La escalada urbana sigue creciendo en Madrid: llega el rocódromo más grande de España
El nuevo centro para escalar Sharma Climbing trae a la capital las últimas tendencias en este deporte
Para escalar ya no es necesario llenar el maletero con instrumentos e indumentaria, emprender un viaje hacía la sierra desde muy temprano y pasar el día en la montaña. Los rocódromos urbanos son cada vez más comunes en Madrid. Y con la apertura del complejo de escalada Sharma Climbing, el más grande de España, situado en el distrito madrileño de San Blas, se consolida en la ciudad la tendencia expansiva y modernizadora que está teniendo la disciplina en los últimos años. Aunque ya existen rocódromos desde hace años, estos espacios han dejado de ser más modestos y pensados solo para un sector de público especializado. Ahora la empresa del reconocido escalador estadounidense Chris Sharma, que también tiene un centro en Barcelona, pretende promover este deporte como una opción de ejercicio y diversión apto para cualquier persona.
Vidal Fernández es uno de los dueños de Urban Monkey, centro de escalada que, asegura, era uno de los tres únicos rocódromos de la ciudad cuando abrió en 2010. El empresario y experimentado escalador madrileño ha visto de primera mano la evolución de este deporte en Madrid, donde ahora hay más de 30 recintos de pago para escalar. “El perfil del escalador ha cambiado mucho. Antes la gente venía a entrenar para luego salir a la montaña, pero ahora muchos vienen solo a entrenar. La forma de entender la escalada es tal vez lo que más ha cambiado. A la gente ya no le apetece madrugar, pasar frío, prefiere un sitio que le ofrezca todo más fácil. También el hecho de que sea más seguro o la inclusión del deporte en los juegos olímpicos ha hecho que haya un boom”, cuenta.
Es fácil comprobarlo. Últimamente, tanto la montaña, como los rocódromos o los muros gratuitos de la ciudad suelen estar llenos de gente practicando el deporte. La Federación Madrileña de Montañismo ha registrado un aumento de un poco más del 50% de miembros federados en los últimos 10 años. Ahora hay 16.000 escaladores registrados en la Comunidad, pero es imposible calcular cuántos más practican el deporte como aficionados.
Para Fernando Da Costa, subdirector del nuevo Sharma Climbing Madrid, la razón de esta explosión de popularidad es clara. “Lo que yo creo que enamora a mucha gente en este momento es que es una posibilidad de hacer ejercicio a través de algo que constantemente es una motivación; cada vez que logras una vía, te sientes absolutamente realizado. Además, el mundo de la escalada es maravilloso en su filosofía, hay mucho compañerismo y apoyo entre todos. Ese buen ambiente también genera satisfacción y es una importante razón de por qué la gente cuando termina no solo piensa en que hizo un buen ejercicio, sino que también se lo pasó muy bien”. Con estas ideas escalar en un rocódromo se puede vender como una experiencia de gimnasio mejorada, sin el tedio de las máquinas solitarias, pero con todos los beneficios físicos.
Por eso, Sharma Climbing tiene incluso una zona de gimnasio y yoga para entrenar los pocos músculos que no se utilizan escalando, y una cafetería para tomarse una cerveza después de la sesión. Aún con eso, los 4.000 metros cuadrados de la nave industrial, que fue reconstruida en un 90% para albergar el rocódromo, están dedicados inequívocamente a la escalada. Tienen muros de hasta 20 metros de altura, con vías de todos los niveles y hasta 27 autoaseguradores, que es un sistema que permite escalar con arnés sin necesidad de que haya otra persona sujetando la cuerda en el suelo. La tecnología de punta también hace su aparición en la zona de boulder o travesía -muros más bajos que se recorren horizontalmente- con el Kilter Board. Este es un muro graduable que se conecta a una tablet y permite modificar su grado de inclinación y también crear una infinidad de rutas personalizadas, pues todos los agarres que tiene se iluminan indicando por donde avanzar.
Hay quien se inscribió semanas antes de abrir. Un de los que lo hizo, tras ver cómo estaban las instalaciones a través de redes, fue Javier Salas, un madrileño de 27 años que lleva una década practicando el deporte. “La verdad que se necesitaba algo así en Madrid, sobre todo por esta zona, porque los únicos espacios similares quedan en las afueras y además son más pequeños. Esto es como un parque de atracciones para los que nos gusta esto, pero también viene gente de gimnasio y al final se divierten mucho escalando”, comenta Salas, que ya ha comenzado a llevar a su pequeño hijo a escalar con él.
Si bien el rocódromo está disponible para todos, sin importar el nivel que se tenga, el precio (16 euros) puede llegar a ser un inconveniente para algunos. Luis Caballero Blanco, de 19 años, es el presidente del grupo de escalada de la Universidad Politécnica y un practicante muy entusiasta, pero el Sharma es un lujo que él no se puede permitir muy a menudo. “Yo suelo escalar en los muros gratuitos al aire libre que hay por la ciudad y e ir a la montaña los fines de semana. También me gusta ir a los sitios cerrados para probar cosas nuevas, pero lo que cuesta la entrada de este, sí me parece un poco excesivo”, comenta.
Para otros, más puristas, un lugar de este estilo nunca podrá reemplazar a la roca, que en Madrid está muy a mano con sitios emblemáticos como La Pedriza. Sin embargo, Sharma sigue mirando al futuro y ya planea rocódromo todavía más grande en Barcelona para el año que viene.
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