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La voz y la palabra de la imagen

El colectivo de diseñadores gráficos Un Mundo Feliz publican el libro ‘Protest Pictogram Activism’

‘Protest Pictogram Activism’
Imágenes de los pictogramas de Un Mundo Feliz.Un Mundo Feliz
Aurora Intxausti

Las imágenes nos inducen a pensar, unas veces dirigidos, y otras tenemos que activar un poco más las neuronas para lograr entender el mensaje del artista, en el caso de que haya mensaje. Las empresas emplean imágenes para vender sus productos, inducir al ciudadano a consumir aquello que fabrican o invitarle a comprar aquello que le está mostrando.

Los diseñadores o publicistas utilizan muchas horas e ingenio para crear este tipo de productos dirigidos directamente al consumidor quien inconscientemente almacena en su cerebro esas imágenes que le llevan a consumir el objeto publicitado. Hay otros que separan su trabajo profesional, del que viven, de su labor activista con la que solo alimentan su intelecto. En esa franja están los miembros del colectivo madrileño Un Mundo Feliz, dirigido por Sonia Díaz y Gabriel Martínez, autores, entre otros proyectos, de Protest Pictogram Activism (Protesta pictogramas y grafismo para cambiar el mundo). El libro recién editado por Hoaki incluye 300 imágenes y 16 textos de diseñadores gráficos de todo el mundo que practican este tipo de activismo y se vende por 17 euros.

Imágenes del libro Protest Pictogram Activism, de Un Mundo Feliz.
Imágenes del libro Protest Pictogram Activism, de Un Mundo Feliz.

Un Mundo Feliz lleva 20 años realizando activismo gráfico en España con imágenes libres de reproducción y su propio trabajo puede ser utilizado por todo aquel que lo necesite. “Quien quiera lo puede imprimir, hacerse camisetas, postales o póster, o lo que le parezca más interesante”, indica Gabriel Martínez. Cuando crearon Un Mundo Feliz tanto a Sonia como a Gabriel les unía la necesidad vital de poner un contrapeso a su trabajo profesional y por puro activismo social optaron por adentrarse en el mundo del activismo gráfico. Ambos son de los pocos diseñadores gráficos que en España realizan este tipo de gráfica-denuncia.

Las ideas para un proyecto no nacen encerrados y pensando sobre ello, la mayoría de las veces surgen de los periódicos, de determinadas situaciones o de una imagen cualquier. A partir de ese punto comenzamos a crear y a perfeccionar los pictogramas

El anterior libro de Un Mundo Feliz, Pictopía (editado por Promopress) reunía hasta 400 pictogramas e ilustraciones de libre reproducción y 200 pequeñas películas disponibles en un compacto que el libro lleva adjunto. Son trabajos libres en los que, si bien el mensaje gráfico es importante, también lo es el pie de foto que los acompaña. Su explicación puede estar muy alejada de lo que nosotros vemos reflejado inicialmente. Los trabajos que realizan esta pareja de diseñadores muestran su posición ante temas como la violencia de género, racismo, los derechos de los homosexuales, los derechos de los individuos que en muchas ocasiones son pisoteados por las Administraciones o el Poder. “Las ideas para un proyecto no nacen encerrados y pensando sobre ello, la mayoría de las veces surgen de los periódicos, de determinadas situaciones o de una imagen cualquier. A partir de ese punto comenzamos a crear y a perfeccionar los pictogramas”, explica Martínez. Los pictogramas son signos claros que representan un objeto real, figura o concepto. Su mensaje puede ser entendido en todas las partes del mundo porque sobrepasan la barrera de las lenguas. Nuestra vida cotidiana está llena de ellos.

La activista gráfica Liz McQuiston, autora de libros como Historia Social y Política de la Protesta Gráfica (Frances Lincoln), escribe uno de los textos de Protest Pictogram Activism. En él que destaca la labor del grupo madrileño Un Mundo Feliz “impregnan sus pictomontajes o pictos con pasión, ideas políticas e ingenio. Sus pictogramas gritan, lloran, lanzan advertencias, se ríen (¿de nosotros? bueno, por supuesto). Y a veces están hechos de símbolos combinados que no tienen ningún sentido inmediato... pero nos vemos obligados a pensar, luego a maravillarnos y finalmente a ir a otros lugares de nuestra mente. Así, cuando los pictogramas se reúnen en cantidad, como en un libro o una exposición, se convierten en un ejército de ideas y emociones que nos conducen a un viaje politizado de duda y revelación. Los horribles, excitantes y fantásticos pictogramas nos despiertan. Nos obligan a ser humanos, a sentir su emoción, a ser valientes, y luego... a actuar”.

La apariencia inicialmente fácil de los pictomontajes induce al espectador a adentrarse en un mundo de apariencia sencilla pero que a la larga le obliga a realizar una lectura más profunda de la imagen simple que tiene frente a él.

Los autores del libro consideran que su último trabajo es “un homenaje al activista gráfico Gerd Arntz que junto con Otto y Marie Neurath desarrollaron un lenguaje no verbal de fuerte impacto conceptual y visual. Y también a la artista y activista política Rini Templeton quien a través de su Xerox Art invitó a activistas de todo el mundo a fotocopiar y usar su trabajo para las luchas.

Las variaciones que se encuentran en el libro han sido construidas utilizando distintos temas mediante el método de pictomontaje. Gabriel Martínez habla de cómo se idearon los fotomontajes “no surgieron como meros objetos estéticos sino como imágenes para n un sentido político”, explica.

En la conversación con Un Mundo Feliz se filtran términos como pictosofía. ¿Qué es la Pictosofía? “Es un ejercicio de análisis y contextualización, de búsqueda de significados e intercambio de mensajes”, explica Gabriel.

¿Qué significa para Un Mundo Feliz practicar este tipo de activismo por el que no perciben nada económicamente? “Ser casi como una ONG gráfica. Nuestras imágenes son actos de pensamiento y los pictomontajes su transmisor radical”.

Sonia y Gabriel están inmersos actualmente en un proyecto para adolescente anti rape school en el que con símbolos conocidos por estos se hacen referencia a los monstruos que les acechan.

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Sobre la firma

Aurora Intxausti
Periodista. Trabajó en EL PAÍS entre 1985 y 2021, tanto en la redacción de el País Vasco como en Madrid. Cree que es difícil encontrar una ciudad más bonita que San Sebastián.

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