Los paisanos de Ayuso, perdedores en el Puente de los Santos
Decenas de miles de madrileños suelen visitar en las grandes festividades el pueblo de Ávila de donde es oriunda la familia de la presidenta madrileña, Sotillo de la Adrada, pero este año consumirán en la Comunidad
Decir que Sotillo de la Adrada vive pendiente de Madrid es quedarse corto. Este pueblo de 4.590 habitantes en Ávila llega a albergar a 70.000 personas en Semana Santa, la gran mayoría madrileños. No es la típica estimación a ojo. El Ayuntamiento lo sabe gracias a un estudio de big data con información de los teléfonos móviles. Cada festividad es una nueva invasión y una nueva oportunidad para que los negocios locales hagan caja. Por si eso fuera poca relación con Madrid, desde el año pasado la comunidad autónoma vecina está regida por Isabel Díaz Ayuso, una presidenta con raíces sotillanas.
Esta semana previa al Puente de Todos los Santos los comerciantes y autoridades locales siguieron con atención las noticias sobre el posible confinamiento perimetral que acabó confirmándose el jueves. Guardaban pocas esperanzas, de todas formas. Daba igual lo que decidiera Ayuso porque el presidente de Castilla y León estaba decidido a cerrar por la peligrosa expansión del coronavirus.
Ha sido un mazazo para Sotillo. Este viernes hacía un día de 21 grados con sol radiante y la gente iba en manga corta. En condiciones normales la carretera de entrada habría estado atascada durante horas y los visitantes se habrían agolpado para comprar buñuelos para los vivos y flores para los muertos. Miles de personas llenan el cementerio el 1 de noviembre por la tarde para rezar un rosario, cada familia en torno a la tumba de sus seres queridos. El párroco lee los nombres de los fallecidos en el último año, un momento emocionante como pocos.
La tradición es tan arraigada que algunos madrileños confinados han pedido a vecinos del pueblo que se acerquen a la Floristería Madreselva para comprar flores y decorar las tumbas. Pero no son suficientes clientes para compensar a los habituales. Este negocio, ha perdido la oportunidad de hacer unos ingresos sustanciosos, como muchos otros.
“La caja del Puente de Noviembre nos salva todo el mes”, lamentaba Mireia Peña, de 32 años, la dueña de la zapatería Lio.
En su lugar los beneficiados serán los empresarios madrileños que tendrán a su disposición un enorme mercado cautivo. “Animo a los madrileños a que consuman en el comercio de proximidad, en el barrio, que acudan a los locales de restauración del barrio, que acudan a las tiendas más cercanas”, ha dicho el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida.
“El año de los puentes”
Este viernes a las 15.00 los escasos vehículos provenientes de Madrid por la M-501 se encontraban con un control de la Guardia Civil al cruzar la frontera de Castilla y León, cuatro kilómetros antes de llegar a Sotillo. Los comercios de la Avenida de Madrid que habían abierto estaban semivacíos, como era el caso del bar de la familia Ayuso, La Laguna. El empresario que lo arrienda, Miguel Ángel Alfonso García, dice que en un solo día del puente de los Santos puede llegar a servir 80 o 90 comidas al día, pero este año calcula que rondarán las 10 o 12.
A él le parece bien que la presidenta busque salvar la economía con medidas menos drásticas que las propuestas por otros políticos. “Aparte de la salud, ¿qué haces si no cobras y no comes?”. Habla con orgullo de ella, como otros paisanos. “La gente la quiere. Cuando viene por aquí se paran a saludarla. Creo que todo el mundo habla bien de ella”, dice García.
Ayuso nació en Madrid pero pasó buena parte de su infancia y su juventud en Sotillo. Aquí conoció a su actual pareja, el peluquero Jairo Alonso. Como presidenta no ha dejado de visitar el pueblo, donde su familia tiene una vivienda.
Hay muchos sotillanos a los que les gustaría ser madrileños. Tardan una hora y cuarto en llegar al centro de la capital si no hay tráfico, casi el mismo tiempo que en desplazarse hasta la ciudad de Ávila. “Hemos caído en la provincia de Ávila pero por carácter e identidad nos parecemos más a los madrileños. Somos como hermanos”, opina Victoria González, una vecina de 33 años.
El alcalde de Sotillo, Juan Pablo Martín (PP), prefiere no entrar en ese debate, pero se queja de que como territorio de frontera están acostumbrados a sufrir “situaciones absurdas”. Por ejemplo a la hora de decidir qué Comunidad tiene que apagar un incendio o atender en sus hospitales a los enfermos no se tiene en cuenta el criterio de cercanía. El confinamiento perimetral de las comunidades les ha dejado de nuevo desconectados del área del que más dependen.
Martín cuenta que 2020 iba a ser para Sotillo “el año de los puentes” porque caían muy bien en el calendario. Explica que el turismo rural en los pueblos que rodean a Madrid ha cambiado. Antes los visitantes solían pasar largas temporadas en verano en segundas residencias, pero ahora la gente hace muchas visitas cortas y por eso cada año comerciantes y autoridades están pendientes de la publicación del calendario laboral, pero claro, no el que publica Castilla y León, sino el de Madrid. El fin de semana que viene también será largo en Madrid capital por la fiesta local del Día de la Almudena, pero también estará vigente el confinamiento perimetral.
La pandemia les ha hecho mucho daño, pero han visto algunas luces. Han tenido el mejor verano de las últimas décadas gracias a que muchos madrileños trasladaron su residencia en marzo, al principio de la pandemia. Se han empadronado unas 150 personas más, pero la cifra de nuevos vecinos es mucho más alta sí tenemos en cuenta a quienes no lo han hecho, explica el alcalde. Pero en otoño muchas familias con niños se han vuelto porque durante la segunda ola las clases sí son presenciales.
Martín cree que el mundo rural en general se la juega este año. Deben convencer a los nuevos residentes de que son lugares atractivos para vivir, con Internet rápido y una buena oferta educativa y cultural. No habrá una segunda oportunidad, añade. Él cree que Sotillo cumple esos requisitos y tiene un futuro asegurado gracias a su cercanía a Madrid.
“Asumo como alcalde que es un año, no voy a decir perdido, pero sí de transición. Hay que aguantar el tirón. Me he reunido esta semana con empresarios y les hice un símil. Esto es como cuando sumerges un balón en una piscina. Cuando lo sueltes, saldrá rebotando con fuerza", explica optimista.
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