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Planes con niños en Madrid: ver Aranjuez en barco desde el Tajo

El ‘Curiosity’, con 57 plazas y que opera los fines de semana y festivos, ofrece el único paseo turístico fluvial de la comunidad

Planes niños Madrid
Pasajeros en el barco turístico de Aranjuez, 'Curiosity', el sábado pasado, día en el que se inauguraba la nueva temporada.DAVID EXPOSITO
Victoria Torres Benayas

Llevar a los niños a ver Aranjuez, Alcalá, Buitrago, Chinchón, El Escorial y Manzanares El Real es un mandato de obligado cumplimiento para todos los madrileños, pero visitar monumentos, recorrer museos y pasear ciudades se les suele hacer bola, sobre todo a los más pequeños. Lejos de renunciar al turisteo, hay que buscar formas diferentes y divertidas de hacerlo y en Aranjuez hay una perfecta. Se trata del Curiosity, un barco turístico tipo Sena que recorre la ciudad vía Tajo en un país poco dado a los cruceros fluviales. Es el único de su clase en la Comunidad de Madrid ―en la categoría de lagos están el barco Solar del Retiro y varias embarcaciones en el pantano de San Juan―.

El sábado pasado hizo su primera salida de la temporada, ya que la nave, de casi 16 metros de eslora y con grandes ventanales de fibra de carbono, echa el ancla tres semanas en enero y una en agosto para que la tripulación ―el capitán, Marin Macovei, la marinera y esposa, Dana Macovei, y el guía, Felipe García― pueda vacacionar. “Lo retomamos en 2013 tras dos años de parón ―el barco, fletado en 2002, es municipal―, lo rebautizamos así porque parece una nave espacial e introdujimos un cambio de concepto: de viaje turístico a experiencia”, cuenta Iván García, dueño de la nueva concesionaria, Cruceros Fluviales SL.

“Antes era un mero paseo con una alocución, ahora hacemos varios programas, desde el básico, un viaje con guía a bordo más un outdoor escape room, a bodas, celebraciones de empresa, colegios... Para familias, tenemos experiencias tematizadas con actores, juegos, decorados y animación, como el barco de Santa Claus, de la última semana de noviembre a Nochevieja; el de la bruja, en Halloween, el pirata, en Carnaval, y el del ratón Pérez, en primavera. También ofrecemos una visita combinada con el tren de la fresa“, continúa el empresario.

El barco, con capacidad para 57 pasajeros y todas las comodidades ―aire acondicionado y calefacción, baño y cafetería, aunque esta última está cerrada por el covid y no se permite comer ni beber a bordo―, zarpa todos los fines de semana y festivos en dos horarios, 11.30 y 16.30, a los que se añaden más salidas si hay demanda. Y la suele haber, sobre todo a partir de marzo. De media, llevan 20.000 pasajeros al año, aunque en 2021 se quedaron en 13.800 por las restricciones de aforo y porque cerraron cuatro meses y medio, entre Filomena, vacaciones y el rodaje de una serie internacional para Netflix de la que García no suelta prenda y que se estrenará el año que viene.

El paseo, de tres kilómetros y medio, comienza en el embarcadero del club de piragüismo para terminar en el mismo punto 45 minutos después, tras hacer la ciaboga (dar la vuelta) donde el caudal ya no permite seguir. Es una maniobra peliaguda, con apenas tres metros de margen, que el avezado patrón de cabotaje salva con la gorra. Marin Macovei, que recaló en Aranjuez en 2006 tras 22 años recorriendo el Danubio, es el encargado de recibir a los pasajeros, lista en mano y con mucha guasa: “Niños, lo siento, han llamado de vuestro cole, que hay clase hoy”. Y, por un momento, los nenes pican.

Una vez acomodados en sillas, da la bienvenida el guía con los consejos de seguridad, como en los aviones. ¿Hombre al agua?, ¿ha ocurrido alguna vez? “Sí, yo”, ríe Macovei, pero “durante una fiesta celebrada en el barco”. Suena el Concierto de Aranjuez, del maestro Rodrigo, enterrado allí, y Fernando García aprovecha para subrayar que esta es “la ciudad de la música”. De hecho, este mismo recorrido lo hacían los reyes en cinco falúas, acompañados por 16 botes de la Escuadra Real del Tajo y amenizados por músicos y cantantes, entre ellos el gran Farinelli. A la vuelta, ya de noche, los recibían con farolillos encendidos por toda la ribera.

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Adentrándose por el Jardín del Príncipe ―”el parque cerrado más grande de Europa”― y los sotos y las huertas, el barco permite disfrutar sentados y desde otra perspectiva de monumentos como el palacio, el embarcadero real, la Casa del Labrador y la antigua Casa de Marinos, reconvertida en camping, un paisaje declarado Patrimonio de la Humanidad. Da mucha pena ver el estado de la hípica, que lleva ya muchos años cerrada y que Filomena “remató”.

Marin Macovei, el capitán del barco turístico de Aranjuez, durante el recorrido.
Marin Macovei, el capitán del barco turístico de Aranjuez, durante el recorrido.DAVID EXPOSITO

El paseo transcurre ameno y trufado de historia, anécdotas como la del elefante regalo de un sultán que se pimplaba con vino dulce, curiosidades como que Aranjuez era “el laboratorio culinario de Europa porque todo lo traído de América se probaba aquí” y recuerdos de cómo era del Tajo con sus gangos o merenderos y sus gancheros, que llevaban troncos río abajo. De tantos y tantos recorridos, el capitán recuerda a una turista que se sentó a su lado y estuvo todo el camino diciéndole que le daba cien euros si los llevaba a Lisboa ―”y yo señorraaaa, que no se puedeee”― y que algunos pasajeros preguntan defraudados si el suelo no es de cristal ―”ja ja ja, para qué, ¿para ver el cieno?”―.

Al acabar, el guía hacía una visita a pie por la ciudad con los pasajeros antes de la pandemia, que ahora se ha sustituido por un juego de pistas y enigmas para conocer la historia y los monumentos en familia. La aventura, llamada La Ciudad Secreta, dura 45-60 minutos. “El guía está muy bien y el paseo, muy agradable. Nos ha gustado mucho”, comentan antes de bajarse Loli Alcaide y José Manuel Rodríguez, que han ido a pasar el día a Aranjuez desde Membrilla (Ciudad Real) con su hijo de cuatro años. Junto a ellos, se levantan también Victoria, Isabel y Andrés, de seis y tres años, cuyos padres se acaban de mudar de Barcelona a Madrid y es de los primeros planes que hacen. “Muy recomendable”, opinan. A Gonzalo Velasco, de siete años, le ha encantado “todo”, aunque le ha parecido que el barco iba “muy lento”. “¡Pero si hasta nos ganaban las piraguas!”, ríe―navega a seis nudos, algo más de 11 kilómetros por hora―.

Dónde: en el club de piragüismo de Aranjuez (carretera de Madrid nº 2). Hay un parking municipal gratuito a tres minutos. Horario: sábados, domingos y festivos a las 11.30 y a las 16.30. Precio: 9,90 euros, gratis para los niños de hasta 90 centímetros que viajen en brazos y sin carrito. Se contrata en la web o los teléfonos 91 161 03 67 y 685 56 61 48.

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Victoria Torres Benayas
Redactora de la sección de Madrid, también cubre la información meteorológica. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Navarra, cursó el máster Relaciones Internacionales y los países del Sur en la UCM. En EL PAÍS desde el año 2000, donde ha pasado por portada web, última hora y redes, además de ser profesora de su escuela entre 2007 y 2014.

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