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Cuadros de pintura neofigurativa a seis manos

Las pinturas de Yann Leto, Baptiste Laurent y Léo Faber se acercan a una estética europea, con guiños a las culturas pop y urbana y a los dibujos del cómic francés

Los pintores franceses Baptiste Laurent y Yann Leto, autores de las obras que componen la exposición 'Mauvaises Tournures' en la galería del Instituto Francés de Madrid.
Los pintores franceses Baptiste Laurent y Yann Leto, autores de las obras que componen la exposición 'Mauvaises Tournures' en la galería del Instituto Francés de Madrid.Víctor Sainz
Patricia Segura

Girasoles marchitos, paisajes impresionistas y arcoíris de colores reflejan el trabajo a seis manos de tres artistas franceses en el Instituto Francés de Madrid. En la exposición Mauvaises Tournures se disponen casi una veintena de cuadros de hasta cuatro metros de altura que conforman los collages del movimiento artístico de la neofiguración. Las pinturas de Yann Leto, Baptiste Laurent y Léo Faber se acercan a una estética europea, con guiños a las culturas pop y urbana y a los dibujos del cómic francés.

La iniciativa nació en un espacio alternativo de creación, el taller de Atolier, situado en el distrito de Usera. El juego de colores y trazos de este laboratorio artístico fusiona las identidades de los tres pintores contemporáneos. Entre paletas, pinceles, escaleras y paredes blancas, los artistas compartieron su experiencia creativa durante 30 días. Vestidos con uniformes azules manchados por la pintura, disponían las telas para iniciar su creación conjunta: “El pretexto de mostrarlo en una exposición nos empujó a hacerlo seriamente”, cuenta Laurent.

El proceso fue intuitivo y espontáneo. Cada uno pensó en los esquemas que podían desarrollar a partir de su propia iconografía. Aunque, las decisiones se tomaron a medida que iba avanzando el cuadro sin tener una idea preconcebida ni bocetos previos. El hecho de compartir espacio y tiempo durante la elaboración resulta en una composición armoniosa de las tres personalidades. Las conversaciones entre ellos han destapado sus “manías” en los modos de trabajo. Laurent, fundador del estudio compartido, pone de ejemplo el querer llenar todo el espacio, el miedo al vacío o el no querer usar el color negro en las composiciones.

En sus creaciones se observan hienas de colores oscuros, un hombre en una bañera pescando y figuras disueltas en las texturas a partir de técnicas como la pintura acrílica, óleos y spray. Esta muestra explora la identidad francesa en el uso del cómic y el lenguaje pictórico del arte contemporáneo. Además, incluye referencias de obras clásicas a través de paisajes intimistas.

Laurent, de 41 años, nació en la región de Bretaña y desarrolló su formación plástica de manera autodidacta, simultáneamente a sus estudios en ciencias políticas y en historia del arte. El artista se trasladó en 2007 a España, donde empezó a trabajar como gestor cultural. Desde hace ocho años, se dedica exclusivamente a la pintura de manera profesional. “Tengo una rutina muy parecida a la que puede tener una persona que trabaja en una oficina”, explica el pintor, que pasa en su estudio unas ocho horas diarias.

Se considera un pintor antiacadémico y ecléctico, que fusiona la narrativa de la neofiguración con la pintura gráfica, el arte urbano y la abstracción. Su proceso creativo se basa en la intuición a partir de una idea espontánea que surge impulsivamente de su inconsciente. “Espero que la gente me diga qué estoy haciendo para ver hacia dónde voy a llevar mi obra”, cuenta. En su caso, los espectadores son los que le dan claves sobre la significación de lo que está creando. Su abanico referencial se amplía a elementos cotidianos, desde una pancarta que ve en la calle hasta una visita al Museo del Prado. Con cada serie que produce, intenta agotar todas las posibilidades creativas: “No me gusta aburrirme, por eso investigo diferentes aspectos del arte”.

La exposición 'Mauvaises Tournures' en la galería del Instituto Francés de Madrid.
La exposición 'Mauvaises Tournures' en la galería del Instituto Francés de Madrid. Víctor Sainz

Su compañero, Yann Leto, se inspira en la pintura alemana expresionista y los movimientos sociales de la posguerra. A través de sus paisajes y retratos de arte abstracto intenta transmitir el dolor: “La pintura social puede ser muy trágica, pero también muy romántica”. El francés nació en la ciudad de Burdeos, pero reside en España desde 2007. Su faceta profesional empezó aquí, tras estudiar Animación. A sus 43 años, ha trabajado con galerías de diferentes ciudades españolas, como Valencia, Murcia y Málaga. Tras vivir en Zaragoza, se afincó en Madrid hace poco más de un año.

Sus creaciones destacan por la densidad y el detalle de su pintura, en la que la tipografía confluye con elementos clásicos y modernos. Los huecos y los planos secos de sus cuadros transmiten un mensaje crítico de desasosiego social. El artista se nutre de una gran hemeroteca de imágenes extraídas de Google y recortes de prensa, que almacena en sus discos duros, para recrear su propio universo.

Leto comparte su pasión con su compañero Léo Faber, un artista plástico aficionado a la reconstrucción de imágenes a través de grabados y serigrafía. El artista estudió en la Escuela Nacional Superior de Arte de la localidad francesa de Nancy, donde se diplomó en 2014. A sus 28 años, también experimenta con pequeñas esculturas de cerámica e instalaciones. Sus obras conforman estampas que recrean escenas poéticas surrealistas a partir de la composición de distintas capas de pintura con una paleta de colores muy amplia.

A través de una técnica pictórica que consiste en componer una obra plástica uniendo imágenes y materiales de procedencias diversas, han construido una serie que representa sus estilos a partir de la espontaneidad. “Es un juego que podríamos hacer puntualmente en un estudio, pero bien pensado”, declara Baptiste. A lo largo de la historia, se conocen numerosos experimentos similares, como la obra de los pintores Eduardo Arroyo, Gilles Aillaud y Antonio Recalcati o la colaboración de Andy Warhol, Jean-Michel Basquiat y Francisco Clemente. “Este trabajo conjunto es un homenaje a grandes referentes de la pintura”, concluye Leto.

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