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La ley del silencio se impone en el PP de Madrid

Tras reclamar Ayuso a su Gobierno que dejara de hablar de su hermano, la líder acude con Almeida y Camins a una Ejecutiva regional marcada por la tensión

Ejecutiva regional PP Madrid
La expresidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, atiende a los medios justo antes de la reunión del Comité Ejecutivo del PP de Madrid.A. Pérez Meca (Europa Press)
Juan José Mateo

En el reino de los mudos, Esperanza Aguirre es la reina. A la ejecutiva del PP de Madrid programada este viernes llegan los convocados precedidos por una amenaza: ”Pido que todo el que haya formado parte de esta campaña sea puesto de inmediato en la calle”, dijo Isabel Díaz Ayuso el martes, reclamando que rueden cabezas porque el propio PP investigara el contrato de la empresa Priviet con la Comunidad que permitió a su hermano ganar más de 55.000 euros. En consecuencia, hay pocas ganas de hablar. José Luis Martínez-Almeida, normalmente tan dicharachero, entra en silencio a la sede de Génova. También lo hacen los consejeros del Gobierno regional, a los que la presidenta ha reclamado que no hablen más sobre la polémica. Incluso Ayuso escapa a los focos usando el garaje. La tensión es tan grande y hay tanto en juego, que solo habla sobre la guerra civil del PP quien no tiene nada que perder, porque ya todo lo ha perdido. Como Esperanza Aguirre.

“En Madrid no tenemos una dirección que haya sido elegida”, denuncia cuando se le pregunta si la secretaria general regional, Ana Camins, debe sentirse aludida por la petición de Ayuso de que se borre todo rastro del casadismo. “Queremos elegir a la nueva dirección y eso tenía que haber ocurrido en marzo del año pasado”, se queja de la permanencia en el poder del equipo elegido interinamente en 2018 por Mariano Rajoy, tras la dimisión de Cristina Cifuentes por el caso master. “Ya va siendo hora. La dirección [saliente] estaba absolutamente decidida a que no tuviéramos congreso”, remata.

José Luis Martínez Almeida
El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, rodeado de periodistas en la puerta de la sede del PP.FERNANDO VILLAR (EFE)

Esa decisión, según confesión del dimitido secretario general, Teodoro García-Egea, tuvo un único motivo: que la dirección nacional conoció en septiembre la existencia de un contrato con la empresa Priviet para conseguir mascarillas, por el que la Comunidad de Madrid pagó 1,5 millones de euros, y que reportó más de 55.000 al hermano de la presidenta. El choque interno abierto alrededor de ese acuerdo tras el pasado verano ha desembocado ahora en una guerra civil que se ha llevado por delante el liderazgo de Casado, y que mantiene entre interrogantes el futuro de Díaz Ayuso, pues la Fiscalía aún debe pronunciarse sobre la polémica.

Mientras tanto, el PP busca la salida del laberinto de su guerra interna en circunstancias más que complejas. El partido en su conjunto tiene que preparar el congreso extraordinario que previsiblemente proclamará a Alberto Núñez Feijóo como nuevo líder el 1 y el 2 de abril. Luego llegará, entre otros, el congreso de Madrid, en el que Ayuso optará a reunir todo el poder en la región, unificando el institucional y el orgánico. Y en el horizonte aparecen ya las elecciones municipales y autonómicas de 2023: una prueba de fuego para el PP en toda España, y, tras la polémica por el contrato de su hermano, para la vigencia del liderazgo de Ayuso en Madrid.

“No tenga la mejor duda de que el PP de Madrid se va a recuperar”, augura Aguirre sobre un partido que ganó todas las elecciones regionales entre 1991 y 2019, y que gobierna ininterrumpidamente la Comunidad desde 1995.

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Compromisarios

De puertas adentro, en la Ejecutiva se habla de las reglas del congreso nacional extraordinario, y del número de compromisarios que deberá aportar el PP de Madrid (207 de los más de 3.000 totales) en el caso de que Feijóo tenga rival por la presidencia. El presidente del partido en la región, Pío García-Escudero, pide dejar atrás las cuitas internas: “No hay tiempo que perder ya que España necesita al partido”. Recuerda a Casado, el líder caído: “Cogió las riendas del partido en circunstancias difíciles”. Y muestra su “apoyo, cariño y confianza” hacia Ayuso, que recibe una ovación de los presentes.

Todo termina “en un pispás”, en definición de uno de los convocados a la cita. Ni Ayuso ni nadie pide la palabra cuando acaba el orden del día previsto. La presidenta de la Comunidad de Madrid ha llegado a tiempo porque la reunión se ha retrasado una hora, con vistas a que pueda asistir tras su viaje del jueves a Marsella (Francia), donde participó en una cumbre europea. Un gesto que busca la paz en medio de la guerra del PP.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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