La embajadora que lleva los colores colchoneros
La representante de Uruguay en España confiesa ser una apasionada del fútbol y férrea seguidora del Atlético de Madrid
Si hay un deporte que apasiona a la embajadora de Uruguay en España, ese es sin duda el fútbol. Ana Teresa Ayala Barrios ve todos los partidos de la liga de viernes a lunes, siempre que su actividad diplomática se lo permite. Tiene mayor predilección por los equipos en los que juega algún compatriota suyo, pero en especial por el Atlético de Madrid. “Cuando llegué a esta ciudad en 2012, estaba Diego Godín y desde entonces siempre soy de ese equipo. Iba incluso al estadio Vicente Calderón”, afirma Ayala. “Reconozco que rompo los estereotipos. No es típico que a una mujer y menos embajadora le guste tanto el fútbol, pero es el deporte nacional de mi país”, añade de inmediato con una sonrisa en la boca.
En el despacho de Ana Teresa Ayala Barrios (Artigas, al norte de Uruguay, 55 años) destaca un flamante escudo del Getafe, en el que juegan cuatro compatriotas suyos. Reconoce que fue a verlos y estuvo con el presidente del club, Ángel Torres. De hecho, le encanta el coliseum Alfonso Pérez: “Al estar tan cerca las gradas y los jugadores, casi se les puede tocar. Se le ve muy de cerca”. “Actualmente, en la liga española juegan 13 uruguayos y algunos muy buenos como Araújo en el Barcelona”, afirma con pasión.
A Ayala le viene la pasión por el balompié le viene de su padre, que fue futbolista. Eso sí, ella rompió con esta tradición e ingresó en la carrera diplomática tras estudiar el doble grado de Abogacía y Notariado. De esta última, llegó a hacer el juramento y ejerció, pero enseguida se aburrió. “El ser notario en Uruguay es muy distinto a España. No hay que aprobar una oposición tan difícil. Allí, con la carrera y el juramento, uno se puede establecer en cualquier lugar. Es una profesión libre”, describe.
Gracias a un amigo se enteró de que había oposiciones en el Servicio Exterior, a las que se presentó. Consiguió una de las nueve plazas, a las que concurrieron unos 200 aspirantes. Tras pasar por la Escuela Diplomática, estuvo cinco años en la embajada de Buenos Aires, una de las más importantes para su país. Después, estuvo un tiempo en el Ministerio de Relaciones Exteriores en Montevideo, donde se especializó en el área económica y fue destinada a Paraguay. En 2012, llegó a Madrid como segunda responsable de la Embajada.
El nuevo presidente de Uruguay, Luis Lacalle, tomó posesión en marzo de 2020 y nombró ministro de Relaciones Exteriores a Francisco Bustillo, que era entonces el embajador de su país en España. “En un principio, yo iba destinada a la embajada de la Santa Sede, pero Bustillo, con el que yo trabajé en Madrid, me dijo que me venía para acá. No me lo pensé ni medio segundo”, destaca.
Las relaciones diplomáticas entre España y Uruguay se establecieron en 1887. A la entrada de la embajada, en el paseo del Pintor Rosales, hay un cuadro con las placas de todos los diplomáticos que han estado al frente. Ella es la primera mujer. “Estoy rompiendo el techo de cristal en ese aspecto”, afirma. “Siento una profunda admiración, un gran afecto y mucho cariño por España. Eso sí, me causa un poco de dolor cuando no son capaces de apreciar todo lo que valen en este país como ciudadanía y con sus recursos. Se ve mejor a España afuera de lo que ocurre aquí dentro”, añade de inmediato.
Ayala llegó a Madrid el pasado 11 de noviembre y entregó sus cartas credenciales al Rey Felipe VI el 29 de enero. “No noté mucha diferencia al principio entre el Madrid que yo conocía y el actual. Pensé que la actividad iba a estar más decaída. En lo que sí noté mucha diferencia es en no poder abrazarnos y dar besos. Somos sociedades de hacerlo y eso se echa en falta. Eso sí, Madrid sigue siendo una ciudad muy abierta y con mucha vida, en la que se acoge a todo el mundo”, mantiene la embajadora. En Madrid es fácil verla por el Retiro, por el cercano parque del Oeste o un sábado por la mañana por el barrio de Las Letras.
La colonia uruguaya en España está formada por unas 80.000 personas, lo que, en opinión de Ayala, resulta bastante alta dado que la población del país latinoamericano es de 3,5 millones. Unos 6.000 residen en la Comunidad de Madrid, mientras que la gran mayoría se ubica en Cataluña y Galicia. “Se debe a las raíces familiares y a que muchos se dedican al sector servicio y al turismo”, afirma la diplomática.
Uno de los objetivos que tiene previsto Ayala para este año es aumentar las relaciones comerciales entre ambos países. Si bien las exportaciones a España son bajas, ya que representan un 1% del total. Por el contrario, las grandes compañías españolas sí están asentadas en Uruguay. Los dos grandes bancos son el Santander y el BBVA. “Hay 100 empresas en sectores estratégicos como servicios financieros, seguros, telecomunicaciones, construcción, energía, renovables, logística o software”, añade Ayala.
Un país que se salvó de la primera oleada
La embajadora Ana Teresa Ayala Barrios tiene previsto vacunarse en cuanto le toque por su franja de edad. Cree que se trata de un ejercicio de responsabilidad para intentar acabar con la pandemia. Su país, de hecho, se salvó de la primera oleada del coronavirus al comienzo de la pandemia mundial. No se produjo un alto número de contagios. “Hubo una gran concienciación por parte de la población. No hubo confinamiento y la gente actuó de manera libre y responsable. No se paralizó ni la actividad económica ni educativa ni cultural”, describe la diplomática.
La primera ola se produjo en diciembre de 2020. Desde el inicio de la pandemia se han contagiado 58.000 uruguayos y han fallecido unos 600. “Pese a esos datos, son números bajos si los comparamos con otras regiones u otros países”, añade Ayala. La vacunación en su país empezó en marzo y esperan completarla en poco tiempo, dado que se trata de una población no excesivamente alta. “Tenemos un buen sistema de salud pública y privada, que han trabajado de manera conjunta y muy coordinada durante la pandemia”, afirma la diplomática.
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