El efecto refugio de Mónica García
Referentes de la izquierda madrileña ensalzan su naturalidad y la manera directa de abordar asuntos tras el fenómeno de la candidata de Más Madrid
Manuela Carmena está encantada de poder hablar de Mónica García, “porque es extraordinaria”. La exalcaldesa de Madrid, retirada de la política oficial a sus 77 años, ha ido este puente a dar unas charlas a Menorca, pero hace por encontrar un hueco para dejar nítido que “la personalidad de Mónica llama la atención”. Y sabe de lo que habla. Cuando se la presentaron, allá por 2015, la anestesista era una de las líderes del movimiento de las batas blancas en Madrid contra la privatización y falta de medios en la sanidad pública. Carmena recuerda ahora que ella andaba ya buscando una sucesora para encabezar la alcaldía de la capital y pensó que García sería una “fantástica” candidata: “Mónica asume la política como una responsabilidad, no como una profesión”.
Una decena de dirigentes veteranos del PSOE madrileño, referentes de izquierdas en la Comunidad, del PSOE y de Unidas Podemos, expertos en demoscopia y asesores electorales, coinciden al valorar la línea ascendente que los sondeos conceden a Mónica García: “Es como parece, es evidente que hay un efecto Mónica García”.
Juan Barranco, el histórico exalcalde de Madrid, sucesor de Enrique Tierno, también creía saber algo de política tras más de medio siglo de experiencia. A sus 73 años, más ocupado de sus nietos que de las permanentes cuitas de las familias socialistas madrileñas, constata dos aspectos del fenómeno García: “Ahora, por culpa de los gurús, ya no hay campañas de examen de la gestión realizada de Isabel Díaz Ayuso, y Mónica sí tiene acreditados varios años de trabajo peleando y plantando cara en la Asamblea al PP por los intereses de los que la votaron y, por su frescor, se ha convertido en el refugio para la gente de izquierdas”. Barranco, además, ensalza otro valor: “Su normalidad es su atractivo”.
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Jesús Montero es otro de los que habría querido ser padre político de García y lamenta ahora el fracaso de la fusión entre esa candidatura de Más Madrid y la de Pablo Iglesias en el no nato Compromís de Lavapiés. Entonces, en 2014, como uno de los fundadores de Podemos en Madrid, Montero recuerda que trató de ficharla para las elecciones en 2015 en la Comunidad. Aquella operación se frustró. Pero Montero, que había sido secretario general de las juventudes comunistas, ya observó en aquella bata blanca el ADN de muchas gentes de izquierdas. Sus padres habían sido del PCE. Y ahora asume que “el tesón y la no desprofesionalización” de la aspirante concita muchos aspectos positivos para representar al voto progresista: “Mónica es mujer, profesional de la sanidad y comunica confianza, son tres atributos positivos y ningún negativo. Es un carisma tridente. Personifica el cuidado, el profesional y el de género, en el que tanto tenemos que aprender los hombres”. Desde “el desencanto”, porque ya no milita en Podemos, Montero votará el 4-M a El Lute, como llama a Iglesias.
“Más valiente con Ayuso”
El asesor electoral Luis Arroyo constata la “ola a la que se sube” García y la interpreta como lógica en este contexto electoral: “Ella y su partido se distinguen muy bien del resto, Mónica aparece como más audaz, joven y valiente con Ayuso que Ángel Gabilondo, que parece siempre poco beligerante, soso y formal; es una escisión crítica de Podemos; es doctora y eso le da una legitimidad especial en la pandemia; y, en la Asamblea, se ha destacado como una oradora en alza”.
Paca Sauquillo, veterana abogada laboralista, no oculta a sus 77 años su voto a Gabilondo, pero resalta tres efectos en la campaña de García: “Es clara, es de izquierdas y es mujer, ha sido cercana y ha planteado sus propuestas sin propaganda, a la pata de la llana”. Un componente de la ejecutiva socialista actual coincide: “Mónica es la persona más natural y menos impostada de la Asamblea, no es una política común y eso ejerce mucha empatía con el votante de izquierdas”. Otros dirigentes y expertos consultados valoran esas cualidades y que aborda temas que están realmente en la vida de la gente.
El que niega el efecto Mónica es Tomás Gómez, exsecretario general del Partido Socialista de Madrid, que sí reconoce que “Más Madrid se ha convertido en el refugio de votos de izquierda desencantados con el PSOE y con Iglesias”. Y añade: “Gabilondo ha sido el gran ausente en la oposición a Ayuso que, al igual que le pasó en su día a Esperanza Aguirre, genera adhesiones inquebrantables y rechazos viscerales”. Gómez barrunta que el votante anti-Ayuso “desmotivado” del PSOE y Podemos “encontró su zona de confort en Más Madrid con el aval de buena imagen de Iñigo Errejón”.
José Pablo Ferrándiz, investigador principal de Metroscopia, señala varios factores para traducir el alza atribuida a García. El voto tan directo y proporcional una vez superada en Madrid la barrera del 5% para obtener representación relega a un segundo plano el criterio “del voto útil, racional o pragmático” sobre “un voto más identitario o emocional: voto lo que me apetece, no lo que creo que es mejor”. También se agarra Ferrándiz a las predicciones sobre que no existe una percepción demoscópica de un vuelco para que gane y gobierne la izquierda para concluir que esa menor sensación de competencia electoral permite “un voto con mayor libertad al partido con el que el elector se siente más cómodo o le genera más simpatía”.
El sociólogo de Metroscopia valora el perfil sanitario de García, pero va más allá: “La llegada de Iglesias ha permitido situar con más claridad a Más Madrid en el centro de la izquierda y favorecer la llegada de votantes del PSOE; Gabilondo tiene una evaluación positiva más transversal (aprueba entre la izquierda y no desagrada a la derecha), pero no concentra todo el voto de izquierdas; Iglesias solo logra el aprobado entre sus votantes y Mónica, en la posición intermedia, se ha quedado en la situación perfecta para atraer voto de ambos lados”.
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