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Almeida declara la nueva plaza de España un “recinto ferial” o cómo se privatiza el espacio público de Madrid

La gran obra del mandato de PP y Ciudadanos permanecerá ocupada por empresas que gestionan eventos cinco meses durante un año, casi uno de cada dos días

La plaza de España con el mercadillo de la Hispanidad, desde Torre Madrid.
La plaza de España con el mercadillo de la Hispanidad, desde Torre Madrid.Samuel Sánchez
Manuel Viejo

Huele a chorizo a la brasa por toda la plaza de España de Madrid. Un hilillo de humo blanco sale de una gran caseta de madera con la bandera de Argentina. Andrea Bedoya, colombiana, de 35 años, y con un moño muy recogido, sonríe:

―¿Choripán?

El nuevo mercadillo de la Hispanidad de Madrid funciona a pleno rendimiento de once de la mañana a once de la noche. Todos los días. Desde el pasado 23 de septiembre hasta este domingo. Ocupa la zona norte de la plaza, un gigantesco solar con forma circular de 4.500 metros cuadrados que, en teoría, estaba dedicado al espacio público y familiar; un oasis para el peatón en mitad de toda una capital de España. Pero —siempre hay peros y más en la política urbanística— el pasado mes de abril el distrito de Moncloa, al que pertenece la gestión de la plaza —la zona sur corresponde al de Centro— decidió declarar este inmenso espacio como un “recinto ferial” durante, al menos, un año. Fuentes municipales admiten que la intención es prolongarlo anualmente.

El mercadillo de la Hispanidad, en la plaza de España.
El mercadillo de la Hispanidad, en la plaza de España. Samuel Sánchez

Con este movimiento, el Ayuntamiento privatiza la gestión del solar a empresas para generar grandes eventos multitudinarios, como este mercadillo de la Hispanidad, que aglutina estas semanas a 60 puestos ―a razón de 2.500 euros por caseta― junto a un gran escenario para conciertos, charangas y espectáculos. No es la primera vez que la plaza de España está ocupada. Según un recuento de EL PAÍS, desde el pasado abril hasta el mismo mes de 2023, permanecerá privatizada —sin contar con los eventos realizados por el propio Ayuntamiento— durante 154 días: festival de cine de verano, mercadillo de la hispanidad, mercado navideño y mercado cervantino… Pasear y disfrutar de este solar sin consumir y sin pagar es, prácticamente, una misión imposible.

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Los vecinos, de hecho, están recogiendo firmas, que entregarán en los próximos días a la concejal del PP y presidenta del distrito, Loreto Sordo. “A esto se suma el mantenimiento de la plaza, que es deplorable”, cuenta Dolores Argota, gerente del edificio Torre de Madrid, el rascacielos de 147 metros más emblemático de la plaza. Argota se pregunta: “¿Cómo se puede considerar recinto ferial una plaza urbana que está enclavada en el centro y situada a menos de 100 metros de bloques de viviendas, hoteles y oficinas?”.

Tributo al artista Michael Jackson, antes de la proyección privada de la película "Moonwalker", en plaza de España, el pasado 15 de octubre.
Tributo al artista Michael Jackson, antes de la proyección privada de la película "Moonwalker", en plaza de España, el pasado 15 de octubre. MARISCAL (EFE)

Fuentes del Ayuntamiento explican que la reforma de la plaza contemplaba un espacio abierto para la celebración de eventos y que ha habido “numerosas” solicitudes de “promotores privados” desde su inauguración el pasado año para instalar “eventos de mayor o menor duración”. Con este nombramiento, aseguran, se evita la discrecionalidad y se regula de una manera más objetiva. La realidad es que esta decisión de privatizarla casi uno de cada dos días al año no es compartida por los propios arquitectos que diseñaron la reforma de la plaza. “Nosotros la diseñamos como un lugar cívico, no puede ser que permanentemente sea un negocio”, observa por teléfono Fernando Porras. “Esto no tiene nada que ver con nuestras ideas iniciales. La privatización del espacio público sucede mucho en Madrid y con mucha intensidad”. Y añade: “No se pueden negar estos eventos, pero la plaza de España no puede ser un lugar que se dedique exclusivamente para estas cosas”.

Zaida Muxi es profesora en la Escuela Superior de Arquitectura de Barcelona. Cree que la privatización del espacio público se ha incrementado muchísimo en las grandes ciudades tras la pandemia. “Este proceso trae la idea de que la ciudad sea cada vez más un centro comercial”, dice. “Solo hay que fijarse: cada vez más bancos para una persona y no para tres, más ventanas con pinchos para evitar que te sientes. Todos son elementos que expulsan a la ciudadanía y a los pobres, sobre todo. Vamos hacia un punto donde solo podrá hacer uso de la ciudad quien tenga medios económicos”. Una línea que traza en parte José María Ezquiaga, que fue decano del Colegio de Arquitectos de Madrid entre 2015 y 2019. “En una ciudad todo es cuestión de equilibrios, un espacio emblemático no puede estar ocupado permanentemente. Estos espacios de ocio tienen que hacerse siempre con la complicidad de los vecinos”.

La privatización del espacio público en Madrid también se ha colado sigilosamente en el portal municipal de participación ciudadana del Ayuntamiento, que anda preguntando estos días a los madrileños qué les parecería una nueva ordenanza que regulara la gestión de los recintos de ferias y festejos populares, un paso previo e indispensable para llevar esta nueva ordenanza al pleno. Llaman la atención, sobre todo, tres preguntas de la encuesta: “¿Consideras necesario aligerar el procedimiento de autorización de este tipo de actividades?, ¿crees necesario incorporar en la ordenanza la regulación de otras actividades, distintas de las fiestas populares, en las que se desarrollen actividades de venta ambulante, junto con otras, como actuaciones, concursos, atracciones para niños…?, y ¿crees que la ubicación de las fiestas y festejos de tu distrito es la adecuada?”. 2.100 madrileños ya han mostrado su opinión.

“Con esta nueva normativa quieren que todos los suelos sean flexibles”, cuenta Enrique Villalobos, presidente de la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid. “La famosa colaboración público-privada exige siempre una contraprestación. Aquí se dona el suelo público y el único beneficio es que quien tenga dinero, pague. Lo importante es el consumo”. La plaza de España comenzó con estas grandes programaciones el pasado 15 de julio, que abrió un cine de verano privado que ha estado ocupando la zona norte hasta el pasado 10 de septiembre. 13 días después, dio comienzo el mercado de la Hispanidad, que concluirá este domingo... para dar paso al de Navidad, que tendrá su pista de hielo y también sus mercadillos hasta el 9 de enero de 2023. Más tarde, vendrá el festival Cervantino, que comenzará el 31 y concluirá el 23 de abril y, por último, el de San Isidro, que se iniciará el 5 de mayo y terminará el 21. Es decir, la plaza de España permanecerá ocupada más de 155 días en un año: más de cinco meses.

“Almeida es incapaz de hacer cosas en nuestra ciudad y entonces la privatiza. Se la da a otros para que se encarguen de ella”, cuenta Rita Maestre, portavoz de Más Madrid. “Se trata de una ocupación permanente del espacio público para hacer negocio”. Lo mismo cree Mar Espinar, del PSOE: “Sería imposible calcular los metros cuadrados que hemos perdido todos los vecinos de Madrid en beneficio de terceros que buscan el beneficio económico”. José Manuel Calvo, ahora en el Grupo Mixto y antes concejal de Urbanismo con Manuela Carmena, que inició las obras de Plaza de España, no tiene dudas: “Esto es una perversión del espacio público”.

Wilson Guerrero es uno de los organizadores del espacio de gastronomía del mercado de la Hispanidad. Dice que en los próximos días se marchará con su caseta a la plaza de Colón porque allí también han ganado la licitación de un mercado navideño. “Es otro concepto distinto a este”, dice. Fuentes de la empresa que ha organizado el evento en plaza de España dicen que presentaron su proyecto cultural de la Hispanidad con una apuesta “muy pensada” de comidas y música latinoamericana. “Al Ayuntamiento, en un principio, no les gustaron las casetas rojas que teníamos preparadas y tuvimos que ponerlas de madera”, cuentan. El día de más afluencia, coinciden todas las casetas, fue el fin de semana del 8 y 9 de octubre, además del festivo 12. La mayoría cree que le sale muy rentable el puesto por 2.500 euros.

La previsión del Ayuntamiento es que este mercado se repita durante los próximos cuatro años. En una de las casetas de comida del mercadillo, eso sí, la cultura machista campa a sus anchas. Un gran cartel avisa a los consumidores: “Si alguna novia o esposa llama y pregunta por usted, nuestras tarifas son: que se acaba de ir, cinco euros; que está camino a casa, siete euros; que no, que aquí no está, nueve euros y que no lo conocemos, 15 euros”. ¿Hispanidad?

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Sobre la firma

Manuel Viejo
Es de la hermosa ciudad de Plasencia (Cáceres). Cubre la información política de Madrid para la sección de Local del periódico. En EL PAÍS firma reportajes y crónicas desde 2014.

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