público luminoso. Es tan bella, tan amable, tan generosa”. Ansía con que llegue el día en que a las personas trans no solo se las llame para hablar de personas trans: “Pero ahora, si no hablamos nosotras de lo trans, otra gente hablará por nosotras”. En unas semanas se presentará como futura diputada de Más Madrid en las listas de Mónica García a la Asamblea regional.
Y más pronto que tarde, volverá a pisar su pueblo de Cáceres, Villamiel, adonde se han ido a vivir sus padres, dos historiadores ya jubilados, junto a cerca de 400 vecinos, entre ellos su hermano, que regenta un bar para todos. Y al que preguntan todo el rato cuándo narices va a venir Jimena, a la que no ven desde que comenzó su proceso de transición de género:
—¡Dile a tu hermana que venga ya, que la vemos por redes sociales y está muy guapa!
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