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Elecciones vascas
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El giro de la izquierda ‘abertzale’ fue táctico, no ético

El hijo de Froilan Elespe, víctima de ETA, celebra que Euskadi ya no vive pendiente de las “sombras armadas”. Pero remarca que el volantazo que dieron en 2011 quienes antes apoyaban el terrorismo fue mera estrategia, y lamenta la ausencia de autocrítica

Josu Elespe Pelaz (a la izquierda, con los brazos cruzados), junto a su hermano y su madre, en el homenaje a Froilan Elespe en marzo de 2007, en el sexto aniversario de su asesinato.
Josu Elespe Pelaz (a la izquierda, con los brazos cruzados), junto a su hermano y su madre, en el homenaje a Froilan Elespe en marzo de 2007, en el sexto aniversario de su asesinato.JAVIER ECHEZARRETA (EFE)

Hace 23 años que ETA asesinó al aita, a nuestro padre Froilan. A veces parece que fue ayer y otras hace un siglo. Aquellos años Gesto por la Paz cifró en 10.000 la lista de personas potencialmente asesinables. Personas que miraban debajo del coche antes de utilizarlo, vivían protegidas y acompañadas de sombras armadas los 365 días del año, de lunes a domingo, mañana, tarde y noche. Eran personas que, entre otras rutinas, no abrían los paquetes de cierto volumen que aparecían en el buzón, colgaban los uniformes de trabajo en tenderetes dentro de la cocina de casa, tenían vetado el acceso a ciertos pueblos, barrios o calles, y no podían exteriorizar opiniones contrarias al uso de la violencia por temor a ser agredidos, insultados o señalados. Todo ello dentro de una atmósfera agresiva que impregnaba a toda la sociedad y que se manifestaba en conversaciones, fachadas, pancartas e incluso en la música (como bien recordamos los que pasamos los 40). Esto era así por ellos y no está de más recordarlo, aunque canse y aburra.

El 20 de octubre de 2011 ETA se rindió, utilizando el eufemismo de “cese definitivo de su actividad armada”, o algo así. La izquierda abertzale llegó a la conclusión estratégica de que debía forzar a ETA a tomar esta decisión. Ilegalizados, éxitos policiales, falta de apoyo social, irrupción de nuevos partidos políticos y la desesperanza de un sector concreto de su mundo fueron ingredientes que impulsaron de manera definitiva a la izquierda abertzale para romper con el uso de la violencia y optar por vías exclusivamente políticas. Fue una decisión forzada pero egoísta, de pura supervivencia, pensada sólo por y para ellos. Porque o lo hacían o desaparecían.

Hubo que esperar unos años para disfrazar esta rendición y poder vendarla a su mundo y a la historia, incluyendo como final una farra en Baiona con toda su parafernalia, que no fue más que la última muestra de su colosal soberbia, aislados de todo y de todos, en su propio y particular matrix.

Desde ese día, todo cambió para siempre.

23 años después del asesinato de nuestro padre Froilan, la lista de los 10.000 no tiene nombres y, entre otras rutinas, empiezas a poder exteriorizar tus opiniones con naturalidad, la quema de contenedores y autobuses urbanos no forma parte del día a día, no se lanzan huevos o pinturas a la sede de los partidos políticos y todas las personas salen a la calle sin las sombras armadas. Y un largo etcétera del que disfrutamos desde que la nieve desapareció de un día para otro. Esto es así a pesar de ellos.

Esporádicamente, resurge su particular folclore, pero queremos pensar que son las consecuencias de décadas de contaminación que no desaparecen de la noche a la mañana, sobre todo si el volantazo de ese mundo es táctico-estratégico y no ético. No se cayeron del caballo, galopan en otra dirección con la manada de caballos domada. A pesar de ello, por supuesto que vivimos infinitamente mejor.

Los seguidores más radicales de la izquierda abertzale han dado una nueva lección de militancia obediente y han pasado del invierno al verano sin primaveras de por medio, con el cortocircuito mental que esa decisión hubiera supuesto para otras mentalidades diferentes a las suyas. Increíble pero cierto.

Resumiendo, ETA no existe y el terror y el condicionante de su existencia han desaparecido para siempre. La izquierda abertzale volvió a la legalidad y hoy día pacta leyes sociales con el mismísimo Gobierno del Estado español exopresor, colabora con la Ley de Memoria Histórica escondiendo la memoria sanguinaria de ETA debajo de la mesa, y aspira a ganar las elecciones en Euskadi. Bajo la batuta del buen rollito y una mirada serena y radiante al futuro, está convirtiéndose en un partido común y corriente, alejado de la revolución y de la independencia, y todo con el envoltorio del nuevo marketing político más sofisticado. Son uno más y mejor así, claro.

La convivencia, la memoria y su pendiente autocrítica se manifiestan por fascículos coleccionables, con una calculada ambigüedad que pasa por términos como “empatía” y “respeto” hacia las víctimas que siempre suenan y calan bien entre las nuevas generaciones que ven su pasado como algo del pleistoceno. Suelen pronunciarse los aniversarios del 20/10, pero no pasan del tercer piso, teniendo en cuenta que su responsablidad es del tamaño de un rascacielos. Su ventaja radica en que este asunto ni da ni quita votos, y que su pasado y presente pendiente no le penaliza electoralmente porque los nuevos jóvenes vascos no saben porque nadie sabe/quiere enseñarles.

Y así ha llegado a su nueva conclusión estratégica: todos fuimos malos, todos sufrimos y todos fuimos culpables. Empate y prórroga sin penaltis. Fin.

No es necesario hacer ni decir nada más porque no hay castigo electoral por no hacerlo.

Hemos participado en encuentros (conocidos y no) con personas de ese mundo, con trayectorias y presentes diferentes. Encuentros de mucho aprendizaje en todos los sentidos. Hay una conclusión común en todos ellos: su necesidad de hablar y su dificultad con el lenguaje. La vida de todos nosotros está sujeta por un andamio emocional que pocos están dispuestos a que se tambalee.

Vivimos felices con nuestras alegrías y nuestras penas, como todos. Nuestra condición etiquetada de víctimas nunca ha sido el motor de nuestra vida y hace tantos años que desterramos el odio y el rencor de nuestra vida (si alguna vez lo tuvimos del todo, que a veces lo dudamos) que ni nos acordamos de él. Esto es así para quien quiera creerlo, y para quien no.

Entonces, y terminamos. Si objetivamente vivimos mucho mejor, ¿de qué nos quejamos los rencorosos y aguafiestas que no queremos pasar página? Necesitamos que la izquierda abertzale reconozca expresa y claramente que el terrorismo de ETA estuvo mal y que fue éticamente inaceptable. Que nunca hubo nada que lo justificara. Necesitamos que quien legitimó el terrorismo de ETA lo deslegitime con rotundidad y de manera definitiva. Por las generaciones futuras y por las pasadas que tienen heridas abiertas. Queremos que se pronuncie así porque aún no lo ha hecho. El español es una lengua rica, pero no todas las palabras significan lo mismo ni tienen el mismo valor. No se trata de imponer unas palabras concretas, se trata de utilizar las palabras adecuadas, indubitadas y que no generen interpretación. Ellos saben a lo que nos referimos. En esto son muy buenos.

Nunca hemos esperado ni esperamos nada de ese mundo. Fuimos todo lo felices que pudimos a pesar de ellos y disfrutamos de este nuevo tiempo, también a pesar de ellos.


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