Filomenos
Este país está lleno de gente brillante, pero nosotros no nos fijamos y ellos disimulan
Pasa cada 114 años, así que está permitido seguir hablando de La Gran Nevada unos días más. He aprendido mucho gracias a Filomena. Algunos descubrimientos me han inquietado un poco, como pensar cuántos de los que teníais pala en casa sois también de los que saludaban siempre en el ascensor; pero otros hallazgos han despertado en mí una admiración inmensa. Por ejemplo, el día que bajé a comprar gusanitos, chocolate, gominolas y unos huevos (para disimular) me fascinó lo guapos y bien equipados que ibais – ellas parecían Nancys esquiadoras y ellos, esos monitores morenísimos que contratan en las estaciones para que las de costa aprendamos a hacer la cuña-. Todos llevabais el calzado perfecto, lo que os permitía dominar el elemento, y reíros de mí, que iba resbalándome por la nieve con mis suelas sin tracción y un guante de cada color –peor que la desaparición de calcetines-.
Pienso en el primero que dijo en su casa: “Y si sacamos los esquís?” y después, ignorando todo lo que escuchó a continuación, salió a la calle con ellos más chulo que Mourinho
Muchos guardabais, en algún escondite ingeniosísimo de estos minipisos madrileños en los que vivimos, nada más y nada menos que un par de esquís, y os subisteis al metro con ellos, y llegasteis a la Castellana para bajarla entera con gafas de ventisca –que también teníais- y cara de velocidad. Pienso sobre todo en el primero; el que dijo en su casa, antes que ninguno: “¿Y si sacamos los esquís?” Y después, ignorando todo lo que escuchó a continuación - “¿Estás de broma, no? ¿Pero cómo vas a bajar con esquís a la calle?”. ¡Chalado!”-, salió a la calle más chulo que Mourinho. El resto es historia: un par de fotos en redes sociales, y muchos de los que teníais esquís, hicisteis lo mismo. Otro escuchó un diálogo parecido cuando anunció en su salón que iba a salir con el disfraz de dinosaurio, pero no se arredró. Todavía no sé muy bien para qué, pero estoy convencida de que el mundo necesita personas así.
Y si construyo un hospital de nevadas???? pic.twitter.com/4WG6fWEeDx
— JJ Vaquero (@VaqueroEH) January 8, 2021
Luego estáis vosotros, los de los memes. Sois rápidos, muy rápidos, e inteligentes, muy inteligentes. Este país está lleno de gente brillante, lo que pasa es que nosotros no nos fijamos y ellos disimulan. Los días ordinarios van a trabajar, como Clark Kent, con su corbata o sus gafas de pasta, y nos engañan. Porque los días históricos se ponen la capa de Twitter para conseguir lo más difícil: que nos riamos de nuestras desgracias. Hablo de los que ponéis a Fernando Simón a decir que “serán uno o dos copos de nieve como mucho” y a Ayuso a prometer “un hospital de nevadas”. Esas mentes maravillosas que ven pingüinos donde otros ven monjas, y que señalan por color y nivel de dificultad las líneas (pistas) de metro (esquí). Me encanta cómo funcionan sus cabezas y me gustaría escuchar sus ideas sobre el reto demográfico o el cambio climático. Deberían tener un representante en el Pacto de Toledo, y un par de ellos en Naciones Unidas. También sería fantástico poder capturar todo ese ingenio, como los rayos de las tormentas, para transformarlo en energía. A vuestros pies, filomenos. Sois unos fenómenos.