Hablemos de sexo… en escena
‘Golfa’ es un espectáculo adulto que invita al espectador adolescente al patio de butacas para dialogar sobre asuntos que siguen siendo tabú
Aunque parezca extraño, los responsables de Golfa no quieren que los espectadores apaguen el móvil cuando asisten a una de sus representaciones. De hecho les invitan a opinar con él sobre lo que están viendo mientras lo actores están sobre el escenario. “Queremos que usen el teléfono, pero que lo dejen en silencio”, puntualiza José Padilla, Premio Max 2019 al mejor espectáculo juvenil por Dados y autor y director de esta obra, que puede verse desde este jueves y hasta el 22 de noviembre en el Teatro Galileo.
Cada función lanza una batería de preguntas que el público puede contestar a través de sus redes sociales. “Ojalá el hecho teatral no termine al salir de la sala”, desea Padilla sobre esta propuesta pensada para adultos y adolescentes que intenta, en palabras de su productora Alicia Álvarez, “desmitificar el sexo y que deje de ser un misterio para todos”.
Los jóvenes sienten que los adultos solo contamos con ellos para apuntarles con un dedo acusador y decirles que la culpa de lo que pasa es suya.José Padilla, autor y director de 'Golfa'
Una pintada con la palabra “golfa” frente a la puerta de un instituto destapa la historia de Amanda y Fran (interpretados por María Rivera y Ninton Sánchez). Los dos adolescentes fueron pareja, pero cuando terminó su relación ella empezó a sufrir un intenso acoso virtual que llevó a sus padres a denunciar la posible autoría de Fran tras los mensajes. Para solucionar el conflicto, las distintas partes acuerdan un encuentro online entre los dos adolescentes, la madre del chico (Ana Varela) y un sexólogo (Fran Cantos). El espectador asiste así a una conversación a cuatro que traslada al mundo virtual una tensión similar a la de un clásico del teatro reciente como es Un dios salvaje, de Yasmina Reza.
Álvarez encontró el germen de Golfa en los talleres de teatro que organiza con adolescentes y que son muy similares a aquellos a los que ella misma asistió en su juventud. “Tratando con los chicos, me di cuenta de que el tema de la sexualidad sigue siendo un tabú. Ellos continuan muy desinformados porque seguimos sin hablar de sexo ni en las familias ni en los centros educativos. Y, cuando lo hacemos, lo limitamos a las prácticas sexuales, cuando hay muchos otros aspectos relacionados, como la identidad o los valores”. Inició así una propuesta en la que “los adolescentes puedan encontrar respuestas más allá del porno en Internet” que se ha desarrollado como un espectáculo explícito en lo verbal, pero no en lo visual. “El asunto es tan transversal a otros factores sociales que no nos ha hecho falta recurrir a ese tipo de imágenes. Tenemos los ojos llenos de lo que aparentemente es el sexo, pero nos falta abordar muchos asuntos en torno a él que no se tratan”, apunta Padilla.
Cristian Gallego, docente y formador pedagógico de la Fundación Sexpol, ha asesorado a los creadores de Golfa y se encontrará con el público tras las funciones de los días 14 y 21 de noviembre. Será con él con quien los espectadores comentarán las inquietudes, opiniones y dudas reflejadas en los mensajes en redes sociales publicados durante las representaciones anteriores. Para Álvarez, lo ideal es que en esas charlas se rompan las barreras de comunicación intergeneracionales: “Los adultos nos preocupamos mucho por que los adolescentes sean consumidores, a través de la publicidad, pero no tanto de darles lo que de verdad necesitan”. Cosas como, por ejemplo, el teatro. “Hay muchos espectáculos infantiles en las salas de Madrid, pero luego perdemos a esos espectadores de los 12 a los 18 años hasta que pueden engancharse al teatro adulto. Por fortuna, compañías como LaJoven y Cross Border Project intentan mantenerlos cerca del patio de butacas, lo que es especialmente importante en tiempos de pandemia, en los que las salas les ofrecen una alternativa de ocio segura”, apunta la productora.
Padilla también entiende el teatro como una forma de tender puentes de comunicación entre unos y otros. “Probablemente haya entre los jóvenes una sensación de abandono por parte del mundo adulto. Sienten que solo contamos con ellos para apuntarles con un dedo acusador y decirles que la culpa de lo que pasa es suya. Y es algo que ya ocurría antes de la pandemia. El teatro es un método fantástico para erradicar esa tendencia y para invitarles a que ocupen esa parcela de nuestra sociedad que les corresponde”, defiende.
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