Un cargo del Ayuntamiento de Madrid cobró una comisión del 3% de una empresa adjudicataria por una obra millonaria
La Empresa Municipal de Transportes (EMT), dependiente del Consistorio, recibió el aviso del caso hace meses
Un cargo del Ayuntamiento de Madrid cobró una comisión del 3% de una empresa a la que se le adjudicó una gran obra de la capital. Pablo Pradillo, jefe de División de la Empresa Municipal de Transportes (EMT) de Madrid e hijo del exgerente del Consorcio Regional de Transportes de la Comunidad, José Manuel Pradillo, recibió más de 150.000 euros de una constructora por ayudarle a lograr un contrato de la propia EMT, según la documentación a la que ha tenido acceso EL PAÍS. Pradillo, que ha llegado a admitir ese porcentaje y cantidades, defiende su legalidad y argumenta que no existían incompatibilidades porque se encontraba de “baja voluntaria” en el momento de licitación del proyecto: una reforma para la conservación, mantenimiento y adecuación de unas cocheras en el madrileño barrio de Fuencarral que el Consistorio ofertó por más de seis millones de euros.
Estos hechos se conocen cuando el Ayuntamiento de la capital se encuentra bajo la lupa por el caso Medina-Luceño, unas pesquisas judiciales donde se investiga las comisiones millonarias que cobraron Luis Medina y Alberto Luceño por la venta de material sanitario defectuoso al Consistorio en lo peor de la pandemia. La Administración se gastó 11 millones de euros en esta operación que implica al hermano del duque de Feria.
En el caso de Pradillo, los pagos que recibió de la constructora comenzaron antes de la pandemia y se prolongaron durante la misma. Una Unión Temporal de Empresas (UTE), encabezada por Inesco S. A., abonó al jefe de División de la EMT una comisión del 3% de un proyecto de más de cinco millones de euros (más de seis millones con IVA): las obras de conservación, mantenimiento y adecuación de las instalaciones del Centro de Operaciones de Fuencarral. El cargo de la EMT recibió el dinero a través de una sociedad denominada Mansaluve, en la que consta como administrador solidario y que, según el Registro Mecantil, se dedica desde 2019 a los servicios técnicos de ingeniería y asesoramiento.
Pradillo había ejercido como jefe de la División de Construcción de Infraestructuras de la EMT durante una década. Según su perfil de LinkedIn, estuvo en ese puesto desde septiembre de 2007 —aunque él, en conversación por correo con este periódico, fecha su llegada en octubre de 2008— hasta diciembre de 2018, cuando se marcha a México junto a su mujer. Justo entonces, según su versión, la constructora Inesco contacta con él para que le ayude con un concurso que ha salido en marzo de 2019 y que se adjudica ese mismo abril. Por su labor de asesoramiento para “preparar la oferta”, le compensarán en varios pagos, que comienzan cuando ya estaba fuera de la compañía pública y que concluyen unas semanas antes de su reincorporación a la EMT en 2021, según los emails, facturas y otros documentos a los que tuvo acceso EL PAÍS.
Altos cargos de la EMT fueron alertados del regreso de Pradillo a la empresa pública y de su relación con Inesco, según fuentes jurídicas. La actual dirección de la EMT achaca cualquier responsabilidad a la Administración anterior, encabezada por el equipo de la exalcaldesa Manuel Carmena. Según la compañía pública, el contrato se adjudica el 14 de junio de 2019, 24 horas antes de que José Luis Martínez-Almeida tome posesión como regidor: “No existe ninguna denuncia ni sentencia contra [Pradillo]. La anterior Corporación pactó con este trabajador la suspensión del contrato y las cláusulas de reincorporación. Se le ha reincorporado según lo pactado en un puesto diferente, pero correspondiente a su categoría”.
Los detalles del proyecto
Esta historia comienza a finales de 2018. Pradillo, en ese momento jefe de la División de Construcción de la EMT, decide marcharse a México junto a su mujer y dar un nuevo giro a su vida. Muy poco después, la EMT culmina su “proyecto básico de actuaciones, de conservación, mantenimiento y adecuación a normativa en las instalaciones del Centro de Operaciones de la EMT de Fuencarral”, fechado en enero de 2019. Este sale a concurso en marzo. La obra contemplaba 23 actuaciones y un plazo de ejecución de menos de nueve meses para aquellas sociedades que quisieran pujar. La EMT, tal y como consta en la oferta del Ayuntamiento, preveía un coste de 10,7 millones (impuestos incluidos), según los pliegos.
Tras anunciarse en el portal de contratación pública, se abrió un periodo de licitación. La UTE encabezada por Inesco, que hizo su oferta en abril, recibió finalmente la adjudicación en junio y se formalizó en agosto, según la propia EMT. Una UTE es una estructura empresarial sin personalidad jurídica que permite la colaboración temporal de una o más sociedades para así optar a este tipo de licitaciones, una manera de entrar en la puja con las grandes constructoras. Esta UTE, en concreto, la conforman tres empresas y fijó el precio de la obra en poco más de cinco millones (seis, incluyendo los impuestos), en lugar de los casi 11 que preveía la EMT. En los concursos públicos se valoran positivamente, entre otros parámetros, aquellas empresas que ofrecen el precio más bajo, como este caso.
La UTE, según los documentos obtenidos por EL PAÍS, realizó el pago del 3% a Pradillo entre 2019 y 2021. El último abono se hizo, de hecho, hace solo unos meses. Inesco subraya a este diario que firmó un “contrato de arrendamiento de servicios con Mansaluve el 15 de abril de 2019″ y que “Pradillo no tenía ninguna vinculación laboral con la EMT en ese momento”. Pradillo, a través de varios correos electrónicos, añade: “Fue Inesco quien contacta conmigo durante mi etapa de baja voluntaria en EMT”. El jefe de División afirma que, a la hora de fijar su retribución, se estableció un “porcentaje del 3%”: “Es el criterio que se suele seguir por cualquier ingeniería o consultora en este tipo de trabajos. Para el ámbito de un anteproyecto, como era este caso, se suele manejar aproximadamente entre el 2% y el 6%. En nuestro caso concreto se acordó en un 3%”.
Pradillo sostiene que su trabajo, durante ese tiempo, consistió en asesorar a Inesco para “preparar” la oferta técnica del proyecto a través de su empresa Mansaluve. Esta sociedad, según reconoce él mismo, surgió para el montaje de una yogurtería en las calles de Málaga con unos amigos. Sin embargo, tras su baja de la EMT y su viaje a México, la sociedad cambió de registro por completo. Decidió especializarse entonces en asesoramientos técnicos para empresas. Según las cuentas de la compañía, en 2018 registró unas pérdidas de 3.322,54 euros, y sumaba unas pérdidas acumuladas de 34.900,65 euros.
Pradillo reconoce, además, que el director de la constructora Inesco fue compañero suyo de “promoción”: según su perfil de LinkedIn, el cargo de la EMT estudió Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos en la Universidad Alfonso X el Sabio de Madrid entre 1996 y 2003. Cinco años después de obtener el título, ya era jefe de división de Construcción e Infraestructuras. “No había trabajado con Inesco hasta este proyecto”, asegura. Sí lo ha hecho en otra ocasión más: también en un proyecto para la EMT. En la memoria de contratos del Consistorio, aparece otra obra de Inesco por más de un millón de euros adjudicada en junio de 2019.
El apellido de este cargo de la EMT no pasa desapercibido en el sector, según sostienen varios constructores consultados de la capital. Pradillo es hijo de José Manuel Pradillo, gerente del Consorcio Regional de Transportes de la Comunidad de Madrid durante una década y hombre de confianza de Esperanza Aguirre, expresidenta autonómica (2003-2012) y antigua líder del PP regional. Antes de llegar a ese cargo, Padrillo padre trabajó en el Ayuntamiento de la capital durante más de 30 años, de los cuales más de dos décadas estuvo vinculado al área de transporte. En 2003 fue nombrado gerente del Consorcio, de donde salió en 2013, tras jubilarse con 70 años. “No me he podido jubilar antes porque Aguirre no me dejaba”, bromeaba al dejar el puesto. Pradillo hijo asegura que entró en la EMT a través de un proceso de selección interna que estaba en vigor en ese momento. “Evidentemente”, sostiene, “mi padre no tuvo nada que ver en este proceso”.
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