Ayuso reduce el caos de la sanidad madrileña y las protestas de los profesionales a que “faltan 34 médicos”
La presidenta regional dice en la Asamblea de Madrid que las huelgas de los facultativos no están justificadas y compara la manifestación convocada para el domingo con las movilizaciones contra la invasión de Irak
No se han cumplido las 10.30 horas del jueves, y a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ya le ha dado tiempo de decir que los ministros del Gobierno repiten “como papagayos” críticas contra ella y el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo; a lanzar una puya a Vox por la salida de la exdiputada Macarena Olona ―”les va tocando no solo tener otro Vox, como ya les está sucediendo, sino de vez en cuando escuchar el disenso”, dice―; y a insinuar que las críticas de la oposición hacia su gestión están cargadas de machismo. Todo vale para desviar la atención sobre el gran problema que le recuerdan una y otra vez sus rivales en la Asamblea regional: el caos en la reapertura de las urgencias extrahospitalarias y la falta de recursos en la atención primaria, que han provocado dos huelgas de los facultativos y una manifestación en defensa de la sanidad pública convocada para este domingo. Pero son tantas las denuncias de la oposición, tantas sus críticas, que al final Ayuso tiene que entrar al trapo, lo que provoca que los escaños se llenen de aspavientos de sorpresa, rechazo y protesta.
“¿34 médicos dan para una huelga, un boicot y manifestaciones?”, ha dicho la presidenta regional, como si el problema de la sanidad madrileña estuviera únicamente en su decisión de dejar sin médico presencial 34 puntos de urgencias extrahospitalarias en los que los pacientes tendrán que comunicarse telemáticamente con el facultativo. “¿Ya estamos con el no a la guerra?”, ha preguntado, en una comparación de las movilizaciones de 2003 contra la invasión de Irak con la manifestación convocada para este domingo en defensa de la sanidad pública. “¿Ya estamos con lo mismo de siempre?”, añadía, insistiendo en soslayar el fondo de las denuncias de los profesionales sanitarios para convertir un problema laboral en uno político. Sus palabras han despertado la indignación de los portavoces de la oposición de la izquierda.
“Todos los madrileños somos conscientes de que su gestión es chapucera”, le ha afeado Mónica García, la líder de Más Madrid, antes de comparar lo dicho por la presidenta con lo hecho por su Gobierno. “Ha dicho: ‘Vamos a presentar una reforma severa y profunda de la sanidad para maravillar al mundo’. Lo que ha hecho: ha dejado la sanidad patas arriba”, recuerda. “Lo que dice: ‘Faltan médicos en España’. Lo que hace: poner de patitas en la calle a 6.000 sanitarios en marzo”, sigue. “Lo que dice: ‘Estamos poniendo todos los medios a nuestro alcance’. Lo que hace: sustituir a los médicos por tablets. ¡Esto es una chapuza! Y ante semejante despropósito solo le queda insultar”.
Juan Lobato, líder del PSOE, ha transitado por el mismo camino. “¿Mantiene usted que su decisión de despedir 6.000 sanitarios ha sido una buena decisión para los madrileños?”, le ha preguntado a la presidenta, sin obtener respuesta. “Eso lo hizo a la vez que reparte becas para ricos y regalos fiscales al 2% de esta Comunidad”, se ha quejado. Y ha reclamado: “Merecemos que nos atiendan médicos de carne y hueso, y no pantallas de plasma. A usted no le interesan los problemas de los madrileños, está en acabar con el señor Feijóo”.
“Esperemos que gestione la crisis sanitaria mejor que la climática”, ha ironizado la portavoz de Unidas Podemos, Alejandra Jacinto.
Pero Ayuso esquiva la mayor parte de la polémica y deja el grueso a su consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero. El que fuera número dos de la última lista electoral del PP en la región se defiende mientras su equipo le observa gesticulando en los aledaños del hemiciclo, tenso como está el ambiente, y en peligro como está su futuro en la primera línea de la política regional.
Javier Padilla, de Más Madrid, ha llegado a ofrecerle al consejero una carta de dimisión que está a falta de firma. “Pida disculpas y dimita si le queda decencia”, le ha espetado Vanesa Lillo, de Podemos. “Su actitud es reprobable”, coincidía Matilde Díaz Ojeda, del PSOE. Pero Escudero aguanta. Como Ayuso, sigue adelante bajo el chaparrón de las críticas. Como si no pasara nada.
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