El arte no cierra en Internet
La clausura de sus sedes físicas por el coronavirus supone una oportunidad a los museos para mostrar los contenidos virtuales que llevan años alimentando en sus plataformas digitales
“Hoy es un día histórico y triste. Es uno de los poquísimos días en sus doscientos y pico años de historia que el Museo del Prado no ha abierto sus puertas”, explicaba ante la cámara en la mañana del jueves Miguel Falomir, director de la pinacoteca. El momento se mostraba en directo a través de Instagram, desde una sala 25 casi vacía, para recordar el cierre de decenas de centros culturales en Madrid como medida de prevención y contención contra el coronavirus. “Esto no quiere decir que no dejemos de procurar a la gente una aproximación de la belleza de las obras que encierran estos muros y a la enorme cantidad de conocimiento que atesoran”, anunciaba el historiador de arte ante El lavatorio (1548-1549) de Tintoretto. Durante una hora, los expertos de la institución han comentado varias de sus obras maestras. Aunque se trataba de una situación fuera de lo normal, la conexión en directo a través de esta red social no lo era. Desde el verano de 2017, cada mañana el Prado ha desvelado los secretos de una de sus obras ante una fiel comunidad de seguidores de todo el planeta. Los archivos de vídeo quedan almacenados en su cuenta de Instagram. Más de 3,2 millones de visitantes pasearon ante sus cuadros el año pasado, el de su bicentenario. En su web institucional, la cifra superó los 8,4 millones en ese mismo periodo de tiempo.
La actividad online se va a intensificar durante estos días de ausencia física, como lo harán las de los también clausurados Museo Reina Sofía, Museo Thyssen e incluso el Teatro Real, alimentando una programación digital que lleva desarrollándose desde hace años. Gracias a su sedes virtuales, su campo de acción trasciende a la ciudad en la que se ubican. La experiencia no es comparable a la de estar frente a las obras, pero sí aporta oportunidades extraordinarias. “Podemos tomar esta situación excepcional como una oportunidad para crear contenidos que, de otra forma, no podríamos ofrecer a tanta gente”, comenta a este periódico Olga Sevillano, directora de programas virtuales del Reina Sofía. El archivo multimedia del centro de arte contemporáneo recopila vídeo-entrevistas a artistas, comisarios, académicos y teóricos de renombre internacional, aunque su punto fuerte son los microsites que destacan partes de su catálogo permanente. Son como tours exclusivos al alcance de todos, que en estos días relanzan bajo la etiqueta #ElReinaEnCasa. Su web temática más reciente es Fuera del canon, las artistas pop en la Colección. En uno de sus vídeos reúne en torno a una mesa a Cecilia Bartolomé, Colita, Ángela García Codoñer e Isabel Oliver, cuyo ascenso creativo en las décadas de los 60 y 70 coincidió con el del discurso feminista. “Es un contenido especial creado con motivo del 8-M que quedó sepultado ante tal avalancha informativa de los últimos días”, lamenta Sevillano.
“En estos años de experimentación, nos hemos dado cuenta de que formatos aparentemente sencillos, como el audio, el vídeo o las newsletters son los que mejor funcionan para transmitir contenidos. Ha habido entre las instituciones culturales una fiebre por crear apps, que consumen muchos recursos y exigen permanente actualización, cuando la clave está en adaptar nuestras webs a los dispositivos móviles”, opina la responsable del discurso digital del museo. Más de la mitad de sus espectadores virtuales acceden a sus contenidos a través de los teléfonos móviles inteligentes. Pero, han sido algunas herramientas más elaboradas las que han logrado uno de los los mayores hitos de la web del Reina Sofía. Repensar Guernica es una investigación de más de dos años que recopila 2.000 documentos en torno a la obra maestra de Picasso. Pero, además, gracias a la tecnología de fotografía gigapixel, nos permite analizar hasta el detalles del cuadro que no podríamos percibir a la distancia de seguridad que nos impone una visita presencial al museo. Esta técnica sincroniza varias microcámaras que registran imágenes con una resolución varias veces superior a la del ojo humano. Entre los planes de futuro del área de programas virtuales se encuentra la ampliación de este proyecto, con nuevos datos y espacios interactivos.
Todopoderoso Google
Las instituciones culturales de Madrid no solo conectan con su público a través de sus propios medios. Una veintena de ellos colaboran con Google Arts & Culture, que recopila más de 7.000 exposiciones virtuales procedentes de todo el planeta. Entre ellos, se encuentran el Museo Nacional de Artes Decorativas, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y la Fundación Mapfre, igualmente clausurados en estos días durante la crisis del coronavirus. Este ambicioso proyecto creado en 2011 es la forma en la que la compañía muestra su gran músculo tecnológico, a menudo invisible para el usuario cuando se trata de motores de búsqueda y algoritmos. “La plataforma nos permite trabajar estrechamente con instituciones, museos, expertos y profesionales para ofrecer al usuario una experiencia que no siempre puede vivir de manera física en un museo, ya sea porque no tenga acceso a ello o bien porque no exista y nosotros, todos juntos, la hemos creado y la convertimos en accesible”, comenta Mariña Camba, responsable de prensa en España de esta división cultural de Google.
La ficha dedicada a Madrid incluye una línea del tiempo que construye siglos de historia de la ciudad a partir de referencias artísticas. Un cuadro de Leonardo Alenza de 1835 recrea la defensa del Parque de artillería de Monteleón, en el barrio de Maravillas, durante el levantamiento del 2 de mayo y el pintor mexicano Diego Rivera hace en 1915 una interpretación cubista del mercado del Rastro. Una de la herramientas que la plataforma suele utilizar para construir este gran imperio del conocimiento es la Art Camera, “una cámara robótica que también ofrece una alta resolución”, comentan desde la empresa, que ayudó a desarrollar la tecnología gigapixel. También toma prestado los recursos de Google Maps y Google Earth el Street View con los que recogen panorámicas de las calles para aplicarlos a los museos. Así es como el usuario puede recorrer todos y cada uno de los pasillos de una pinacoteca desde su ordenador, su tablet o su teléfono.
A través del Machine Learning, una rama de la ciencia que crea sistemas informáticos que aprenden automáticamente a base de acumular datos y patrones, nació a principios de 2018 la popular app Google Art Selfie. Con su lanzamiento miles de usuarios se engancharon a un juego muy simple: subir su autorretrato para que una inteligencia artificial buscara parecidos razonables entre el gigantesco catálogo compuesto por miles de obras que almacena la app. Además de compartir los resultados en sus perfiles de redes sociales, descubrían cuadros y artistas que no conocían antes. “Todos estos recursos nos ayudan a lograr algo muy bonito: que los archivos documentales de los museos se conviertan en algo interesante para nuestros visitantes”, concluye Olga Sevillano desde el Reina Sofía. La biblioteca de Babel soñada por Borges está más cerca que nunca. Y solo necesitamos una conexión a Internet para acceder a ella.
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