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Cae la mayor red de ‘telecoca’ de Madrid, que contaba con un ‘call center’ para atender a sus 2.000 clientes

Hay 28 personas detenidas y se han practicado 21 registros domiciliarios, en los que se han intervenido más de 85.000 euros y casi cuatro kilos de droga, informa Policía Nacional

Parte del material intervenido este junio en el operativo de la Policía Nacional contra un 'telecoca' de Madrid. En vídeo, la Policía Nacional desmantela el mayor servicio de droga a domicilio en España.Vídeo: POLICÍA NACIONAL | Atlas

La Policía Nacional ha desmantelado la mayor red de telecoca de la ciudad de Madrid, un grupo especializado que contaba con un call center donde recibían los pedidos para atender a sus más de 2.000 clientes, informa Policía Nacional en un comunicado.

Se han practicado 21 registros domiciliarios simultáneos en los que se han intervenido más de 85.000 euros y casi cuatro kilos de cocaína, 10 motocicletas, decenas de terminales móviles y efectos relacionados con la venta de la droga, como básculas de precisión, envoltorios y precintos. En la operación, una de las mayores realizadas hasta la fecha contra esta modalidad delictiva, han participado más de 250 agentes.

Un núcleo investigador apoyado por un grupo técnico experto en vigilancia se configuró en la Policía Nacional para acreditar cómo se estaba produciendo el tráfico de drogas a pequeña escala de la capital. Descubrieron que un grupo organizado de forma empresarial se había hecho con las pequeñas redes que existían ya en determinadas zonas de Madrid. Su funcionamiento básico era distribuir cocaína al por menor previa petición, según han explicado este miércoles en rueda de prensa el comisario jefe de la UDYCO, José Antonio Rodríguez San Román y el jefe del GOIT, Juan Miguel Hernández.

El cliente pedía por teléfono o con mensaje dónde y cuándo quería la droga, mensaje que recibían dos personas a través del call center. Atendían de 11 a 24 horas de lunes a jueves y de 11 a 1 de la madrugada los fines de semanas. Les ofrecían “compromiso de calidad y tiempo” en unos 20 minutos. Había 25 distribuidores que habían parcelado la capital en 8 zonas (2 o 3 individuos por cada zona).

El estupefaciente era habitualmente distribuido en transporte público o en motocicletas financiadas por la organización, que descontaba cada mes a sus repartidores una cantidad por la compra del vehículo. Durante el estado de alarma, en vez de llegar al punto acordado con el comprador, los repartidores realizaban las entregas en el interior de supermercados próximos a los domicilios de los encargados de la distribución, explica el comunicado de Policía Nacional.

Los repartidores cobraban un sueldo que rondaba entre los 6.000 y los 8.000 euros semanales limpios, ya que era un sueldo fijo con suplementos. Trabajaban entre 12 y 14 horas diarias, por lo hacían unas 500 entregas diarias. También tenían sus días de libranza y vacaciones. La organización tenía establecido un compromiso de entrega de la sustancia en menos de 20 minutos, regalos por fidelización a los mejores clientes y precintos con los que pretendían marcar la calidad y origen de la sustancia.

La banda había creado un enlace que se encargaba de preparar la droga y elaborar las monodosis en pequeñas bolsitas, todas con el mismo precio de 60 euros el gramo, y todas con el mismo precinto verde como marca de calidad de la organización, cuya cantidad periódicamente facilitaban a los repartidores en función de una estudiada estadística de sus ventas. No se permitía ni préstamos ni fiados.

De los 2.000 clientes de la banda, muchos eran fijos y así estaban registrados en sus ficheros. Se dejaban el dinero y la droga en los felpudos de sus puertas, en los cuartos de basura o donde quedaran. Por Navidad les regalaban una dosis como aguinaldo, informa Europa Press.

También había clientes esporádicos e incluso turistas que llegaban a Madrid que conocían los teléfonos a través del boca a boca. Normalmente llamaban pidiendo falsa comida para intentar no ser pillados en caso de que los teléfono estuvieran pinchados. De hecho, para evitarlo la organización cambiaba cada poco los teléfonos y los domicilios de sus empleados.

La banda llegó a descubrir que algunos de sus repartidores les estafaron porque entregaban menos droga de la que el cliente había pedido o la adulteraban con el objetivo de crear un mercado paralelo. Esos "trabajadores infieles" fueron despedidos, les quitaron las comisiones o no les encargaban más repartos durante un tiempo, dependiendo el grado de estafa. Pero no emplearon violencia ni agresiones hacia ellos, según las mismas fuentes.

Cambio de método durante la pandemia

La organización del telecoca madrileña cambió su forma de operar durante el inicio de la pandemia. Con la aprobación del estado de alarma, dejaron de funcionar una semana y pidieron a los clientes que tuvieran paciencia porque se estaban reorganizando. E incluso a algunos les recomendaban que “aprovecharan este tiempo para desintoxicarse”, según los mensajes interceptados por la Policía.

Ya en abril reactivaron los repartos. Para ello, los distribuidores, vestidos con ropa de deporte, tomaban el autobús y quedaban con sus clientes en supermercados. Allí intercambiaban dinero por caramelos rellenos del estupefaciente o también en coleteros. Con el tiempo, los agentes detectaron que la banda con 20 almacenes por todo Madrid desde los cuales parten los camellos para hacer entrega de la cocaína solicitada.

Una vez que los investigadores acreditaron el entramado criminal y establecieron las tareas que llevaba cada miembro de la organización, los agentes planificaron un dispositivo que ejecutaron el 9 de junio con 21 registros simultáneos. La banda, la mayoría entre 20 y 40 años de edad, colombianos y con antecedentes, había distribuido durante el tiempo de investigación 45 kilos de cocaína, por lo que podrían haber movido dos millones y medio de euros, han detallado los responsables de la operación policial.

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