Un recorrido por la historia industrial española
Real Fábrica Española es el proyecto de Rocío Muñoz, una tienda con lo mejor de la artesanía y la industria tradicional española que mira al futuro
Entrar en la tienda de Real Fábrica Española es lo más parecido a subirse a una máquina del tiempo e irse de viaje por la España de hace 50 o 60 años, en algunas paradas, quizá incluso más atrás. Es también una forma de atestiguar la buena forma en la que se encuentran la artesanía y algunas de las industrias tradicionales de nuestro país. Al frente de este proyecto se encuentra la sevillana Rocío Muñoz, que tras trabajar durante años para una multinacional que diseñaba tiendas para grandes cadenas comerciales, decidió lanzarse a montar la suya propia.
El ritmo de la artesanía no es el ritmo de la sociedad actual
Debido a su trabajo, Rocío viajaba por todo el mundo y se dio cuenta de lo mucho que se valoraban fuera las cosas que teníamos en España. “Quise hacer algo para revalorizar lo que tenemos aquí, porque además, yo tenía claro que esto iba a ser el futuro, las cosas con encanto y autenticidad. Creo que la globalización nos ha hecho plantearnos hacia dónde va el mundo y qué consumo queremos, y esto está calando cada vez más en la sociedad”. Comenzó con una tienda online desde una casa que tenían sus padres en Punta Umbría –donde se instaló temporalmente hasta que se mudó a Madrid– y fue cosechando pequeños éxitos. De esto hace ya diez años y, como ella misma cuenta, entonces no había tanta afición por la artesanía ni se valoraba tanto como ahora: “Antes, la palabra artesanía estaba súper denostada; hoy, la artesanía es el gran lujo”. Siempre tuvo claro que, además de la tienda online, quería abrir una física, algo que logró en 2018 con el local que ahora tiene en la calle Cervantes.
Aunque puede llevar a engaño, el nombre del proyecto no tiene nada que ver con la realeza. Se trata de un simple guiño a las reales fábricas, las manufacturas industriales que, en el siglo XVIII, fueron impulsadas en España por los Borbones y que producían desde objetos de uso común, como los textiles o el tabaco, hasta artículos de lujo, como la porcelana o la platería. “Nuestro objetivo es que la gente conozca lo que tenemos en España, contar nuestra historia industrial, y me pareció una similitud preciosa con lo que en su día hicieron las reales fábricas. Por el nombre parece que somos una súper empresa, pero en realidad nacimos en los bajos de una casa de un pueblo pesquero de Huelva”.
Pero, ¿qué se vende exactamente aquí? “Siempre me cuesta mucho definir en qué consiste el proyecto, porque no me gusta mucho utilizar el concepto de “souvenir sofisticado”, pero al final es eso, con una base en la artesanía”. Es cierto que podemos llamarlo souvenirs, aunque hay mucho más: son objetos llenos de encanto y con mucha calidad, que pueden contentar a todo tipo de públicos, de ahí también lo variado de su clientela. Rocío afirma que allí va desde la señora que no encuentra el Álvarez Gómez en la perfumería de su barrio porque se la han cerrado, hasta el neoyorquino más trendy al que todo lo que ve en la tienda le parece súper moderno.
A quienes han nacido o se han criado en España, la mayoría de los productos que se venden en Real Fábrica Española le traerán recuerdos de su infancia, del pueblo o de casa de su abuela, pero los turistas que vienen de fuera de la península, se quedan igualmente fascinados con este surtido, a pesar de no tener ese referente sentimental de la clientela nacional. “Los turistas ven la calidad y les apasiona. La artesanía que tenemos en España es muy buena y lo poco que queda de estos oficios, hemos intentado llevarlo a la tienda”. Esta es otra parte clave del trabajo de Rocío: ir en busca de todos estos tesoros artesanos, que no siempre resultan fáciles de conseguir. “El ritmo de la artesanía no es el ritmo de la sociedad actual. Los artesanos fabrican muy bien, pero claro, fabrican despacio”. Uno de los aspectos más interesantes de su proyecto es que tiene una visión de futuro muy clara, apostando por marcas y artesanos con ganas de seguir adelante con sus oficios.
En esta búsqueda de nuevos artículos que sumar a la tienda, la propia Rocío se sorprende constantemente con lo que encuentra. “Uno de los productos que más ilusión me hizo localizar fueron las naranjas y limones de caramelo en gajos, con los que crecimos la generación de los 70 y que, de repente, dejaron de verse. Me los encontré en una tienda de barrio pequeñita en Cataluña, donde me contaron que la fábrica estaba por allí cerca y que los seguía fabricando”. Y claro, están en Real Fábrica Española, donde el catálogo de productos –que van desde las cerámicas a la gastronomía, pasando por la cosmética o los juguetes tradicionales– no para de crecer. “Mucha gente me dice que, después de tanto viajar, ya lo habré visto todo, pero qué va, no he visto ni la décima parte de lo que tenemos en España. Cada viaje que hago me sigo sorprendiendo y eso es lo que hace que todo esto valga la pena”.
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