De fortines, trincheras, búnkeres y guerras civiles
En Madrid quedan más de 2.000 construcciones de la contienda, pero pocas son visitables, ofrecen rutas guiadas y cuentan con centros de interpretación
― Mamá, ¿y de verdad se mataron unos a otros siendo del mismo país? Pero qué tontos, ¿no?
― Pues sí, hijo, pero muy tontos.
Los niños corretean al atardecer entre las zanjas, que usan a modo de laberinto para jugar al pilla-pilla, sin llegar a comprender ni dónde están, ni qué es una guerra civil, mientras a ti te recorre un escalofrío por todo el cuerpo porque allí murió gente, mucha gente, quizá hasta tu propio abuelo. Es el conjunto de fortines y trincheras de Los Yesares, un paraje pelado en el cerro Cabeza Fuerte, junto a Arroyoculebro, en Pinto, que empezaron a levantar y defendieron los republicanos ante la ofensiva golpista hacia Madrid en octubre-noviembre del 36. Las tropas franquistas sobrepasaron esta línea al inicio de la terrible batalla del Jarama, en febrero del 37, y levantaron nidos de ametralladora de hormigón armado, de los que cuatro se conservan en un magnífico estado, así como trincheras, pozos de cazador y un refugio. Solo en esta batalla murieron entre 6.000 y 7.000 golpistas y entre 9.000 y 10.000 republicanos.
Llevar a los niños a ver las huellas de la guerra civil y de la toma de Madrid no es un plan, es una obligación moral, sobre todo porque quedan pocos abuelos con vida que lo recuerden y que les digan “cómetelo todo, tenía que venir una guerra, se te iban a acabar todas las tonterías”.
¿Cómo explicar a los niños lo que pasó? “Yo usaría una metáfora medieval, que creo que la pueden entender muy bien. Madrid se cerró como un castillo por 32 meses, durante los cuales intentaron tomarla por todos flancos hasta encontrar una brecha, mientras unos dragones de acero lanzaban bombas y unas modernas catapultas les disparaban fuego de artillería. Lo que pasó se resume en una ciudad de un millón de habitantes enfrentada a un asedio del siglo XX”, responde el historiador y profesor de la Complutense Gutmaro Gómez Bravo, que coordinó el proyecto de investigación Asedio: historia de Madrid en la guerra civil (1936-1939).
“Por su simbolismo, Madrid fue el objetivo número uno durante toda la guerra y llegaron a combatir hasta 300.000 efectivos de ambos bandos con un número total de muertos entre civiles y combatientes todavía sin cuantificar. Fue la primera ciudad en ser bombardeada del mundo, antes que Gernika, sufrió el primer ataque motorizado y el primer enfrentamiento entre tanques de la historia”, recapitula Gómez, director del Grupo de Investigación Complutense de la Guerra Civil y el Franquismo.
Pero, en lugar de ordenar a sus huestes un dracarys a sangre y fuego, Franco decidió “dar vueltas” hasta lograr penetrar sus defensas. “El 21 de noviembre del 36, en una reunión en Getafe, los tres generales del Aire le dijeron a Franco que, para que entrara la infantería, tendrían que hacer una brecha muy grande, con bombas de 500 kilos, y cargarse todo Argüelles. Pero Franco quería llegar como un libertador, no como un destrozador, cosa que no entendieron ni alemanes, ni italianos, de ahí el asedio”.
Se trató, además, del cerco más largo de la contienda, por lo que la comunidad posee “uno de los mejores conjuntos de fortificaciones de todo el país” en palabras de la Dirección de Patrimonio de Madrid, con vestigios documentados en 105 de sus 179 términos municipales. Hay en pie más de 2.000 construcciones de diversos materiales y tipologías, 450 de ellas de hormigón, 12 aeródromos militares, restos del tren de Tarancón, construido para mantener el abastecimiento de la capital por el Levante durante la contienda y reconvertido en parte en vía verde para bicis, túneles y varios cientos de kilómetros de trincheras.
Todos estos vestigios están protegidos por la Ley de Patrimonio regional de 2013 y una ha sido declarado BIC (bien de interés cultural), el impresionante Blockhaus 13, al que se sumará el campamento de mando franquista La Peña de Navalagamella. Los yacimientos están catalogados y descritos desde 2016 en el Plan Regional de Fortificaciones de la Guerra Civil, pero muy pocos están musealizados con cartelería como el de Los Yesares, Navagalmella, las rutas por la sierra de Guadarrama, el Frente del Agua, los restaurados fortines de la Mata Espesa de Ifema, la dehesa de Navalcarbón en Las Rozas o Los Molinos.
Solo tres, los de Brunete, Paredes de Buitrago y Rivas Vaciamadrid, están acompañados de un centro de interpretación ―Navalagamella prepara uno centrado en el papel de la mujer y están en proyecto otros de las batallas de Somosierra, Guadarrama, Brunete, Madrid y el valle del Jarama― y apenas un pequeño puñado de ayuntamientos voluntariosos, como Paredes con el frente de Somosierra, Pinto, Guadarrama, Arganda del Rey, Morata de Tajuña, San Martín de la Vega y Rivas con la batalla del Jarama y el Ayuntamiento de Madrid con el enorme búnker de la Posición Jaca bajo el parque del Capricho, ofrece visitas guiadas. También hay empresas turísticas, como Disfruta Madrid o Rutas con Historia, que organizan tours bélicos por la capital o por municipios destacados desde 10 euros.
Entre las últimas actuaciones para la puesta en valor de estos restos, Patrimonio, que pide respeto a los carteles y que recuerda que gasta al año más de 100.000 en el plan de fortificaciones, investigó y excavó el año pasado una zona del puerto de Leones, que tiene previsto señalizar en breve.
Principales espacios visitables
Del Templo de Debod a Ciudad Universitaria. Pasear por el parque del Oeste, donde estaba el cuartel de la montaña, es como viajar a Perdidos. De repente, aparece una torre vigía o un búnker y uno piensa vaya, me he topado con la Iniciativa Dharma. Pero no, son las huellas de uno de los principales frentes de la lucha por Madrid. Este idílico paraje resultó totalmente calcinado en 1939 bajo la artillería de los dos ejércitos y, tras la contienda, era un auténtico peligro caminar por él por la gran cantidad de proyectiles sin estallar. De los 15 fortines que tuvo, quedan tres en pie, degradados, con restos de impactos de bala y sin ningún tipo de cartelería. Se puede seguir hasta ver los restos de proyectiles en los edificios universitarios, la casa de las Flores, todo el barrio de Argüelles y a las trincheras republicanas de la Dehesa de la Villa.
El Frente del Agua. Es un itinerario circular de ocho kilómetros por una pista forestal que permite conocer 26 elementos de arquitectura defensiva de hormigón armado, ladrillo y mampostería, como nidos de ametralladora, búnkeres y otros refugios, así como varios tramos de trincheras, pertenecientes tanto al bando republicano como al franquista. La ruta, que subraya la importancia de controlar los embalses, se inicia en el centro de interpretación de Paredes de Buitrago, donde hay un mapa, información sobre las construcciones que se van a ver y hay un vídeo sobre la vida de los soldados en el frente de la sierra norte. El camino está señalado con hitos y paneles explicativos y hay visitas guiadas.
Blockhaus nº 13. Situado en Colmenar de Arroyo, está considerado la máxima expresión de la arquitectura militar de la contienda y se encuentra en un magnífico estado. Es la única fortificación que llegó a terminarse de las 16 que proyectó el bando sublevado para defender la zona. Ocupa 160 metros cuadrados y es un anillo de 10 metros hecho de hormigón armado con 12 troneras desde el que se accede a cuatro nidos semiesféricos con sus propias troneras, rodeado de un sistema defensivo de alambradas, zanjas y minas anticarro. El acceso, desde el cuarto nido, se realiza mediante un túnel en rampa y en uno de sus lados se aprecia el impacto de un proyectil, que dejó a la vista la armadura metálica de la fortaleza. Descontextualizada, parece que de ella pueden salir en cualquier momento a saludar Yoda o Luke Skywalker.
Navalagamella. Se puede ver la posición Calvario y el campamento militar de la Peña. El primero es un paseo de siete kilómetros con construcciones de los sublevados repartidas y mimetizadas con las rocas de berrocal granítico, entre ellas un conjunto estilo Blockhaus a la entrada del pueblo que es una joya, mientras que el segundo son 30 construcciones, entre casetas modulares de cemento para oficiales y suboficiales, la casa del coronel con letrina propia, barracones y búnkeres y hasta una iglesia de campaña. Este modelo de campamento fue creado Mussolini y todos fueron destruidos durante la II Guerra Mundial, salvo este en España. Cuenta con un centro de interpretación.
Los Yesares en Pinto. Paraje fortificado de unos 8.000 metros cuadrados, con cuatro fortines mixtos de hormigón muy bien conservados y un conjunto de estructuras excavadas que incluye trincheras, abrigos, pozos de tirador y un refugio o puesto de mando.
Guadarrama. El Ayuntamiento diseñó 10 rutas, según niveles de dificultad, que suman 70 kilómetros, llamadas Tras las huellas de la guerra, en las que se pueden ver 500 estructuras de carácter militar, la mayor parte de ellas realizadas con piedra local.
Brunete. Tiene desde pequeños fortines en bóveda en la periferia del pueblo y a los grandes fortines cruciformes.
Los Molinos. Es una ruta de unos dos kilómetros y medio muy cerca del casco urbano, por la que discurren seis fortines en buen estado.
Cerro Melero. Cerca de Arganda, cuyo ayuntamiento ha acondicionado y señalizado varios tramos de trincheras, pozos de tirador, asentamientos de armas automáticas, refugios y otras estructuras excavadas a lo largo de un recorrido de 350 metros.
Cerro de la Iglesia. Junto a Morata de Tajuña, se visitan líneas de trincheras y obras de hormigón, ladrillo y piedra que ocupan un área de 10.000 metros cuadrados. En el municipio se realizan además rutas por parajes vinculados a la batalla del Jarama.
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