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Un restaurante de Malasaña cierra tras 40 días su comedor social por miedo a las multas

"Esto es responsabilidad de servicios sociales, pero aquí tratamos de ayudar como pudimos”, dice el dueño de Casa 28

El Restaurante Casa 28, en Malasaña, en el que Adrián Rojas ha repartido durante semanas comida a personas que lo necesitaban.
El Restaurante Casa 28, en Malasaña, en el que Adrián Rojas ha repartido durante semanas comida a personas que lo necesitaban.VICTOR SAINZ (EL PAÍS)
Lucía Franco

Durante 40 días, a las 14.00 se ha formado una cola de más de 100 personas en la calle de Espíritu Santo que daba la vuelta a la plaza del Rastrillo, en Malasaña, una zona llena de terrazas hasta hace mes y medio. Adrián Rojas lleva ofreciendo comidas solidarias en su restaurante Casa 28, durante las semanas de estado de alarma. Este argentino que llegó a Madrid hace 11 años empezó un pequeño banco solidario de comida gratis en la ventana del local. Los vecinos que lo necesitaban empezaron a arrasar con la comida caliente que servía. Este viernes fue el último día que abrió. El comedor es tan ilegal como solidario y se ha visto obligado a servir su último menú de cuarentena.

Cuando se le pregunta por qué cierra, Rojas responde que la cuestión es por qué tuvieron que abrir en primer lugar. "Esto es responsabilidad de servicios sociales, pero aquí tratamos de ayudar como pudimos”, afirma. Denuncias de algunos vecinos por el ruido y las constantes visitas de la policía les hicieron tomar la decisión. Rojas considera que hay falta de comedores sociales en el distrito centro: “Viene gente derivada de la Cruz Roja y del Samur Social en busca de un plato de comida caliente”.

Casa 28 “ha recibido varias visitas de la Policía Municipal a petición de los vecinos alarmados por el número de personas que se congregaban en las inmediaciones sin mantener las distancias de seguridad, pero no hay constancia de que se haya realizado denuncia alguna”, indica un portavoz del Ayuntamiento. “Colectivos vecinales se han puesto en contacto con la Junta Municipal del Distrito de Centro para solicitar un inmueble concreto, la Casa del Cura, que no está en situación de poderse emplear, por lo que se les ha propuesto, mientras dure esta situación, que puedan utilizar como almacén de comida y bienes de primera necesidad el Centro Cultural Clara del Rey y lo han aceptado. Por otro lado, la junta está trabajando con un colegio público del distrito para posibilitar el uso temporal de las cocinas del centro educativo”, añade.

Red de voluntarios

El comedor ha sobrevivido en el confinamiento gracias a una red de voluntarios que cocinaban desde su casa y ayudaban a repartir la comida. También contó con ayuda de comercios del barrio. “Hoy me tocaba preparar arroz para traer. Hemos organizado un menú semanal y cada quien trae lo que le corresponde de su casa antes de la hora de la comida”, cuenta María, de 50 años.

El menú de despedida es arroz a la cubana con plátano maduro. Mientras que los comensales hacen la cola uno de los voluntarios les presta una tablet en donde pueden escribir a sus familiares que tienen lejos. “No sé cocinar pero sí sé de tecnología por lo que se me ocurrió que dejarles mi iPad para que usarán internet”, explica Andrés, que lleva ayudando en el improvisado comedor desde la primera semana.

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El primero en la cola es Carlos Gómez, de 63 años, que llevaba un par de semanas recogiendo comida. “Vengo aquí porque me tratan como a una persona, no como a un número más en un banco de comida”, dice mientras agarra una naranja de postre. A su lado está Rosario Martínez: “¿Ahora dónde voy a conseguir comida para mí y mis hijos? este es el único plato caliente que tengo al día”.

La gente se sienta por la plaza a comer mientras que a los voluntarios se les salen las lágrimas de pensar que la de este viernes será la última entrega.

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Sobre la firma

Lucía Franco
Es periodista de la edición de El PAÍS en Colombia. Anteriormente colaboró en EL PAÍS Madrid y El Confidencial en España. Es licenciada en Comunicación Social por la Universidad Javeriana de Bogotá y máster de periodismo UAM-EL PAÍS. Ha recibido el Premio APM al Periodista Joven del Año 2021.

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