Los audios de Rey del Cachopo: “Me gusta castigar a la mujer para que sepa quién manda”
Los móviles de acusado y víctima sirven para reconstruir la relación que mantenían y muestran que César Román realizó búsquedas en internet sobre la investigación del asesinato
Los móviles hablan, a veces más de lo que a uno le gustaría. En la sesión de este jueves del juicio por el asesinato de Heidi Paz, los terminales han servido para reconstruir parte de la relación de César Román, el Rey del Cachopo, con la mujer cuyos restos fueron hallados en agosto de 2018 en una nave que este tenía alquilada en Usera. Unos días antes del asesinato, Román le mandó un audio a su pareja: “Coge el puto teléfono, me queda una mierda de batería, no tengo con qué pagar lo que he consumido”. Después de eso, añadió: “Llámame que vamos a tener un problema y serio”.
El contenido del teléfono ha servido en esta jornada para poner más piezas al puzle que es la vida y personalidad de César Román, un hombre que ha vivido siempre al borde del precipicio. Cuando huyó a Zaragoza, donde permaneció oculto cerca de tres meses, intercambió mensajes con varias mujeres. A una de ellas le dijo: “Me gusta castigar a la mujer para que sepa quién manda”. Del contenido de su terminal se puede deducir también que estaba preocupado por la investigación sobre el asesinato de su exnovia. Buscó en internet las palabras “descuartizada Usera”. En ese momento, Román se había desinstalado la aplicación de Whatsapp, por lo que muchos mensajes se perdieron. El terminal también contenía “muchas fotos de mujeres”, y había visitado varios portales de citas, ha detallado uno de los policías que ha declarado este jueves como testigo.
El Rey del Cachopo, que ya se tuvo que disculpar en la tercera sesión por gesticular ostensiblemente durante la declaración de la madre de Heidi, no ha podido contenerse hoy. Su abogada ha tenido que pedirle que se relajara varias veces. “César, por favor”, se le ha oído recriminarle. “¡Pero es que está mintiendo!”, ha soltado Román en referencia a la declaración de uno de los agentes que investigó el crimen. La jueza, visiblemente molesta, ha ordenado callar al acusado y le ha recordado que si no mantenía silencio pordía ser expulsado de la sala.
Pero también ha hablado Heidi, la víctima, a través de los registros de su móvil. La última llamada que consta en su teléfono es una a César Román cerca de las seis de la mañana del 5 de agosto. Ella estaba en plaza de Legazpi y él en su casa. El acusado asegura que esa noche no se vieron, los investigadores sostienen que después de esa llamada, la víctima fue a casa de su expareja, donde ya había estado la noche anterior, según la posición de su teléfono que registraron los repetidores. A partir del día 14, el teléfono de César deja de funcionar. Cuando le detuvieron en Zaragoza, dos meses después, el Rey del Cachopo tenía el móvil de Heidi en su poder.
El agente ha negado que el teléfono de Heidi contuviera nada que la ligara con el narcotráfico, una actividad a la que Román siempre ha defendido que se había dedicado su expareja.
Este agente, que también estuvo presente en la autopsia de los restos de Heidi —solo se encontró su torso— ha explicado que el cadáver estaba “en mal estado, como seco, y parecía más rosado”. El asesino roció los restos con sosa caústica que degradó mucho sus condiciones. “El tapón del bote de sosa contenía restos de ADN de César Román”, ha recalcado el policía.
Uno de los puntos a los que se agarra la defensa es que en un primer momento, el análisis visual del cuerpo concluyó que pertenecía a una mujer caucásica que no había tenido hijos. La víctima era mulata y madre de dos niños. Un análisis de ADN posterior con muestras de la madre, Gloria Bulnes, demostró que el cuerpo pertenecía a Heidi Paz con un 99% de posibilidades.
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