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Un sacerdote atraviesa un camposanto durante un entierro en la crisis sanitaria por la Covid-19.
Un sacerdote atraviesa un camposanto durante un entierro en la crisis sanitaria por la Covid-19.BRAIS LORENZO

Disparando al coronavirus

Seis fotoperiodistas exponen en las redes su visión de la pandemia. Imágenes cosechadas para los lectores pese al veto de las autoridades, los insultos de la policía de balcón y el riesgo personal

Detrás de una foto que causa impacto suele haber kilómetros de asfalto, comida escasa y fría, horas de espera en soledad, una carrera de obstáculos y un mayor o menor riesgo físico. Ahora, también, hostigamiento. Policía de balcón que juzga y condena sin conocer la realidad de los profesionales que cada mañana se levantan, sin apenas días de descanso, para contar, cámara en mano, lo pasa fuera de las cuatro paredes en las que otros ciudadanos viven protegidos y confinados. Tras dos meses de crisis sanitaria, seis de estos notarios gráficos de la actualidad se han aliado para exponer su trabajo en las redes sociales a través de Imaxe Covid, una fotogalería que crece para conformar un relato lo más completo posible del desastre global desde el viejo fin de la Tierra. Son los fotoperiodistas gallegos Óscar Corral, Brais Lorenzo, Mónica Ferreirós, Miguel Riopa, Agostiño Iglesias y Miguel Muñiz, y todas sus nuevas publicaciones se pueden seguir a través de la exposición virtual en Instagram, Twitter y Facebook.

Un trabajador de una fábrica de féretros de Piñor (Ourense) prepara cajas destinadas a la incineración de cadáveres durante la crisis sanitaria.
Un trabajador de una fábrica de féretros de Piñor (Ourense) prepara cajas destinadas a la incineración de cadáveres durante la crisis sanitaria.Óscar Corral

La idea surgió de una conversación entre Corral y Lorenzo, compañeros de mil batallas informativas que trabajan para el diario EL PAÍS (el primero de los dos) y para la agencia EFE (ambos). En sus carreras profesionales habían asistido a muchas situaciones límite, como los incendios forestales que engulleron Galicia en octubre de 2017, accidentes de dimensión catastrófica como el del Alvia o la crisis del Aquarius. También infinidad de esas pequeñas historias humanas que son la esencia verdadera del periodismo, donde la materia prima es la propia vida, y que alimentan el más completo retrato de una sociedad.

Al germen inicial se sumaron enseguida los otro cuatro fotógrafos, de tal manera que entre todos sumaron media docena de miradas distintas pero complementarias, 12 ojos enfocados al mundo rural o la ciudad, a lo largo y ancho del territorio gallego. Son todos fotógrafos independientes, que no trabajan para un solo medio, que cobran por el resultado publicado y no reciben una nómina a fin de mes, como mucho un mínimo fijo. Por eso cada vez que salen a cosechar imágenes novedosas, a disparar al coronavirus a bocajarro, cuenta. “Creo que somos de los que más hemos salido, los que más nos hemos movido durante la pandemia”, comenta Corral. La mayor parte de sus fotos se pueden ver en las agencias AFP y EFE (Miguel Riopa, Brais Lorenzo y Óscar Corral) y en los periódicos ABC (Miguel Muñiz), El Español (Mónica Vila Ferreirós) o El País (Corral).

Imaxe Covid está concebido como un “proyecto abierto, al que se podrían incorporar nuevas miradas, si aparecieran otras que enriquecieran la idea”, reconoce el impulsor inicial junto con Brais Lorenzo. Sobre lo que más le impactó durante estas últimas semanas de trabajo, Corral asegura que “las escenas más duras” las presenció en las residencias de ancianos. “No es lo más duro que fotografié en mi trayectoria profesional, pero sí lo que más de cerca me tocó... Eran mayores infectados, en un centro en el que podrían haber estado mis seres queridos”, explica: “Eso crea una angustia que nunca había experimentado antes”.

Paula, de 24 anos, sale a hacer la compra con su mascarilla en Vilagarcía de Arousa.
Paula, de 24 anos, sale a hacer la compra con su mascarilla en Vilagarcía de Arousa.Mónica Ferreirós

Otro aspecto de la “dureza” de su trabajo es el estar diariamente en primera fila, “al límite”, apunta el autor, “poniéndonos en riesgo para desempeñar nuestra tarea”. Eso pasa muchas veces (de hecho, varios de ellos llevan desde hace años en el maletero casco y mascarilla para adentrarse en fuegos y escenarios pavorosos), continúa Corral. “Pero en esta pandemia ese riesgo no solo es para nosotros", recuerda, "sino para todos los miembros de nuestras familias, que cada noche nos esperan en casa”. Cualquiera puede acabar contagiado si las precauciones que se toman a diario fallan por cualquier razón.

“Somos conscientes de que esta experiencia marcará nuestras carreras", admite este promotor de la idea, "y que nuestras imágenes, desde Galicia, forman parte de un relato global” de una pandemia sin situaciones comparables en muchas generaciones de periodistas. “Tenemos que poner en valor lo que aquí ocurrió, para explicar desde lo cercano un hecho noticiable tan grande en todo el planeta”, concluye el fotógrafo de El País en Galicia, que suma ya más de mil kilómetros recorridos desde que se decretó el estado de alarma.

Todos ellos han visto una Galicia inédita y espectral. “Una de las cosas que más me aterró fue atravesar la AP-9 de Santiago a Vigo”, normalmente tan transitada, “sin cruzarme con ningún vehículo en mi sentido en un festivo de Semana Santa”, describe Corral. Cada día, el fotoperiodista salía de su piso en Santiago “con un kit de supervivencia”: “Productos desinfectantes, agua, comida y café”. Una vez que abandonaba la “seguridad” de su casa, “fuera no había nada abierto. Ningún servicio. Por lo que tocaba comer y beber frío... Ni tan siquiera había un baño”.

Todo el mundo que recorrían estaba “cerrado”, así que hasta el momento en que la comunidad autónoma entró en la fase 1, siempre estos fotógrafos comieron “en la calle, sentados en un banco, a veces recibiendo insultos de la policía de balcón. Hasta que aparecía la verdadera policía para preguntar”. “Les explicabas a los agentes y ellos entendían", cuenta el integrante del proyecto Imaxe Covid, "pero nos advertían de que comiéramos rápido o al menos fuera de la vista de las ventanas de las casas, porque había vecinos que llamaban para denunciar que estábamos en la calle”.

Repetidas veces, los autores de las imágenes se tropezaron con la recia muralla de la Administración, del Sergas, de los gabinetes de prensa, cuando intentaron acceder a hospitales o residencias. La información, ofrecida a cuentagotas y restringida desde los despachos, había que buscarla con más esfuerzo en los protagonistas que seguían trabajando en los centros de salud, en los familiares de los enfermos, en los sectores que continuaban con su actividad para que el mundo no se parase y colapsase.

Brais Lorenzo o Miguel Riopa trataron de acceder al infierno de las UCI y las residencias donde morían (y mueren) ancianos que nunca llegan a ser hospitalizados y no lo lograron por las vías oficiales de la Xunta. Al final, Lorenzo llegó al corazón de una residencia de ancianos y Riopa logró fotografiar con delicadeza la unidad de cuidados intensivos del hospital privado Povisa en Vigo. Siempre “sin traspasar los límites”. Extremando, dicen, la seguridad para poder cumplir con el deber y derecho a la información sin “mover el virus” ni poner en peligro a nadie, ni a ellos mismos.

Algunas de estas fotos aparecen entre las primeras que han decidido exponer en Imaxe Covid los integrantes del colectivo. Pero además hay turistas atrapados lejos de sus países. Mujeres forzando el escorzo de su cuerpo para poder pagar el pescado de la furgoneta a domicilio, comprado respetando la distancia de seguridad hasta la extenuación. Jóvenes luminosas como salidas de un dibujo de manga, ocultas bajo gafas y mascarilla, solas en la nada. Carteles escritos con espray y conciencia colectiva. Comandos uniformados armados de lejía, dispuestos a desinfectar Galicia bajo la atenta mirada de las gafas de aumento de Castelao. El conforto de una mano enguantada que aprieta una mano vieja. Entierros sin consuelo. Y muchas, muchas calles desoladas.

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