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El día que Liñares ‘cantó' en una tasca

Los agentes que investigaron al expresidente de la Hidrográfica del Miño niegan todo tipo de amenazas y dicen que fue él quien pidió confesar en un bar de Santa Comba los sobornos por los que se le juzga

El abogado Evaristo Nogueira y su defendido en la Pokémon, Francisco Fernández Liñares, este miércoles por la mañana antes de entrar al juicio en la Audiencia Provincial de Lugo.
El abogado Evaristo Nogueira y su defendido en la Pokémon, Francisco Fernández Liñares, este miércoles por la mañana antes de entrar al juicio en la Audiencia Provincial de Lugo.P.S.

El local que el primer día de juicio, en boca del abogado del principal acusado, era una “tasca” en la que declaró bajo presión, “encerrado” en la “trastienda”, ha llegado a la segunda jornada reformado en “cafetería” para el mismo letrado, Evaristo Nogueira. Allí, en ese establecimiento de hostelería de Santa Comba (A Coruña), el que a la sazón era presidente de la Confederación Hidrográfica Miño-Sil, Francisco Fernández Liñares, confesó en 2012 dando nombres y todo tipo de detalles lo que ahora niega en redondo. Ayer, el socialista lucense insistió en su inocencia, aseguró que jamás había cobrado nada a cambio de amañar las contrataciones de la Confederación que él mismo estrenó hace 12 años. Y dijo que si en Santa Comba había cantado fue porque se sintió amenazado por los agentes de Aduanas que lo trasladaban detenido. Ante el tribunal de la Audiencia de Lugo que lo juzga (junto a nueve empresarios beneficiados por las contratas de obras en los ríos) por un supuesto delito continuado de cohecho, Liñares llegó a describir su temor. Dijo que en aquel momento creyó que si no hablaba le tirarían “la casa” con una pala excavadora, y que su miedo se fundamentaba, entre otras cosas, en que en el lugar llegó a ver una “máquina”.

Los agentes de Aduanas han llenado hoy de principio a fin la segunda sesión del juicio. Y han desmentido a ese expresidente de la Confederación Hidrográfica que un día antes se expresaba con desparpajo y hasta bromeaba con el fiscal José Luis Álvarez sobre su capacidad para entender el gallego siendo de fuera. Aquel 21 de septiembre de 2012 los registros en las propiedades de Liñares comenzaron a eso de las 10 de la mañana, han explicado los investigadores de esta primera pieza de la Operación Pokémon que llega a juicio. La última casa en ser revisada fue la que el también exedil de Lugo había restaurado en Dumbría (su localidad natal, en A Coruña), y al regreso serían “sobre las 10 de la noche”. Según la descripción que han hecho los agentes, después de comprobar que en los calabozos, cuando al fin llegasen a Lugo, no iban a poder “darle de cenar”, una vez consultada la juez optaron por parar en un “bar” (esa ”tasca” o “cafetería”) a medio camino.

“Nuestra única intención era darle algo de cenar”, han insistido los miembros del Servicio de Vigilancia Aduanera. “Nosotros podemos pasar sin comer, pero el detenido no”, han dicho al tiempo que han asegurado que en ningún momento hubo violencia, coacciones o amenazas y que el trato fue “amable”. Tampoco notaron, han negado en respuesta a las preguntas del fiscal, que el arrestado “se encontrase intoxicado por bebidas alcohólicas o algo que pudiese afectar a sus facultades de raciocinio”. “Simplemente”, ya “en la mesa”, Liñares “pidió” hablar. “Salió de él” y “no hubo por nuestra parte ningún tipo de interrogatorio”, han coincidido los testigos, que se limitaron a tomar nota del torrente de información que manaba del presidente de la Hidrográfica.

De forma “espontánea” el político investigado por cobrar decenas de miles de euros en mordidas a cambio de adjudicaciones a empresas les anunció a los agentes que en aquel mismo lugar “quería dar una serie de nombres y cantidades”. También según la versión de los investigadores, ellos telefonearon a la juez Pilar de Lara (o ”ilustrísima señora instructora”, como se refiere a ella una y otra vez Evaristo Nogueira) y esta los autorizó a tomar nota de las manifestaciones del detenido, tal y como él pedía. No lo “forzaron” o “interrogaron”, “simplemente, él iba diciendo lo que quería decir y nosotros lo recogimos” por escrito, han relatado. Liñares firmó aquel acta en el bar, y según los agentes se le informó de que la toma de declaración válida sería la que ratificase ante la juez en presencia de su abogado.

Para este juicio, sin embargo, la Audiencia tomó ayer la decisión de anular todas las declaraciones que efectuó el político a partir del 23 de septiembre de 2012, porque se habían sobrepasado las 72 horas de arresto y estaba privado de libertad de forma irregular. Con esta medida acordada por el tribunal se ha escurrido de los tomos del procedimiento incluso aquel interrogatorio de la juez que duró 10 horas y en el que el imputado expresaba su arrepetimiento. No existe ya, por tanto, ninguna otra confesión de los hechos por parte del detenido. Esta sobre la que han versado hoy los testimonios es una manifestación de mesa y mantel que la fiscalía blande como elemento probatorio, pero que la defensa desacredita ahora que su ratificación en sede judicial se ha declarado nula.

Las cuentas manuscritas halladas en los registros

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Los agentes adscritos a la Agencia Tributaria también han hablado sobre los seguimientos y pinchazos telefónicos que realizaron por orden del juzgado de Instrucción 1 de Lugo durante los meses en que Liñares y los adjudicatarios acusados fueron investigados sin saberlo. Y se han extendido sobre otros aspectos de las pesquisas, como el supuesto “interés personal y particular” que tenían tanto el presidente de la CHMS como su compañero de filas, el ourensano Pachi Vázquez, en que una empleada de la firma Tragsatec prestase sus servicios como responsable de prensa y “mantenimiento de la web” en la sede de la Hidrográfica.

Además, han testificado sobre documentos “manuscritos” (supuestamente de puño y letra de Liñares, pero sin informe caligráfico que lo confirme) que aparecieron en alguno de esos registros del primer momento. Un papel recogía una serie de iniciales, que coincidían con las de los empresarios acusados de pagar a cambio de obras. Y también unos guarismos, las presuntas cantidades embolsadas por el entonces jefe de la entidad que gestiona los ríos, dependiente del Ministerio de Medio Ambiente, hoy Transición Ecológica. El abogado del acusado ha incidido en varias ocasiones en que estas entradas domiciliarias se llevaron a cabo sin que acompañase al detenido ningún letrado. Y los agentes se han limitado a responder que ellos leyeron sus derechos a Liñares y avisaron a un familiar y la abogada que él les indicó antes de iniciar el primer registro.

En aquel documento figuraba escrito un saldo: 424. Y luego, otro: 215. “Concluímos que eran miles de euros”, ha explicado un integrante del equipo del SVA. Los investigadores creen que la primera cifra es la suma de los sobornos acumulados hasta el momento y la segunda el resto que “le quedó” a Fernández Liñares “después de comprar dos empresas de publicidad a García Gesto”. Miguel García Gesto, otro personaje que transita por el sumario Pokémon, es más conocido por el encontronazo violento que protagonizó junto con su madre frente a la juez De Lara cuando esta salía de un local de Lugo acompañada de amigos. El empresario y su progenitora aceptaron en 2019 una pena de seis meses de prisión y de año y medio de alejamiento de la magistrada por amenazas, lesiones y daños.

El acusado insiste en su “absoluta inocencia”

Las declaraciones de los agentes de Aduanas se suman a las de ocho de los nueve contratistas acusados junto con Liñares de haber accedido a entregarle sobres con dinero para hacerse con obras y servicios de la Confederación Hidrográfica. Todos menos uno admitieron las mordidas y contribuyeron a la tesis de la fiscalía que cerca al exconcejal de Lugo y expresidente del gobierno de los ríos gallegos.

Pese a esto, cada vez que es abordado por la prensa en las inmediaciones de los juzgados, Francisco Félix Fernández Liñares (que aparece citado en los pinchazos con alias como Garbancito o Tkachenko) insiste en que está libre de pecado. Lo hizo ayer y lo ha vuelto a hacer hoy. El funcionario público defiende su “inocencia” y confía en que al final se tuerza la aspiración de la fiscalía de Lugo, que pide para él una pena de cinco años de prisión y 10 de inhabilitación para cargos públicos. “Soy absolutamente inocente”, ha dicho, y “según cree mi abogado podemos estar francamente satisfechos de cómo van las cosas”.

El exconcejal de Urbanismo conserva el optimismo, afirma, “pese a que hubo un cambio radical por parte de los otros acusados respecto a las declaraciones que vinieron manteniendo anteriormente”. “Pero nosotros seguimos pensando que este juicio tiene que salir bien por las irregularidades que parece que hubo [en la instrucción] y por el fondo del tema”, ha insistido hoy mientras tomaba un café con Nogueira frente a la Audiencia, “que es la absoluta inocencia”. Frente al giro radical que han dado los empresarios procesados, el defensor de Liñares contrapone la palabra de su cliente, con “una línea de coherencia que ya lleva manifestando a lo largo de estos años”. “En lo que falta de juicio”, ha zanjado el letrado compostelano, “intentaré demostrar que la imputación carece de sentido”.

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