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Tribuna
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Un montón de ladrillos

La casa de Vicente Aleixandre ha sido refugio de la poesía, y lugar de encuentro entre el maestro y los jóvenes poetas del 27

Una de las habitaciones de la casa Vicente Aleixandre, en Madrid, tras la visita realizada por el ministro de Cultura.
Una de las habitaciones de la casa Vicente Aleixandre, en Madrid, tras la visita realizada por el ministro de Cultura.Eduardo Parra (Europa Press)

El pleno de la Asamblea de Madrid, en octubre de 2017, aprobó una Resolución, en la que se instaba al Gobierno de Madrid a la declaración, “con carácter de urgencia”, de Bien de Interés Cultural o Patrimonial de la casa (Velintonia) de Vicente Aleixandre. De igual forma, se solicitaba la creación de una Comisión destinada a su habilitación como Casa de la Poesía, el centro de referencia para el estudio de la poesía española del siglo XX. Al parecer, la respuesta de la entonces directora general de Patrimonio, fue que la declaración no era posible, se trataba solo de “un montón de ladrillos”.

Un arcaico concepto del valor patrimonial en sí, ya cuestionado por el mismo Aloïs Riegl, a principios del siglo XX, cuando entendía que “la denominación de monumento (Denkmal) no puede ser comprendida en un sentido objetivo, sino únicamente subjetivo (...) somos nosotros los sujetos modernos, quienes se lo atribuimos”. Incluso en el origen del término Monumenta, con el que el cónsul Manio Manilio había recopilado las leyes de Numa, se aceptaban los vestigios de la arquitectura por su poder de recordatio , por evocar la presencia de los antiguos hombres ilustres en determinados lugares.

Para el informe técnico de la Administración autonómica, que considera “imposible” tal declaración con la actual Ley Patrimonio de Madrid, no suponía nada la adhesión a la propuesta de artistas e intelectuales, como Fernando Aramburu, Paul Bowles, Francisco Brines, Dulce Chacón, Antonio Gamoneda, Ian Gibson, José Hierro, Fernando Lázaro Carreter, Mario Vargas Llosa, Luis Eduardo Aute, Joan Manuel Serrat... y que reclamaban su conversión en Casa de la Poesía. Tampoco fue convincente el hecho de que, la casa del premio Nobel, frecuentada por Alberti, Federico García Lorca, Dámaso Alonso... llegara a ser, incluso en su posterior exilio interior bajo la pesada carga de la dictadura, refugio de la poesía, y lugar de encuentro entre el maestro y los jóvenes poetas.

Lo más sorprendente, y significativo de la ignorancia o incomprensión de los responsables del patrimonio histórico regional, es que en la actual Ley, mediada por incurrir en artículos anticonstitucionales, figura, (en su artículo 3, apartado e), la categoría de Sitio o Territorio Histórico, definido como “el lugar vinculado a acontecimientos del pasado que tengan una especial relevancia histórica”. Un artículo y una categoría que tiene su filiación indudable en la llamada Carta de Burra, elaborada por Icomos Australia para sitios de significación cultural, y allí, se incluyen no sólo aquellos lugares, territorios, o paisajes, sino también a los edificios que posean el valor significativo, social o espiritual, “para las generaciones pasadas, presentes, y futuras”. Una justificación válida para la protección de Velintonia, más allá del supuesto valor de un mero “montón de ladrillos”, porque en su interior, de manera invisible, pero con una presencia real, se cobija la mejor historia de la poesía española, y la promesa de su futuro.

Juan Miguel Hernández León es portavoz de Cultura y Turismo del Grupo Socialista de la Asamblea de Madrid.

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