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OTRES
Columna
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Peligro amarillo, poder negro

Los que sufrimos racismo podemos perpetuarlo sin darnos cuenta

Chenta Tsai Tseng
Fotograma de "American Beauty"

Quizás no haya pasado el tiempo suficiente para hablar de la película American Beauty sin que me de cringe (vergüenza ajena), pero fue una película influyente para mí, sobre todo por uno de sus personajes: Ricky Fitts.

Al igual que Ricky, yo también me refugiaba en el arte para dar sentido al sinsentido de la adolescencia. Con la cámara siempre en la mano, Ricky tenía el talento de ver una vida detrás de cosas aparentemente insignificantes, olvidadas, como la de una bolsa de plástico arrastrada por el viento. Su forma de cartografiar su entorno capturando lo aparentemente insignificante me fascinó y tuvo un gran impacto en mí, sobre todo a la hora de coleccionar mis recuerdos.

Por ejemplo, cuando pienso en Taipéi, en vez de pensar en los mercados nocturnos o en las calles de Ximending, lo primero que se me viene a la mente el olor a alfombra húmeda del aeropuerto de Taoyuán al salir del avión, la música que suena desde los camiones de la basura (Para Elisa, de Beethoven) los días de tifón o la pasta de dientes Darlie.

Hasta que lo vi en Taiwán, nunca había oído hablar de esta pasta de dientes. De hecho, Darlie es una de las pastas de dientes más populares en muchos países asiáticos. El tubo lleva el logo de un hombre blanco con un sombrero de copa y algo escrito en chino (sí, sigo sin saber leer ni escribir en chino). El año pasado, escuché a mi primo llamar a esta pasta de dientes hēi rén (‘persona negra’), lo que me extrañó y enfadó a partes iguales. Pero resulta que a la pasta Darlie, una marca de Hawley & Hazel Chemical Company, se la conocía anteriormente como Darkie, un término despectivo anglosajón para referirse a las personas negras. La persona blanca del logo estaba inspirada en Al Jolson, performer estadounidense que se hizo popular por sus actuaciones en blackface (el rostro pintado) y, en el logo original, tiene la cara pintada de negro. Eso lo cambiaron en 1985, blanqueándole la piel y, en 1985, después de que Colgate-Palmolive adquiriera Hawley & Hazel y estallara una polémica sobre la marca, también cambiaron el nombre a Darlie. Aun así, en chino sigue llamándose a día de hoy hēi rén.

Darlie muestra la urgencia de hablar sobre un tema pendiente que solo se ha visto agudizado en estos momentos: el del racismo hacia otras comunidades racializadas, como la negra, en los países asiáticos. La racialización de la covid ha hecho que, en los últimos meses, compañeros racializados hayan sufrido racismo: rechazos por parte de hoteles o, según un reportaje de Newsweek, desalojos forzosos o la prohibición de entrar en un MacDonalds de China a las personas negras.

Suelo hablar mucho sobre el racismo, la xenofobia y la sinofobia que sufrimos las personas asiáticas, pero esa realidad no puede hacernos obviar que nosotros mismos, que sufrimos el racismo, también podemos perpetuarlo, y que tenemos que denunciarlo tanto en los países asiáticos como entre comunidades de la diáspora, e insistir en forjar alianzas en todos los sentidos. Esta semana, hemos sabido por Insider, Pink News y Them que Naoufal Moussa, mujer trans e influencer de Instagram, había alentado a sus seguidoras de esta red social a abrirse cuentas falsas en aplicaciones gais para denunciar a los hombres homosexuales en Marruecos.

Como dice Paula Guerra, presidenta de SOS Racismo: “Bajo un sistema racista estructural, todos somos racistas por defecto. Pero no se puede confundir al opresor con las personas que somos oprimidas. El patriarcado y el racismo son ideologías instaladas por la supremacía blanca y cisheteronormativa con el fin de mantener los privilegios de la población a la que representa: la blanca y cisheteronormativa”. Hoy y siempre, como decía la famosa pancarta antirracista, Yellow Peril Supports Black Power (“el peligro amarillo apoya al poder negro”).

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