Otra vez con el Salvador blanco
El cazador es el que consigue que, a base de repetir la misma historia una vez tras otra con todos los medios a su alcance, acabes creyendo la versión de los libros de historia que editan especialmente para ti
Todo el mundo tiene voz ¿vale? Hasta las personas que “no tienen voz” tienen voz. Allí tienes a mi colega Xavi que es mudo y cómico, hace reír a la gente, ¡fíjate si tiene voz! Lo que no tiene todo el mundo es un altavoz, un espacio como este que les brinde la oportunidad de hacerse oír.
Otros, sin embargo, viven rodeados de micrófonos y palmeros que aplauden hasta con las orejas cualquier sandez que les oigan decir. Y por sandez me refiero a declaraciones xenófobas, racistas, que atentan contra las minorías, colectivos vulnerables y encima faltan a la verdad.
En este caso, todo lo ocurrido con la colonización en Abya Yala. La historia de: “Yo te doy la Biblia y tú me das tu oro, ya verás que bien”.
Ayer me llegó un vídeo. Un vídeo en el que un político, por llamarle algo, se convertía en el cazador de aquél proverbio africano que cito incesantemente y dice que “hasta que los leones no escriban su propias historias, las historias de cacería siempre glorificarán al cazador”.
Y allí estaba el cazador. En medio de una “jungla” hecha a su medida tras demostrar que es un hombre todo terreno y que con tal de estar le da igual ocho que 80.
Allí estaba, dándose golpes contra el pecho y sugiriendo repetir la hazaña de una historia de saqueos, muertes, engaños, expolio y violaciones de mujeres y niñas, sin inmutarse.
Orgulloso de haberles impuesto una lengua que no pidieron hablar.
Mira, cogedme, de verdad. ”Stop making stupid people famous”. Ya conocemos la historia del cazador.
El cazador es el que consigue que, a base de repetir la misma historia una vez tras otra con todos los medios a su alcance, acabes creyendo la versión de los libros de historia que editan especialmente para ti.
Que el árabe es terrorista, el latino es pandillero y la negra, puta.
El cazador es el que consigue el reconocimiento de un médico blanco sin mencionar las aberraciones cometidas sobre los cuerpos de mujeres negras que morían sobre la mesa de operaciones para que el nombre de ese desalmado pasara a la historia como un salvador.
El cazador es al que le gusta “salvar”, “ayudar”, “liberar”... pero allá, en su tierra, cuando llegan aquí prefieren que se mueran. Mejor les salvamos en Liberia, que hay diamantes, en la República Democrática del Congo, que hay Coltán. “Vengo a contar mi verdad”, dicen.
No, cielo, verdad hay solo una, los hechos. Si llueve, llueve; si no llueve, no llueve. Otra cosa es que me digas que a ti los días de lluvia te encantan, nunca usas paraguas y te encanta sentir cómo se te mojan los pies. ¡Enhorabuena!... Pero llueve.
¡Gracias! a todas esas plataformas y medios que de vez en cuando dan micrófono y espacio al león, leonas y leonEs, coño ya. Para que de una vez por todas, las historias de cacería, nos cuenten, la verdad.
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