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El ‘holocausto animal’ de los montes gallegos

Los fuegos forestales se cobran cientos de miles de vidas al año entre animales domésticos y de granja, colmenas, rebaños, nidos y todo tipo de fauna silvestre. Según los expertos animalistas 400.000 seres vivos han muerto por los incendios en Galicia en lo que va de año

Caballo salvaje en un monte arrasado por el incendio de 2.200 hectáreas en Boiro (A Coruña) la pasada semana.
Caballo salvaje en un monte arrasado por el incendio de 2.200 hectáreas en Boiro (A Coruña) la pasada semana.OSCAR CORRAL (EFE)

El mundo de Thor es un terreno pequeño sin nada dentro más que la hierba seca, el alimento, el agua y la caseta de bloques de cemento que le da cobijo por las noches o cuando hace frío. Esos mismos bloques levantan los altos muros de la parcela. Así que aunque Thor es un perro todavía joven y grande, de unos 50 kilos, para él es imposible saltar, o asomarse por encima del cierre. Su ventana es esa rendija, ese resquicio por el que todo el que pasa puede ver sus preciosos ojos. Por eso cuando una tarde de la semana pasada 10 focos casi simultáneos sembraron el caos en los montes que rodean Verín (Ourense), los vecinos de Caldeliñas se acordaron de que el perro enorme de pelo espeso está siempre allí. Y este pastor del Cáucaso se salvó de morir abrasado.

Entre animales domésticos y de granja, colmenas, rebaños, caballos salvajes pero con titular (y en algunos casos con cepo) que viven en los montes, nidos y todo tipo de fauna silvestre, los fuegos forestales se cobran cientos de miles de vidas al año. No existen, sin embargo, en España ni en Galicia (la comunidad que aglutina de media cada temporada un 35% de los incendios del país) estudios que cuantifiquen y certifiquen la realidad de esta sangría. La Fundación Franz Weber (FFW) toma como base el modelo predictivo desarrollado por Christopher Dickman, catedrático de la Universidad de Sidney (Australia), para la devastadora ola de incendios de aquel país en 2020. El colectivo animalista calcula que en lo que va de verano el holocausto de los montes gallegos pudo suponer la muerte de más de 310.000 seres, 400.000 si se toma al pie de la letra el cálculo más bajo de Dickman, que habla de entre 10 y 15 animales conviviendo por hectárea.

Empujadas por el viento, las llamas habían avanzado a toda velocidad hacia la aldea. La gente de las casas más próximas aupó a los niños a las furgonetas y llevó los vehículos a la carretera, en la otra punta de Caldeliñas, por si había que escapar. Pero enseguida los adultos volvieron a defender sus casas y en ese suspiro unas llamas más altas que los muros ya habían cercado el corral de Thor, convertido en una trampa mortal, un verdadero horno, a menos de 50 metros de la última vivienda del pueblo. Coincidieron allí, asistiendo en directo a la lucha de las brigadas contra incendios, el señor Quino Veiga, uno de los pocos vecinos de siempre que quedan en el lugar, y el joven Ismael, del bar O Castelo. También la extensa familia Suárez, que es la que vive más cerca de Thor y pide que quede clara una cosa en la prensa: “Hay que poner que somos de etnia gitana y que ayudamos a rescatar al perro”.

Thor, pastor del Cáucaso rescatado del fuego en Caldeliñas (Verín).
Thor, pastor del Cáucaso rescatado del fuego en Caldeliñas (Verín).

Los brigadistas lograron romper la cadena y entre todos sacaron al can aterrorizado, clavado como un ancla al suelo por el pánico. Ismael llamó a la protectora de Verín con la intención de llevarlo. “Pero me dijeron que allí cerca también había llegado el fuego, y estaban en riesgo de tener que evacuar a todos los animales del refugio”, recuerda el vecino. “Al final, conseguimos que entrase en un patio de mi familia [al otro extremo de Caldeliñas]. Estaba muerto de miedo, y pasó allí la noche”, cuenta Quino. Él era el único que sabía el teléfono de Marcos, el amo, que vive en un piso en Verín y estaba trabajando cuando las llamas envolvieron su finca. A la mañana siguiente, el dueño fue hasta esta aldea casi despoblada (en la que en tiempos funcionaba un afamado balneario contra el reuma) y devolvió a Thor al cercado. Asegura que es un enamorado de esta poderosa y ancestral raza rusa, que va a darle de comer y cuida su alimentación, pero que por circunstancias de su vida presente no puede tener a Thor en casa.

Sin embargo, dos días después los seis perros de Juan, vecino de Oleiros (Ribeira, A Coruña), no tuvieron suerte. Mientras Verín seguía rodeado de columnas de humo, recalentado por el fuego en plena ola de calor, una chispa que escupió una chimenea particular provocaba en Boiro, Ribeira y A Pobra do Caramiñal el incendio más voraz de la semana: un infierno de 2.200 hectáreas reflejado como un espanto sobre el agua de la ría de Arousa. El fuego, que obligó a evacuar aldeas y un camping con 700 turistas, entró en la finca en pocos minutos. El dueño abrió la puerta y los caballos, que estaban sueltos, pudieron huir de las llamas, pero más al fondo seguían los canes dentro de una perrera y Juan, desorientado por el humo, ya no pudo llegar para salvarlos. Al día siguiente los animales aparecieron carbonizados. No habían tenido oportunidad alguna de escapar.

Desde mediados de julio, los incendios ya han devorado más de 40.000 hectáreas en la comunidad autónoma y solo se puede echar cuentas extrapolando datos de las pocas investigaciones que se han llevado a cabo en catástrofes en el extranjero, como Brasil y Australia. El colectivo animalista advierte de que su cuenta de 400.000 seres vivos muertos es “extremadamente conservadora”, ya que en ella no se recogen los “invertebrados y pequeñas especies”, anfibios, roedores, culebras, lagartos, que son muchos más por hectárea y cuyos cadáveres desaparecen fulminados por las llamas o completamente devorados por los necrófragos.

Salamandra muerta en un incendio en Galicia.
Salamandra muerta en un incendio en Galicia.Serafín González Prieto

Cuando se produjo el primer incendio que destruyó la Sierra de La Culebra, en Zamora, uno de los principales reductos del lobo ibérico en España, las entidades que estudian la especie advirtieron de que el fuego se había producido en el peor momento para las camadas y sus madres, con las crías ya nacidas, pero incapaces de escapar de la muerte por sí mismas. Ecologistas en Acción denunció que el 23 de julio pasado, en esta reserva de caza, un corzo macho murió por disparos de cazadores a un kilómetro de la zona afectada por el fuego. “El impacto sobre la naturaleza de estos desastres es innegable y las medidas de restauración de los ecosistemas afectados deberían tener en cuenta el peligro que supone la caza para los animales supervivientes, por lo que debería prohibirse la caza en terrenos adyacentes a las llamas” hasta la completa recuperación de las colonias, pide FFW. El colectivo también reclama que las comunidades desarrollen los planes de “evacuación y atención sanitaria” contemplados en la nueva ley de bienestar animal. Porque hasta ahora, salvar vidas en los incendios solo ha dependido de la voluntad humana, de los trabajadores de las brigadas forestales o de los propios vecinos de un lugar.

En el reciente incendio de Boiro y Ribeira, Juan no logró llegar hasta sus perros. En cambio, José María González no abandonó su casa hasta que localizó y puso a salvo a sus dos perras y su gato cuando en octubre de 2017 unas grandes “bolas de fuego” se precipitaron como meteoritos sobre su pueblo de Abelenda das Penas (Carballeda de Avia, Ourense). Aquella fue la peor jornada de incendios que recuerda Galicia, con cuatro personas carbonizadas en el sur de la comunidad. Una de estas víctimas fue el propio vecino de José María. Marcelino Martínez, enfermo y con problemas de movilidad, quiso salvar a sus animales y se adentró entre las llamas para abrir el pajar. En sus manos solo podía llevar el bastón o la manguera, y eligió lo segundo. Consiguió salvar al carnero, pero se cayó, y allí acabó su vida, con las de su perra, su oca y sus ovejas.

Polinizadores y descomponedores, pequeños seres fundamentales para recuperar el bosque

Según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), los incendios forestales "pueden tener efectos devastadores sobre las especies forestales de vertebrados e invertebrados, no solo porque les causan la muerte directa, sino también porque provocan efectos indirectos más duraderos como estrés y desaparición de hábitats, territorios, cobijo y alimento". Además, esta organización internacional advierte de que la desaparición de organismos "de gran importancia para los ecosistemas forestales, tales como invertebrados, polinizadores y descomponedores", ralentiza "de forma muy significativa el índice de recuperación del bosque".

El edafólogo del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) Serafín González, también presidente de la Sociedade Galega de Historia Natural, subraya la importancia de llegar al escenario del desastre en las primeras horas. Dos días después, explica, ya es tarde para encontrar rastro de los animales más pequeños, de menos de dos kilos, porque mucho antes que los investigadores irrumpen para hacer limpieza las aves necrófagas. Además, infinidad de pequeños seres desaparecen por completo bajo las llamas y otros muchos que se esconden porque no pueden correr mueren abrasados dentro de sus madrigueras.

La FAO pone como ejemplo una investigación llevada a cabo en 1998 en Rusia. Entonces los científicos visitaron el territorio "inmediatamente" y cifraron la mortalidad de las ardillas y las comadrejas en un "70% u 80%"; la de los jabalíes, en un "15% o 25%" y la de los roedores en un 90%. Además, los daños también se sintieron bajo las masas de agua: el aumento de la temperatura y los "niveles elevados de dióxido de carbono" en lagos y ríos repercutieron "negativamente" en el desove de los peces.


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