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Biela: el ‘indie’ de los jóvenes atormentados, pero felices

Solo tres canciones le bastan al novísimo cuarteto madrileño para erigirse en representante musical de la esforzada ‘generación Z’

Cuatro jóvenes madrileños forman 'Biela', un grupo con tres canciones que ha despierta la excitación entre los cazatalentos del gremio. MARINA GALA
Cuatro jóvenes madrileños forman 'Biela', un grupo con tres canciones que ha despierta la excitación entre los cazatalentos del gremio. MARINA GALA

En puridad, el mundo solo tiene constancia de tres canciones de Biela. Ni una sola más. Ocho minutos exactos de música. Y, pese a tan exiguo balance provisional, el nombre artístico de estos cuatro chavales madrileños de entre 22 y 23 añitos no para de surgir en las tertulias y conversaciones de los mentideros del indie patrio. Ni siquiera han podido todavía llevar oficialmente a los escenarios, por estas cosas de la pandemia, esos tres temas –Distancia, Nantes-Madrid y Fin de Año– con los que han despertado la excitación entre todos los cazatalentos del gremio. Los fichó de manera “fulminante” el sello Limbo Starr, el mismo donde crecieron Nacho Vegas o Maga y hoy graban Tachenko, Camellos y Medalla. Ellos se sonríen, confiados en que el futuro les será propicio en cuanto remitan todas estas calamidades mundiales. “Nos lo curramos muchísimo, tenemos un sonido medianamente original y hasta nos preocupamos por vestir bien”, resumen ellos, a modo de autorretrato urgente.

Vayan tomando nota de los nombres: Alberto de Lara (voz y letras), Álex de las Heras (batería), David Marín (bajo) y el guitarrista Carlos Cortez, originario de Lima (Perú). Encajan a la perfección con ese perfil esforzado de la generación Z, la posterior a la milenial. Como buenos hijos del 97 y el 98, son chicos aplicados que estudian respectivamente Audiovisuales, Pedagogía, Trompeta y Documentación, pero van sobreviviendo como pueden con trabajillos variopintos y circunstanciales: empleado a tiempo parcial en una tienda de zapatillas, vendedor de aspiradores en unos grandes almacenes, promotor de tabaco a pie de estanco (“¡no fuméis, pero es mi curro!”), conserje de urbanización o encargado “en una de esas cadenas de hamburgueserías que ya te imaginas”. Todo sea por un sueño compartido. “Vivir de la música. Sí, ya sabemos que de siempre ha sido un trabajo difícil. Y más en España. Y más ahora. Pero somos optimistas, tenemos una visión esperanzada, muchísimas ganas. Ah, y un primer disco”, avisan, divertidos, “en el que todo van a ser hits…”.

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Dos de ellos, David y Álex, compaginan la actividad en Biela con su presencia en otro cuarteto novísimo, Naranja, que ha despuntado en 2020 con joyas de pop guitarrero y vitriólico como Indies Tristes o Emérito, una sátira envenenada sobre el anterior jefe del Estado. En Biela, por contraste, los versos de Alberto confieren un tono más intimista, sentimental, incluso atormentado. “Las tres canciones nacieron a finales de 2019, en una época un poco deprimente, y de ahí que eligiéramos Otoño como el título para el EP”, corrobora su autor. “Son historias reales, fieles a mis vivencias. Me inspiran los elementos sensibles de este mundo insano. Quizá el tono tristón y emo sea un poco exagerado, pero es solo a efectos artísticos”. Y en esas, eleva la mirada y se sonríe: “¡Tranquilos! Somos chicos normales y, en términos generales, felices…”.

Otra clave generacional: sus referentes sonoros ya se encuentran firmemente anclados en el siglo XXI. Sienten devoción por los catalanes Cala Vento, veneran a los cordobeses Viva Belgrado y, en el territorio internacional, les fascina la versatilidad de The 1975, con esa destreza para saltar del pop al rock marrullero o la electrónica. En Biela incluso les inspira gran respeto C. Tangana, cuyo influjo se advierte en algunos pasajes recitados de Otoño. “El trap, eso sí, está perdiendo presencia en las nuevas canciones, donde los guitarrazos ganan la partida”, avisa Álex. “Llegamos al local y el cuerpo nos pide machaqueo del duro, ir a muerte y fuego con ese chispazo de guitarra, bajo y batería. Cuando llegue el LP, vamos a hacer saltar a la peña”.

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Enternece escuchar esa terminología analógica en labios de unos hijos tan evidentes de la era del streaming, pero los cuatro bielas se confiesan “un poco románticos del disco”. “No negamos la realidad, sabemos que vivimos tiempos de consumo rápido y de publicar canciones sueltas en streaming cada cuatro semanas”, admiten, “pero solo un álbum de larga duración permite englobar un sonido y aportar un contexto”. De ahí su empeño en dejarse la piel justo ahora, con la agenda despejada de conciertos hasta abril y las expectativas en lo más alto. “Aunque digan que en la música ya está todo inventado, nos negamos a entregar un producto simplón de cuatro acordes”, se conjuran a coro. “Buscamos canciones impactantes, cambios de ritmo, buenas letras, crónicas generacionales. Y una estética concreta y real. ¡Mira qué cuidado llevamos el pelito!”.

– ¿A unos chavales de vuestra edad les interesa la situación política? –curioseamos.

– Sí. Y, en general, estamos un poco enfadados con mucha de la gente que hay ahora.

– ¿Cómo se titularía, por ejemplo, una canción de Biela sobre Díaz Ayuso?

Los cuatro callan, resoplan, intercambian miradas. “Solo se me ocurren palabras cortas y feas”, avisa Alberto, el cantante. Hasta que Carlos, el guitarrista limeño, exclama:

– ¡Lo tengo! Sería algo claro y directo: ¡Dimite!

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